“Lo que hay detrás del burnout es el estrés, que es adictivo. Pero se puede controlar, aunque se precisa ganas de hacerlo y cambios de hábitos”, explica con conocimiento de causa el psiquiatra Carlos Cenalmor, quien en su libro El síndrome de burnout ofrece una guía para no quemarse, para salir del estrés laboral y reconectar con la vida.
QUIÉN ES
Carlos Cenalmor es médico psiquiatra y psicoterapeuta. Como él mismo dice, es de los psiquiatras que “no lo resuelve todo con pastillas”, sino a través de un abordaje integral de la persona. Tras crecer en Madrid y formarse en las mejores universidades y hospitales, sufrió un episodio de estrés y burnout importante que marcó un antes y después en su carrera. Al poco tiempo, decidió cambiar radicalmente su vida y se mudó a un valle de las montañas, en los Pirineos. Desde allí, a través del email gratuito que envía a toda su comunidad, divulga cada día sus reflexiones sobre el burnout, el estrés en el trabajo y el difícil equilibrio entre este y la vida. Carlos Cenalmor da formaciones y programas online.
Estrés, ansiedad, poco tiempo, cansancio permanente…, ¿cómo definiríamos el síndrome de burnout? O mejor, ¿cuáles son sus síntomas más frecuentes?
El síndrome de burnout es una enfermedad, como recoge la Organización Mundial de la Salud (OMS). Hay cuatro cosas importantes a destacar en las personas que lo padecen. Una, el agotamiento físico por el exceso de estrés. El cuerpo se va agotando y empiezan a aparecer problemas de salud física, como gastrointestinales, de la piel, hipertensión, de corazón, inmunológicos… A esto añadimos el agotamiento mental que les impide concentrarse, fallos de memoria y, por supuesto, la angustia, ansiedad o, en caso grave, depresión. Un aspecto específico del burnout es la desconexión emocional del trabajo; las personas tienen la sensación de que en su trabajo, que antes les ilusionaba y tenían objetivos importantes, de repente les empieza a dar todo igual y cada vez les importa menos. Incluso pasan al extremo contrario y el trabajo les genera irritación y molestia. Por último, estas personas pierden la sensación autorrealización, que les da un sentido en la vida, aunque no debe ser el único. Estar quemado también deja un gran vacío y uno se encuentra desorientado. Esto sería el burnout.
Una sociedad donde todo va rápido, veloz, con prisas y sin pausas, con el triunfo a cualquier precio. ¿Es posible que alguien no caiga en brazos del burnout?
Claro que es posible porque al final la sociedad empuja en esa dirección y es ella y tu entorno laboral quienes te llevan al burnout; muchas veces la manera en la que se trata al trabajador o se incentiva a las personas en las empresas, junto a otros elementos también, llevan al burnout. Pero, la persona se puede proteger contra el burnout de muchas maneras. En mi trabajo, lo que hago con la gente que quiere salir de él es ayudarle a vivir una vida equilibrada. Hay personas, como es mi caso, para las cuales su trabajo es una faceta importante de su vida. Pero se puede vivir con equilibrio.
La portada de su libro nos trae a un figurín humano quemándose a brasa, ¿qué hay detrás del burnout? ¿Qué mantiene encendida esa mecha del trabajador quemado?
Lo que hay detrás del trabajador quemado es el estrés que lleva a la persona a sufrir todos esos síntomas, porque el estrés es una faceta natural de la vida y de nuestra biología, pero cuando se convierte en estrés crónico pasa a ser algo tóxico para nuestro cuerpo, nuestra biología, nuestra mente e incluso para otra dimensión más espiritual del sentido de la autorrealización que acaba machacando. Otro elemento del estrés es que es adictivo. A muchas personas les sucede que cuando tienen un reto laboral se estresan y cuando lo superan al dejar de trabajar no saben lo que hacer con su vida. El estrés tiene esa parte adictiva que es como una droga; cuando acabas el trabajo buscas más.
¿El perfeccionismo es manantial perfecto de burnout? En esta sociedad donde parece que solo sirve triunfar; ¿quién puede no sufrir un burnout? ¿Acaso un pasota?
Un pasota puede sufrir el síndrome de boreout, (aburrirmiento), pero una persona que no se va a quemar es la que entiende que el éxito no es lo que nos han vendido desde las películas, desde distintos ámbitos culturales, sociales. Cada uno tiene que encontrar su definición de éxito. Eso es lo que no te va a quemar. En mi caso, trabajaba en Madrid en un gran hospital, con una buena consulta privada de éxito como médico, pero estaba quemado, porque no era el éxito que yo deseaba. Para mí, el éxito ha sido irme a vivir a un sitio más natural, trabajar a mi manera, crear mi proyecto. Si al final el éxito nos lleva a perder la salud y no nos va a hacer felices, eso te quema. Lo que ayuda es encontrar tu definición de éxito y ser fiel a ella.
