El sistema inmunitario está compuesto por una compleja red de células, tejidos y órganos especializados que trabajan de forma coordinada. Su principal función es reconocer y atacar a aquellas sustancias extrañas, principalmente microorganismos patógenos (bacterias, virus, parásitos y hongos) causantes de enfermedades.
Desde el punto de vista funcional podemos decir que tenemos dos tipos de inmunidad. Una es la inmunidad innata, que genera la reacción más rápida y proporciona una primera defensa frente a los microorganismos que producen una infección. Las células que participan en este tipo de inmunidad reconocen determinadas moléculas que están presentes en diferentes patógenos, por lo que su especificidad es limitada. Por otro lado está la inmunidad adaptativa, que produce una reacción más lenta, pero con mayor capacidad para dirigirse contra los microorganismos patógenos ya que su respuesta es mucho más específica. Esta respuesta se desarrolla a lo largo de nuestra vida y nos protegerá de futuras reinfecciones.
Desde que comenzasen las investigaciones sobre la inmunidad y los anticuerpos frente al Covid-19, ha surgido una tercera visión alrededor de las células T. Teresa Bermejo, bióloga del equipo médico de Melio.es, ha desarrollado una pequeña guía que explica qué son estas células T y la importancia de conocer la respuesta inmune del cuerpo ante un virus.
Las células T forman parte de un tipo de inmunidad adaptativa
Existen dos tipos de respuestas inmunitarias adaptativas, conocidas como inmunidad humoral e inmunidad celular. Ambas respuestas no actúan de forma independiente, sino que su activación y acción está coordinada. La inmunidad humoral está mediada por los linfocitos B que producen anticuerpos o inmunoglobulinas. Estos anticuerpos reconocen los patógenos, se unen a ellos y los neutralizan.
Los linfocitos T o células T forman parte de la respuesta inmune celular y son el principal mecanismo de defensa frente a los microorganismos intracelulares, patógenos que crecen y se multiplican en el interior de las células del huésped al que están infectando. Un ejemplo de microorganismo intracelular son los virus, como el SARS-CoV2. La respuesta inmune de los linfocitos T se basa en detectar y destruir aquellas células que han sido infectadas. De esta forma evitan que el microorganismo pueda replicarse y se propague la infección. Además, liberan diferentes citocinas y mensajeros que van a activar otras células que participan en la respuesta inmune.
¿Cómo trabajan las células T?
Las células T se fabrican en la médula ósea. Después viajan al timo, una glándula donde van a ser educadas para que expresen receptores capaces de detectar a los patógenos y diferenciarlos de nuestras propias células, para que el sistema inmune no ataque a las células sanas de nuestro organismo. Los linfocitos T o células T recién formadas salen del timo y circulan por la sangre, la linfa y los órganos linfoides secundarios (bazo, ganglios linfáticos, mucosas€). Durante su viaje pueden entrar en contacto con un patógeno capaz de unirse a sus receptores y así se activará la respuesta inmune.
¿Qué ocurre cuando te infectas de Covid-19?
Cuando enfermamos de Covid-19 el virus que produce la enfermedad, el SARS-Cov2, infecta las células superficiales de nuestras vías respiratorias. Las células T serán las responsables de identificar y eliminar aquellas células que han sido infectadas, sin dañar a las que están sanas y se encuentran en las proximidades. Gran parte de la memoria del sistema inmunitario se debe a estas células. Sabemos que la memoria de las células T puede perdurar durante décadas, pero todavía no sabemos durante cuánto tiempo nos proporcionan protección frente al SARS-CoV2, ya que es un virus demasiado reciente y todavía no ha pasado el tiempo suficiente para concretarlo.
¿Las vacunas generan inmunidad celular?
El principal objetivo de las vacunas es activar el sistema inmunitario y conseguir una respuesta lo más parecida posible a la que produciría la infección por el virus. De esta forma se logra generar memoria frente a un patógeno sin los efectos nocivos de sufrir la enfermedad. La respuesta de las células T cuando se administra la vacuna del Covid-19 es similar a la respuesta frente a la infección real, lo que induce que estas células se reproduzcan y se generen células T de memoria, que nos protegerán frente a futuras infecciones.
Estudiar la inmunidad celular
Si una célula T que posee receptores específicos frente a un patógeno entra en contacto con él, se va a unir a las proteínas de su membrana. Esto provoca que esa célula T se active y liberen una serie de moléculas, llamadas citocinas, que van a estimular y regular la acción de otros componentes del sistema inmunitario. Las pruebas que estudian la inmunidad celular se basan en este proceso. Se pone en contacto una muestra de sangre del paciente, que contiene células T, con fragmentos del virus capaces de estimularlas. Las citoquinas liberadas durante este proceso será lo que se detecte mediante diferentes técnicas analíticas.
Inmunidad celular vs test de anticuerpos
Nuestro cuerpo no es capaz de desarrollar una respuesta inmunitaria sólida mediada únicamente por la inmunidad humoral o la inmunidad celular. Para que el sistema funcione y nos ofrezca una respuesta apropiada es necesario que los componentes de ambos tipos de inmunidad interactúen entre sí. Esto significa que, mientras que la respuesta mediada por células T es importante para combatir el coronavirus, esta es solo la mitad de la respuesta inmune, siendo la producción de anticuerpos (producidos por los linfocitos B) la otra mitad restante.
Realizarse un test de inmunidad celular Covid puede indicar si se ha generado una respuesta inmune mediada por las células T tras haber sido infectado por el virus SARS-CoV-2 o haber sido vacunado. Sin embargo, para una visión más completa de la respuesta inmune frente al virus, puede ser recomendable realizar también una prueba de anticuerpos (serología).