En principio ser buena no tiene nada de malo, pero puede convertirse en un problema cuando esa bondad se traduce en “dificultades para poner límites, afrontar conflictos y defender tus valores; en definitiva, para ser quien tú quieres y no lo que quieren los demás”, explica la psicóloga gallega Marta Martínez Novoa, autora de El síndrome de la chica buena, donde ofrece las claves para liberarte de las falsas exigencias de bondad y aprender a cuidarte, sentirte segura y confiar en lo que haces.
QUIÉN ES
Marta Martínez Novoa es graduada en Psicología por la Universidad de Santiago de Compostela; máster en Psicología General Sanitaria en la Complutense de Madrid. Posee una amplia formación en psicoterapia, trastornos de ansiedad, relaciones de pareja, violencia de género y autoestima. En 2020 comenzó su proyecto como psicóloga autónoma en Sanxenxo (Pontevedra) su ciudad natal. Coincidiendo con este nuevo proyecto profesional, creó su cuenta en Instagram, donde divulga sobre psicología desde una perspectiva científica y accesible a todos los públicos.
Tras leer el título de su libro, la pregunta es obvia, ¿es un síndrome patológico ser bueno/a? ¿solo lo sería en caso de ser chica?
Aunque suene un poco a enfermedad o trastorno, el síndrome de la chica buena no es ni una cosa ni la otra. Es un patrón de relación con una misma y con los demás en sentido desadaptativo. Genera ciertos problemas de salud mental, pero no es la bondad tal y como la conocemos, sino como a veces la malentendemos como sociedad. Cuando se habla de bondad como sacrificio sin tenerte a ti en cuenta, sin poner límites a siempre ser complaciente, es ahí cuando surge el problema. Además, aunque el título del libro está en femenino, la verdad es que es un síndrome que también les puede ocurrir a los hombres. Está en femenino porque es mucho más habitual en mujeres, por todo nuestro ideario colectivo, por los estereotipos de género relacionados con la feminidad que tiene que ver con la corrección y la dulzura que es lo que se asocia con este síndrome.
Para ser más precisos, ¿tal vez debiéramos hablar no de bondad, sino de marcar bien los límites de la bondad?
Exacto. En el libro se explica que como sociedad hemos aprendido ciertas exigencias de bondad. Habría que redefinir realmente qué es la bondad. Porque no se trata de pasarnos al otro lado y ser malos, sino de encontrar un punto medio.
"Si te comportas como los demás esperan, vuelves a la renuncia más grande, la de tu propia identidad”
¿Ser buena y complacer a todos evita conflictos o es malo para la salud mental propia?
Al final, ser buena y ser entendida como absolutamente complaciente y no priorizarte a ti, a lo que lleva es a que no estés presente en tus vínculos, a que no puedas hablar de tus necesidades, a que no te puedas poner nunca en un lugar protagonista de tu propia vida. Esto lleva a que tengamos problemas de salud mental, porque al final no gozamos de bienestar en nuestra vida.
¿En realidad complacer a todos no es un desiderátum imposible de cumplir?
Realmente no. Es bastante fácil complacer a todos, en general. Ese todos no es un ente homogéneo; cada persona esperará de ti cosas diferentes. Pero no es tan difícil, aunque conlleve renunciar a tu identidad y perder tu bienestar. No es difícil, pero esa renuncia sí es perjudicial para tu salud mental.
Propone empezar a pensar en uno mismo. ¿No es un ensalzamiento o empuje hacia el egoísmo? ¿O ese egoísmo es sano?
Al final, en el libro lo que hacemos es poner sobre la mesa las diferencias entre egoísmo y autocuidado; a veces es lo que nos falta por entender. Polarizamos demasiado lo bueno, lo malo y lo que está bien. Quizás haya un punto medio entre lo que podamos escuchar y ayudar a los demás con la necesidad de cuidar de uno mismo. Ponerse en primer lugar cuando corresponde o decir no me apetece.