¿Cómo podemos saber que no estamos solo cansados ni simplemente cabreados o muy ocupados, sino que padecemos un síndrome: burnout a la vista?
La clave es el tiempo que dura. Si pasas una semana así, no es un burnout, es una semana mala. Si estás así meses o años; yo veo casos que llevan diez o veinte años, eso es un burnout claro. Además, la gente que lleva muchos años con este síndrome tiene luego muchos problemas físicos. He tratado a personas que han tenido infartos de corazón y eran muy jóvenes con este problema generado por el estrés.
¿Quién suele sufrir más las consecuencias de este síndrome: la persona, la familia, el entorno laboral… o todos son sufridores de la patología del paciente burnoutiano?
En primer lugar, lo sufre la persona en su salud física y mental, y en su capacidad de disfrutar y conectar con la vida, porque es algo que suelo repetir mucho: el burnout no se queda en la oficina, afecta a todas las áreas de tu vida. La persona quemada se va un fin de semana de viaje y no disfruta, porque su cabeza está muy dañada, está pensando directamente en el trabajo o en tensión por el estrés del trabajo y eso obviamente va a afectar a su vida personal, a sus relaciones. Además, en el trabajo, si hay un caso, es muy probable que haya varios alrededor, y el ambiente será tóxico. Por otro lado, un jefe quemado es muy fácil que acabe quemando a la gente que tiene debajo, creando un ambiente de estrés.
¿El burnout resta vida a quien lo sufre? No digo restar años, sino, que ¿impide gozar de lo bueno que también tiene la vida?
Las dos cosas son ciertas. El estrés crónico resta años de vida; esto es clarísimo, por el problema de salud que produce, porque ves que el cuerpo se está deteriorando por el exceso de estrés. Por otro lado, aún más grave como dices, es esa vida que perdemos. Una frase que también me gusta mucho es que el verdadero éxito es vivir conectados con lo que vives en tu vida: con tu trabajo, con tu familia, con tus amigos, tu ocio. Que cuando estés ahí estés disfrutando. A la gente con burnout le cuesta saborear el momento porque está con la cabeza en otro sitio, angustiada. Está estudiado a nivel neurobiológico que esa hiperactivación del estrés hace que no puedas conectar tanto con los momentos buenos, te quita años de vida y conexión con la vida.
"El cuerpo se va deteriorando por el exceso de estrés"
¿Es posible hacer frente a este monstruo laboral? ¿Y es posible triunfar en el enfrentamiento?
Por supuesto. Me dedico a ayudar a las personas a hacerle frente. Hay casos que parecen muy complicados porque llevan muchos años mal, pero cuando les das las herramientas correctas y cuando las personas tienen la motivación para salir de ese problema se consigue. Además, se sale bastante rápido. Es cierto que luego hay una parte corporal, de salir del cansancio, que puede tardar más tiempo. Por ejemplo he trabajado con personas que para mejorar han rebajado su horario laboral de 12 a 8 horas, que han aprendido a desconectar. Suele ser gente que se da cuenta de que lo que está persiguiendo le está destruyendo y decide cambiar un poco el rumbo de su vida.
La farmacología parece un remedio para todo, ¿ante este síndrome es mejor medicarse o buscar otras herramientas?
La medicación no va a las causas del problema; es una ayuda, una muleta que a veces puedes utilizar. Como psiquiatra alguna vez la uso, pero hay que ser consciente de que, a veces, da más problemas que los que soluciona. Por ejemplo, los antidepresivos desconectan a las personas de sus emociones y en cierta medida se sienten mejor, pero si tienes que tomar decisiones vitales y conectar contigo mismo, ahí se convierten en un problema. Lo que sucede en nuestra sociedad es que la gente con burnout va al médico y al final, por falta de tiempo, no les queda otra solución que ponerles fármacos. A mí me llega gente que lleva diez años tomando antidepresivos y no les ha servido de nada, tan solo para retrasar la solución real. Para mí, los fármacos no van a la causa del problema. Es como en las empresas cuando se detecta que hay niveles de estrés y la solución es hacer un taller de estrés, yoga. Pues sí, es una ayuda, pero no vas a la causa del problema. Habrá que ver en la empresa, en concreto, qué falla y las cosas que hay que cambiar.
¿A quién diría que leyera su libro, a quienes ya padecen burnout o, sobre todo, a los demás para que no lleguen a él?
Mi objetivo es que llegue a los que sufren burnout porque, de hecho, se calcula que un tercio de la población padece este síndrome; si llega a ellos ya me quedo muy contento. Además, la gran mayoría de quienes lo padecen no son conscientes, porque es un tema que se conoce muy poco. Si llega también a gente que no tiene burnout, pero quiere crecer a nivel personal, estupendo. Va más allá del mero control del estrés o de salir del burnout. Puede ayudar en el crecimiento psicológico porque es un libro de desarrollo personal y también de conocimiento científico.