El psiquiatra Javier Quintero, jefe de Servicio de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Universitario Infanta Leonor y profesor titular de Psiquiatría en la Universidad Complutense de Madrid, recuerda que es normal experimentar emociones encontradas durante las celebraciones familiares navideñas y que reconocerlas es el primer paso para poder gestionarlas.

En este sentido, explica que la Navidad despierta emociones que van mucho más allá de la alegría y que, aunque estas fechas suelen asociarse a ilusión, reencuentros y momentos especiales, para muchas personas también vienen acompañadas de estrés y tensión emocional.

Preparar comidas para toda la familia, convivir con personas con las que no siempre existe una buena relación o enfrentarse a la “silla vacía” de quienes ya no están puede convertir estas fiestas en un periodo especialmente vulnerable desde el punto de vista emocional.

Cambiar el papel en las dinámicas familiares

Por ello, Quintero recomienda cambiar el papel en las dinámicas familiares, identificando los roles que se reactivan en la familia y modificando la parte del guion que más molesta. También aconseja introducir pequeñas pausas y respirar antes de contestar, ya que, según señala, “ese cambio en tu reacción modifica la energía de la situación y reduce la tensión general”.

Asimismo, recomienda reducir la carga y repartir responsabilidades, evitando hacerse cargo de todo y asignando tareas antes de que empiece el caos, permitiendo que otros colaboren y haciendo las cosas con más calma. “No todo tiene que ser perfecto y es importante buscar un momento a solas para recargar energías”, añade.

El especialista considera fundamental recuperar la ilusión conectando con lo que emocionaba en la infancia. Acciones como poner luces o ver una película especial reactivan los circuitos de motivación y la liberación de dopamina, ayudando a recuperar energía y esperanza, además de conectar con los recuerdos y con lo verdaderamente importante.

Finalmente, respecto a la tristeza por quienes ya no están, recomienda no obligarse a estar bien y permitirse sentir tristeza, enfado o ganas de estar solo, ya que aceptar la emoción reduce la presión de aparentar felicidad. “Recuerda a la persona ausente con un gesto, porque el dolor crece cuando intentamos evitarlo, y cuídate”, concluye.

El apoyo de perros y gatos

Según el Barómetro de la Soledad No Deseada en España, del Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada, una de cada diez personas vincula el sentimiento de soledad con haber dejado de convivir con quienes antes compartía hogar. En este contexto, el vínculo emocional con perros y gatos puede ayudar a aliviar los momentos de duelo y soledad durante la Navidad.

En unas fechas en las que los sentimientos de ausencia se intensifican, los animales de compañía actúan como un apoyo emocional que acompaña la tristeza y aporta calma, sin sustituir el vínculo perdido.

Desde la Fundación Affinity destacan que su compañía constante, su forma de estar sin pedir explicaciones y las pequeñas rutinas que generan ayudan a que la soledad o la nostalgia se vivan con mayor serenidad.

En este sentido, Loreto Sánchez, psicóloga sanitaria colaboradora de la Fundación Affinity, explica que “en Navidad, muchas personas sienten con más fuerza la ausencia de quienes ya no están. Los animales no sustituyen ese vacío, pero ofrecen una presencia tranquila que acompaña sin pedir nada a cambio”.

“Están ahí cuando la tristeza aparece, sostienen lo que cuesta decir en voz alta y ayudan a encontrar calma en lo cotidiano”, añade, subrayando que ese simple gesto de estar puede marcar una gran diferencia.

"Los animales amortiguan la soledad"

Por su parte, el doctor Jaume Fatjó, director de la Cátedra Fundación Affinity Animales y Salud de la Universidad Autónoma de Barcelona, aclara que “la soledad no disminuye solo por tener un animal, sino por el vínculo real que se establece con él”, especialmente en periodos en los que cambian los hábitos sociales, como la Navidad. Según explica, las rutinas, los cuidados y las oportunidades de interacción, como los paseos, aportan sensación de acompañamiento, lo que ayuda a moderar el aislamiento y amortiguar la soledad.