agurain. La mañana estaba fría en Agurain. El termómetro marcaba un grado bajo cero cuando el autobús que traslada diariamente a los alumnos de la ikastola Pedro Lope de Larrea hizo su entrada en la calle Galzar, en las inmediaciones del centro escolar. De él se bajaron cerca de medio centenar de pequeños, los mismos que un día antes sufrieron un desgraciado accidente mientras recorrían la ruta que habitualmente les acerca hasta su lugar de estudio por el tramo de Barrundia. Afortunadamente, todos ellos se encuentran sanos y salvos. Sólo el chófer del autobús, aún ingresado en el Hospital de Santiago, espera a que los médicos le informen sobre la evolución de su vértebra fisurada a consecuencia del vuelco. Pese a que la normalidad fue la tónica dominante durante el viaje, los más pequeños mostraban signos visibles de heridas en cara, brazos y manos. La mercromina y los chichones les delataban.
Veinticuatro horas después del incidente, los alumnos volvieron a subirse a un autobús para acudir como cada día a la ikastola. Desde el centro se informó que "los pequeños han pasado buena noche". El nerviosismo inicial ha dado paso con las horas a una inmensa alegría. "Estamos muy contentos por cómo han evolucionado las cosas, así como más tranquilos", reconoció a este diario Manuela, miembro del equipo directivo del centro que aglutina a cerca de 400 alumnos de edades comprendidas entre los 2 y 12 años.
Varios de los padres y madres que acompañan diariamente a los pequeños al centro escolar celebraron la presencia de los alumnos en las aulas. "Estamos contentos porque ahora sabemos que todo está bien, pero ha sido un trago importante tanto para la ikastola, como para los padres y la empresa de transporte", reconocía María, mientras dejaba en la puerta a su hija.
coches de apoyo Iñaki Beraza, alcalde de Agurain, fue una de las primeras personas que se desplazó el martes hasta el lugar de los hechos, alertado por la propia compañía de autobuses. "Ellos se pusieron en contacto para ver si había posibilidad de desplazar hasta el lugar coches que trasladasen a los pequeños y si disponíamos de algún lugar donde resguardarlos del frío", relató a este periódico.
Tras recibir la alarma, cuatro vehículos particulares partieron hasta la zona. "En un principio nos equivocamos de carretera y nos fuimos hacia Ordoñana, pero luego rectificamos", explicó Beraza. A su llegada, un panorama nada halagüeño. El autobús volcado y los alumnos llorando y temblando de frío en el arcén. Vio como "los críos no querían volver a montarse en el autobús que después les llevaría a Agurain donde fueron examinados".
Su teléfono móvil comenzó a recibir llamadas de los padres y madres de los pequeños. "Trataba de calmarlos y de decirles que sus niños estaban bien", reconoce. En ese momento, aún no se conocía el estado de los heridos. De las personas que viajaban a bordo -43 niños de edades comprendidas entre los 3 y los 12 años, la cuidadora y el chófer-, cinco alumnos y el conductor fueron evacuados a hospitales de Vitoria. Cuatro a Txagorritxu; tres chavales de 6, 11 y 10 años, que fueron dados de alta a media tarde, y una de 10, evacuada más tarde al hospital Donostia, de San Sebastián, donde fue sometida a cirugía estética debido a varios cortes faciales. Otro niño y el chofer fueron a Santiago.
Ayer en Agurain no se hablaba de otra cosa. En los bares, en las tiendas o en la calle, quien más o quien menos tenía un conocido en el autobús accidentado. La localidad entera mostró su satisfacción tras comprobar la mejoría en el estado de los pequeños. "Ha sido un susto muy grande para todos, porque un accidente no es plato de buen gusto para nadie y menos si son niños", comentaba un corrillo de mujeres mientras leían la noticia en el periódico. Además, alabaron la efectividad y coordinación de los cuerpos de seguridad que intervinieron en el suceso. "A mi parecer se actuó con gran rapidez, tanto por parte de las instituciones como por parte de los propios padres", señalaba José Mari Ruiz, vecino de la localidad.
Además de a los afectados, los vecinos de Agurain trataron de dar ánimos a los miembros de la empresa de transporte afectada. "Se trata de una familia muy conocida en la localidad y un accidente es un accidente. Hay que alegrarse porque podía haber sido peor", reconocía Juana María. "Ahora que sabemos que todo está bien estamos más tranquilos", comentaba Pili Erro, de Autobuses Erro quien desde los primeros momentos del incidente ha mantenido contacto con el centro escolar interesándose por los alumnos "porque es algo que nos sale de dentro, es una responsabilidad muy grande".