DONOSTIA. Una chica que fue víctima de un intento de violación en Donostia cuando aún era menor de edad ha ratificado hoy, en el juicio por estos hechos, que durante la agresión pudo ver el rostro de su atacante, al que posteriormente identificó "sin ninguna duda" en una rueda de reconocimiento.
Esta identificación, que la joven hizo durante las diligencias previas del caso, se ha convertido en el elemento central del juicio celebrado en la Audiencia de Gipuzkoa contra un joven de origen latinoamericano, conocido como "el violador de Riberas de Loiola" a raíz de otra agresión que presuntamente cometió meses después -en octubre de 2008- en este barrio donostiarra y que está en fase de instrucción.
El procesado ya ha sido condenado a dos años y tres meses de cárcel por los abusos sexuales a los que sometió a otra chica en un ascensor en julio del año pasado y tiene pendiente otro juicio por la supuesta violación de una universitaria eslovena también ocurrida en San Sebastián el 27 de octubre de 2007
En la vista de hoy, la Fiscalía ha reclamando seis años de prisión para el procesado, que niega ser el autor de los hechos, mientras que la defensa ha solicitado la absolución, alegando que la víctima no vio correctamente al agresor porque sólo pudo contemplarlo unos instantes después de que se le cayera una lentilla y porque la chica había ingerido alcohol durante la noche.
En su declaración de esta mañana, la joven ha recordado que la agresión tuvo lugar sobre las 7:00 horas del 6 de septiembre de 2008, cuando caminaba desde la Estación del Norte hacia su domicilio por el Paseo de Bizkaia, en el que no había gente, y escuchó unos pasos que se acercaban, tras lo que sintió como la agarraban del cuello y la tiraban al suelo.
La joven, que por aquel entonces aún era menor de edad, ha explicado que debido a la presión en el cuello no podía respirar y que se desvaneció en dos o tres ocasiones.
Ha comentado que las veces que recuperaba el conocimiento se daba cuenta de que su agresor la había arrastrado junto a un muro cercano y la había bajado el pantalón y la ropa interior, aunque desistió de su propósito cuando recibió una llamada en el teléfono móvil y se marchó deprisa, momento durante el que ella pudo verle la cara un instante, a pesar de que había perdió una lentilla y de que padece una miopía de 3,25 dioptrías.
La testigo ha admitido que aquella noche había bebido, pero ha asegurado que a la hora en que ocurrieron los hechos estaba "serena" y ha recalcado que, posteriormente identificó "sin ninguna duda" al procesado en una rueda de reconocimiento de la Ertzaintza.
El acusado, por su parte, ha negado cualquier vinculación con esta agresión, ha dicho que aquella noche estuvo con unos amigos de fiesta en Donostia y que a la hora de los hechos él ya estaba en su domicilio.
La defensa no ha cuestionado lo ocurrido, pero ha rechazado que el imputado sea el responsable y ha sostenido que el testimonio de la chica no es suficientemente consistente como para destruir la presunción de inocencia de su cliente, ya que hay "dudas" sobre el reconocimiento que hizo y porque, a su entender, no existen elementos externos que corroboren la versión de la chica.
La Fiscalía sin embargo ha considerado que el relato de la víctima es "firme" y suficientemente "contundente" como para incriminar al procesado, cuya intención, a juicio del Ministerio Público, era violar a la joven, como prueba el hecho de que llegara a bajarle el pantalón y la ropa interior.
En la sesión ha declarado también un forense que ha dado cuenta de las erosiones, eritemas y enrojecimiento de ojos, a consecuencia de la presión en el cuello, que sufrió la chica, tras lo que el juicio ha quedado visto para sentencia.