Una alimentación equilibrada y también rica en nutrientes siempre ayuda a fortalecer el sistema inmunológico y a combatir de forma eficaz los resfriados, e incluso a que el proceso de recuperación sea más rápido. Además, es fundamental alternarlos con una buena hidratación; no hay que olvidarse de beber abundante agua o zumos cuando se esta en cama.
Cítricos. Las naranjas, los pomelos, las mandarinas, los limones, las fresas, los kiwis, los pimientos y todo alimento rico en vitamina C ayuda a fortalecer el sistema inmunológico y a reducir la duración de los síntomas del resfriado.
Ajos. Contienen compuestos con propiedades antimicrobianas y antiinflamatorias.
Cebolla. Rica en vitaminas y minerales, es expectorante, antiséptica y depurativa. Cocida es perfecta para aliviar las afecciones respiratorias como congestión en los bronquios o tos, pues ayuda a expectorar.
Jengibre. Consumido en forma de té o en sopas, trata la congestión y las náuseas.
La miel. Es muy eficaz para el alivio de la irritación de la garganta y la tos.
Jalea Real. El alimento que fabrican las abejas para alimentar a su reina tiene complejos enzimáticos que refuerzan las defensas. Lo ideal es tomarla combinada con própolis y equinácea.
Alga espirulina. Por su riqueza en nutrientes (vitaminas B, hierro, ácido fólico, magnesio, zinc…) es de gran ayuda para fortalecer y tonificar al organismo. Hay que tomarlo en comprimidos o polvo.
Pollo. Tiene muchos nutrientes que resultan buenos para mejorar los síntomas del resfriado. Mención especial merece el caldo de pollo caliente, mano de santo para los catarros.
Legumbres y frutos secos. Ricos en zinc, también son muy recomendables.
Germen de trigo. Es la fuente más rica en vitamina E, y además tiene otros minerales como el magnesio y el silicio, muy necesarios para reforzar el sistema inmunitario.
Probióticos. El yogur, el kéfir, la col fermentada o el miso contienen bacterias ácido lácticas (lactobacilus) que mantienen el equilibrio de la flora bacteriana intestinal y que podrían contribuir a reducir la intensidad de los síntomas de un resfriado.