Vitoria. A pesar de la abundante información que existe con respecto a las drogas, el consumo de cocaína no ha perdido el aura de glamour con la que aterrizó en la sociedad occidental en los años ochenta, con la diferencia de que su precio se ha mantenido estable desde entonces. Esto ha traído consigo, en el caso de Euskadi, dos consecuencias. Primera, que es la segunda droga ilegal más consumida, sólo por detrás del cannabis; y segunda, que cada vez son más las personas de entre 45 y 50 años que la usan de forma experimental.
Ésa es la conclusión a la que ha llegado la Dirección de Drogodependencias del Gobierno Vasco, cuya responsable, Celina Pereda, compareció ayer en el Parlamento Vasco para dar cuenta de los últimos estudios realizados. Pereda alertó sobre esta buena imagen que la cocaína despierta en adultos de edad tan avanzada, entre quienes también se ha incrementado el consumo crónico como consecuencia de que el lugar común sobre el abandono de las drogas con la llegada de las responsabilidades laborales y familiares no siempre se da. Muchos de los jóvenes consumidores de cocaína de los años ochenta son hoy maduros consumidores de esta sustancia. Y a ellos se suman las personas de su generación que, sin haber probado nunca una raya, se animan pasada la cuarentena.
En todo caso, la edad media a la que los vascos se inician en esta sustancia está actualmente en los 22 años, cuando el joven empieza a buscar algo más que el tabaco, los porros y el alcohol.
Así, entre jóvenes y menos jóvenes, un 8,8% de la población vasca ha probado alguna vez en su vida la cocaína, y un 2,6% lo ha hecho en el último año, según se desprende de los datos recopilados por el Gobierno Vasco.
Con estos datos sobre la mesa se diseñará el VI Plan de Drogodependencias, "una oportunidad para profundizar en el conocimiento de la realidad y para alcanzar un consenso en cuanto a qué se van a destinar los recursos y esfuerzos", apuntó Pereda. Actualmente, 338.000 vascos presentan un consumo problemático de tabaco, alcohol, cannabis, cocaína, speed o LSD, por ese orden cuantitativo.
En el caso concreto de la cocaína, se trata fundamentalmente de una droga de hombres, con tres veces más varones consumidores que féminas. No ocurre así con el tabaco, una sustancia en la que cada vez se inician más mujeres, y con el alcohol. Las chicas se han incorporado con fuerza al mundo del botellón y el exceso etílico de fin de semana, frente a unos consumos en días laborables que descienden con respecto a décadas anteriores.