Hasta que llegó a nuestras vidas el Covid-19 la tuberculosis era la enfermedad infecciosa más mortal del planeta. La provoca la bacteria Mycobacterium tuberculosis, que se propaga cuando una persona contagiada expele gotículas con el bacilo (por ejemplo, al toser), y suele afectar a los pulmones, pero igualmente puede atacar otros órganos. Se cree que hasta un cuarto de la humanidad es portadora, pero solo un pequeño porcentaje desarrolla la patología. Y es una enfermedad que, tal y como explican los especialistas, es prevenible y curable. De hecho, cerca del 85% de las personas contagiadas se curan con un tratamiento de seis meses. Sin embargo, para ello es clave que se diagnostique lo antes posible y que se lleve correctamente el tratamiento, que puede durar hasta dos años cuando el paciente contrae alguna de las cepas más resistentes a medicamentos.
Los expertos se lamentan de que en el Estado español no existan cifras reales desde hace tres años, pero constatan a escala global que, si bien las mascarillas han influido en el descenso del número de casos, también ha aumentado la mortalidad.
La luz la aportan los nuevos tratamientos orales, que ayudan a combatir incluso las variantes multirresistentes, y la esperanza es seguir insistiendo en todos los ámbitos para que la necesidad de frenar por fin esta lacra no caiga en el olvido.
Esta dolencia mata, según la OMS, a más de 1,3 millones de personas en el mundo cada año. El doctor Julio Ancochea, presidente de la Red TBS-Stop Epidemias, coincide con otros expertos en señalar que "la pandemia del Covid-19 ha afectado muy negativamente al control mundial de la tuberculosis, con una reducción en el número de casos diagnosticados, que no reales, pasando de 7,1 millones en 2019 a 5,8 millones de en 2020, una disminución del 18% a nivel mundial, lo que supone que solo un 58% de las tuberculosis fueron diagnosticadas en 2020".
Este descenso en la incidencia se contrapone con el ascenso en la mortalidad durante el mismo periodo de más de 200.000 personas, algo que ha sucedido por primera vez en las últimas décadas, lo que refleja el impacto negativo de la pandemia en el acceso a los servicios de salud y el desvío de recursos para combatir el Covid-19.
En esta misma línea, la experta Sarai Quirós, responsable del Área de Tuberculosis e Infecciones Respiratorias de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, estima que en los próximos cinco años habrá un repunte en la incidencia de la tuberculosis, con un aumento hasta los 6,3 millones de casos nuevos, y continúe la tendencia al alza de la mortalidad, alcanzando los 1,4 millones de muertes como consecuencia de la pandemia.
Sin tiempo
"No hay tiempo que perder", afirma el doctor Ancochea, recordando que es imprescindible mantener activos los servicios que atienden la tuberculosis y abordar las inequidades que fomentan su trasmisión. "Cada día hay en el mundo 4.000 muertes y 30.000 nuevos casos", reconoce el presidente de la Red TBS Stop Epidemias, por lo que "la tuberculosis es un problema de primera magnitud".
Los nuevos tratamientos orales abren una luz a la esperanza para estos pacientes. En este sentido, el doctor Javier García Pérez incide en señalar que "el 85% de los casos son sensibles a los fármacos orales de primera línea y pueden manejarse con un esquema de 3-4 fármacos durante seis meses".
Los expertos recuerdan que hay diez países que son responsables del 70% de los casos de tuberculosis multirresistentes en el mundo, y alguno de ellos pertenece a Europa Oriental, por lo que hay que estar alerta y ofrecer a los refugiados de esa área geográfica a su llegada un despistaje en enfermedades infecciosas, incluyendo a la tuberculosis, que permita la detección precoz y un seguimiento médico adecuado. "El Plan de Prevención de la Tuberculosis vuelve a ser una prioridad política", concluye Joan Caylà, presidente de la Fundación de la Unidad de Investigación en Tuberculosis de Barcelona.