¿En realidad el futuro es mejor si tú eres tu propia prioridad?
Sí, pero sin olvidarte de los demás. Al final, somos seres sociales; nos necesitamos unos a otros y, por tanto, también son importantes los cuidados hacia los demás. Las personas con el síndrome de la chica buena han aprendido a centrarse solo en ese cuidado a los demás y son ellas las que necesitan ponerse como prioridad porque no lo han estado durante toda su vida.
“Tan bueno era mi gato que no caza”, se decía. ¿Ser siempre bueno no es rentable sobre todo para uno mismo?
Claro. Porque al final ser siempre bueno hace que te olvides de ti; de que tú no estés, de que estén los demás o que ciertas metas no sepas si son tuyas o lo que crees que la sociedad espera de ti. Supone una pérdida para ti, porque lo que al principio parece como ganancia el que todos me querrán y seré valida a los ojos de los demás si soy lo que esperan, acaba al final con una pérdida irreparable, porque te pierdes a ti misma.
¿Actuar siempre con la sensación de hacer lo que piensan los demás aporta algo?
Lo que aporta es como un beneficio a nivel social, lo que en psicología llamamos deseabilidad social, es decir, serás deseable socialmente si te comportas como los demás esperan, pero volvemos a la renuncia más grande, que es la de tu propia identidad.
Habla preferentemente en femenino. ¿En los hombres no se presenta un síndrome similar o se da menos?
Sí, también en ellos, principalmente en hombres que en su niñez o adolescencia les ha tocado adquirir roles muy feminizados; roles bajo el estereotipo femenino social. Por ejemplo, hombres que han cuidado de hermanos desde muy pequeños, de sus padres, personas a las que se les haya exigido mucha corrección o contención y no expresarse libremente. Es el perfil de chico bueno que más veo en consulta.
"El síndrome de la chica buena es un patrón de comportamiento que puede acarrear problemas de salud mental”
Cuando alguien percibe que otra persona es buena, ¿es posible que haya mayor abuso, mayor violencia ante una situación de sumisión o de bondadosidad?
Por desgracia es así. Siempre digo que la responsabilidad de quien abusa o maltrata es únicamente del abusador. Pero hay personas que son más vulnerables, entre ellas las que tienen el síndrome de la chica buena. Al final, no han aprendido a qué pueden poner límites, a pedir lo que necesitan y a que pueden marcharse del vínculo cuando no está siendo sano.
Trabaja en el ámbito de la salud mental. ¿Esa bondad de la que habla es enfermiza? De hecho ¿la salud mental es la gran olvidada de la sanidad pública?
Totalmente. Solo hay que ver las largas listas de espera que hay para poder acceder a una consulta de psicología. Hoy, ir al psicólogo es un privilegio, no un derecho como debería serlo. Este síndrome no es un problema lineal de salud mental, pero sí es un patrón de comportamiento que puede acarrear muchos problemas de salud mental, como es la ansiedad, la depresión o a un nivel de obsesividad elevado. No llevan a los trastornos como tales, porque estos tienen causas multifactoriales, pero sí generan el caldo de cultivo.
Siguiendo con el título del libro, ¿por qué hay que librarse de ser una chica buena?
Básicamente para liberarse de esa necesidad de valorarse únicamente a través de la complacencia hacia los demás. Lo interesante es que aprendamos a sostener nuestra autoestima en quienes somos realmente; ya sé que es algo abstracto y hay que buscarla, pero que no se sostenga solo en la mirada que los demás proyectan en nosotras, sino que puedas construir tu yo y quién quieres ser.
¿A quién dirige su libro, a mujeres, a las jóvenes …?
Al escribirlo pensaba en mujeres de entre 20-40, el perfil que más me llega a consulta, pero a través de mensajes de lectoras y lectores me he encontrado que el síndrome afecta a todo el mundo. Así que creo que cualquier persona que se identifique y que sienta que en su vida no se deja espacio para sí misma, que tiene miedo a la crítica, etc., se puede beneficiar del libro.