EL Virus de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH) es una enfermedad silenciosa, paciente y constante. Un duro enemigo para una sociedad cada vez más ansiosa y con ganas de olvidarse de las preocupaciones. Por ello, sigue pegando fuerte, jugando al despiste y aprovechando la más mínima oportunidad para hacerse con una nueva víctima. Una guerra de desgaste que algunos dan casi ya por perdida. O por lo menos esta batalla.
Así las cosas, ciertos sectores piensan ya en una nueva estrategia para acometer el conflicto de otra forma y avanzar posiciones. Y es que consideran que la prevención es una vía infructuosa. El hecho de que la insistencia, durante muchos años, en usar las medidas de precaución óptimas haya caído en saco roto a tenor de los que demuestran algunos resultados, les invita a optar por otros medios.
De esta forma, desde ciertos sectores se aboga ya por centrar los esfuerzos no en los métodos de prevención sino en los de freno de la expansión. "Mucha gente critica la prevención clásica y dice que hay que apostar por la reducción de riesgos y daños. Que no hay que insistir en que las gente use condones porque no lo hace, sino que hay que ir más a que la gente se haga pruebas cada vez que tiene una práctica de riesgo y, en el momento que sean positivos, empiece a tomar tratamientos. Si estas personas se medican, dejan de infectar. El tema de la prevención se está cuestionando en estos momentos con discursos que para nada son políticamente correctos porque esta filosofía implica reconocer que hemos fracasado en la prevención y hay que apostar, igual, por la reducción de daños. Lo que dice esta gente es que el 30% de personas portadoras que no lo saben, es el grupo que no detiene la cadena de transmisiones", explica el presidente de la Comisión Antisida, Miguel Ángel Ruiz.
Amplio debate Un debate complicado si se tiene en cuenta que las cifras sólo muestran el número de nuevos infectados que se producen cada año, pero no el de personas que han evitado una posible transmisión gracias a las campañas de sensibilización y educación puestas en marcha por colectivos e instituciones.
Además, queda otro hilo suelto en la nueva estrategia propuesta. Y es que, si no se ha conseguido extender el uso del condón como práctica habitual, ¿se logrará que las personas que han mantenido prácticas de riesgo acudan a realizarse las pruebas?
Los detractores de abandonar la prevención argumentan que la lógica induce a pensar que no. Porque si, por ejemplo, el impulso lleva a no utilizar el condón, lo más probable es que la comodidad lleve a que no se realicen las pruebas.
Mientras tanto, el VIH sigue haciendo su trabajo de forma silenciosa, paciente y constante. Quizás ha llegado el momento de que la sociedad asuma que su enemigo es más poderoso de lo que, a veces, piensan. En ese sentido, el consejero vasco de Sanidad agregó ayer que la Encuesta de Salud y Hábitos Sexuales del Plan Nacional sobre el sida ha revelado que las relaciones sexuales nuevas entre adultos son más frecuentes "de lo que muchas veces pensábamos".
Según los datos de dicho sondeo, el 46,2% de la población comprendida entre los 30 y 39 años de edad declara haber tenido más de tres parejas sexuales a lo largo de su vida. Ello hace que las campañas contra esta enfermedad tengan por objetivo fundamental prevenir que se produzcan más contagios del VIH al inicio de las nuevas relaciones sexuales entre adultos.
El coordinador del Plan vasco de Prevención y Control del sida, Daniel Zulaika, señala además que el sida se "está convirtiendo en una enfermedad crónica, es decir, va a acompañar a los afectados toda su vida".