Vitoria. Punto final. El clan de los bartolos deberá abandonar definitivamente la desconchada vivienda del número 68 de la avenida de los Huetos, ubicada frente al edificio de la Azucarera. Concretamente, las dos familias que aún siguen residiendo en el inmueble tras la salida progresiva del resto, otras cinco, en los últimos meses. Una orden judicial que ya ha llegado a manos de la Policía Local de Gasteiz motivará el desahucio. ¿La razón? Las deudas contraídas por estas familias gitanas con el sector bancario debido al impago de sus hipotecas. Aunque Peio López de Munain, concejal de Asuntos Sociales que ayer dio cuenta de este proceso, no especificó cuándo se llevará a cabo el desalojo, DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA ha podido confirmar de fuentes de solvencia que el dispositivo policial está preparado para ser ejecutado a finales de esta misma semana, probablemente el viernes día 5.

El Ayuntamiento ya ha iniciado las gestiones con los bartolos para realojar a las dos familias, que suman cerca de 20 miembros y tres generaciones, en el asentamiento de Agirrelanda, que acoge y reinserta a los rumanos que llegan a la capital alavesa en furgoneta. El solar, ubicado en la calle Artapadura, cuenta con unas instalaciones similares a las de un camping, con módulos prefabricados y servicios básicos. "Es la mejor solución que se les puede ofrecer, lo mejor que hay; porque no están preparados para entrar en una comunidad de vecinos", argumentó López de Munain.

Claro que, primero, los miembros del clan afectados por el desalojo deberán aceptar esa nueva ubicación, cosa que a día de hoy parece poco menos que imposible. A diferencia de las otras familias que han ido abandonando progresivamente el bloque de Ali -de forma "ordenada y pacífica", según el edil-, hasta ahora no se les había planteado esta posibilidad. La orden judicial, ahora, ha pasado a convertirse en el detonante definitivo. "Son dos familias especiales, amplias y con varios menores, por lo que se aconsejaba más lentitud que con el resto", explicó López de Munain. Ese resto, a día de hoy, se encuentra diseminado por distintos pisos de alquiler de la ciudad, en distritos como el Casco Viejo o Ariznabarra, pese a que el Ayuntamiento también les planteó en un principio la opción de Agirrelanda.

López de Munain reconoció que la intención del Ayuntamiento no es otra que "acelerar el proceso" porque el mandato procede directamente de las instancias judiciales. "Estamos en la obligación de ejecutar esta sentencia", insistió. Ante la posibilidad de que se produzcan problemas en el momento del desalojo, el concejal se mostró optimista. "No creemos que los haya o que esta vez sea distinto al resto", zanjó el edil.

intervención social Una vez ejecutada la orden judicial en las próximas horas, los servicios sociales de base del Ayuntamiento "entrarán en escena", según prometió López de Munain. El concejal pretende evitar que un traslado meramente físico de las dos familias, como los que se han dado a lo largo de los últimos 30 años con el clan de los bartolos, se convierta en un fracaso desde el punto de vista de la integración. "No queremos seguir moviéndolos de un sitio a otro como ha sucedido hasta ahora. Después de 30 años con problemas y distintas ubicaciones, no ha habido una solución porque no hubo un trabajo detrás de intervención social; por eso, no vamos a hacer dejación de nuestras responsabilidades", apuntó el edil.

Ayer mismo, reconoció que todavía se encuentra "pendiente" de mantener una conversación con la María, matriarca del clan y cabeza junto a su marido Bartolomé Cortés de una de las dos familias afectadas, "para conocer su actitud ante el traslado". Este periódico pudo comprobar in situ que el desalojo no tiene visos de ser, precisamente, un camino de rosas.

Ante la más que probable posibilidad de que rechacen el traslado a Ali, el concejal dio a entender que en ningún caso se les podría obligar a las familias. "Si lo rechazan, son mayores y muy libres para hacerlo", subrayó. La intención del Ayuntamiento, en resumidas cuentas, pasa por "solucionar este problema definitivamente", palabras textuales para definir una relación larga y repleta de vaivenes entre el clan y las instituciones municipales.