Los ocho, miembros de una agrupación de la Iglesia Baptista del estado de Idaho, habían sido puestos en libertad horas antes por la ausencia de pruebas que confirmaran los delitos que se les atribuían. Los otros dos misioneros siguen recluidos en una cárcel de Puerto Príncipe a la espera de nuevos interrogatorios.
Todos ellos fueron detenidos el pasado 29 de enero, 17 días después del seísmo de 7 grados de magnitud en la escala de Richter que provocó más de 200.000 muertos. Las fuerzas de seguridad haitianas les sorprendieron cuando pretendían de sacar en un autobús, sin la documentación requerida, a los 33 menores.
El juez no halló pruebas del delito por parte de los ocho que ya están en libertad, pero ordenó que la líder del grupo, Laura Silsby, y otra mujer, Charisa Coulter, permanezcan bajo detención para seguir interrogándolas sobre sus anteriores viajes a Haití. La Policía descubrió que la mayor parte de los niños no eran huérfanos y que muchos habían sido entregados a los estadounidenses por sus padres pensando que estarían mejor atendidos si se iban con ellos.