La pandemia de Covid-19 ha propiciado un aumento de los casos de depresión, y así se desprende de diferentes estudios científicos. Uno de los más recientes, publicado en The Lancet y realizado en 204 países y territorios, cifra el aumento en el 28% en el año 2020 en todo el mundo. Además, la crisis del coronavirus ha provocado 53 millones de trastornos depresivos más de los esperables, 35 de ellos en mujeres, quienes junto con los jóvenes son los colectivos poblacionales más afectados, según la citada revista científica.
A pesar del incremento, los especialistas confían en que las cifras se aminoren, pero factores como el estilo de vida o una sobreprotección de los menores conllevarán que los trastornos depresivos continúen, aunque de forma más lenta, creciendo progresivamente.
Lorenzo Armenteros, médico y miembro del Grupo de Trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) señala que los grupos más frágiles han sido los adolescentes y las personas mayores. Los primeros "porque necesitan socializar en su vida diaria, y los ancianos por la soledad y por encontrarse fuera de su entorno familiar y sin visitas en los centros. Todo esto ha motivado que afloren determinadas patologías que estaban enmascaradas o no existían". Esto sin olvidar a los afectados por Covid persistente, el 10% de los pacientes. Porque la enfermedad es al mismo tiempo causa y consecuencia de este tipo de trastornos y provoca "efectos directos e indirectos en la generación de problemas emocionales".
Otro de los grupos más afectados por los trastornos depresivos ha sido, como queda dicho, las mujeres. "Ellas, cajeras, limpiadoras, asistentes€ han trabajado bajo mayor presión", sostiene el experto.
Diagnóstico precoz
Este especialista aboga por los tratamientos multidisciplinares, con médicos de familia y psicólogos clínicos, "que deben formar parte del equipo de atención primaria; no puede ser un anexo del hospital ni aterrizar para hacer de menos a los médicos de familia".
Pone también el acento en la importancia de la prevención y el diagnóstico precoz. "La investigación no puede parar; hacen falta tratamientos que cubran un amplio abanico de síntomas con menos efectos secundarios. También hay que buscar nuevos modelos de asistencia, como es el abordaje compartido junto a salud mental y otros profesionales".
Eduard Vieta, jefe de Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Clinic, argumenta que el SARS-Cov2 "es un virus cerebral" y muchos de los síntomas del Covid, incluida la fiebre, "vienen por el impacto del virus en el cerebro". Paralelamente, provoca efectos indirectos en el ánimo, como consecuencia de las cuarentenas y los confinamientos.
En opinión de Vieta, "las cifras de cuadros depresivos volverán a una cierta normalidad a lo largo del próximo año, pero no hay que olvidar que esa supuesta normalidad consiste en que los trastornos mentales tienden a aumentar de forma lenta pero progresiva, situación que ya ocurría antes de la pandemia, y que tiene que ver con nuestra resiliencia y con las expectativas derivadas del estado de bienestar", añade.
Para Vieta son los jóvenes a los que más les está costando salir de las secuelas emocionales de la pandemia, ya que el confinamiento marcó sus "necesidades de libertad". Las consecuencias "se han visto en un mayor consumo de drogas, autolesiones e intentos de suicidio".
Intentos de suicidio
Según la doctora Rosa Molina, psiquiatra en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid y presidenta de la Sección de Neurociencia Clínica de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, "el aumento de las consultas de salud mental se debe más a los trastornos adaptativos o depresiones reactivas". Otro dato llamativo, al tiempo que "escalofriante", alertó, es el aumento de los intentos de suicido entre los más jóvenes, "hasta el punto de que esta será la primera causa de muerte en este grupo de población".
Un dato positivo para esta experta es que salud mental ha entrado a formar parte de la agenda política, "y la gente ahora está más concienciada y dispuesta a pedir ayuda. Mi impresión es que empiezan a llegar más casos leves a las consultas que antes", apunta con esperanza.
Todos los especialistas participantes coinciden en señalar que naturalizar las enfermedades mentales también ha provocado una cierta banalización de la depresión. "No es lo mismo tener síntomas depresivos que sufrir una depresión, y lo mismo se aplica a la ansiedad. Muchas personas han padecido malestar emocional, nerviosismo y dificultades para conciliar el sueño, pero esas son otras realidades".
'Influciencia' y redes
La doctora Molina, influciencer, como se define ella misma (una mezcla de influencia y ciencia), reconoce que las redes sociales han sido demonizadas por su potencial adictivo y la extensión de fenómenos como las autolesiones digitales o el uso de hashtags que ocultan información nociva sobre patologías mentales. Sin embargo, "están demostrando también un enorme potencial para combatir y compensar esos efectos. Ejemplo de ello son las campañas de muchos influencers en redes sociales que han hablado de su asistencia al psicólogo o psiquiatra de una manera abierta y desestigmatizando".
Desde el inicio de la pandemia, explica, ha habido un crecimiento exponencial en el número de profesionales (psicólogos, psiquiatras, enfermeros de salud mental, trabajadores sociales, terapeutas, docentes, investigadores, etc) que se ha animado a divulgar de una manera distinta. "Las redes nos brindan una oportunidad óptima para el contacto directo con el otro, el intercambio, lo visual, lo auditivo. Tenemos que tratar que la información fiable y el conocimiento llegue allí donde están nuestros pacientes. Hay que adaptarse a los nuevos modos de comunicación en la manera de lo posible", remacha la influciencer.
Algunas cifras
* Los trastornos depresivos son la antesala de los suicidios. Y según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2019 se suicidaron en el Estado español 3.671 personas.
* De ellas, 2.711 eran hombres y 900 mujeres. Ya es la principal causa de muerte no natural en personas de 15 a 29 años, por delante de los accidentes de tráfico.
* La crisis del coronavirus ha provocado 53 millones de trastornos depresivos más de los esperables en todo el mundo, 35 de ellos en mujeres.
* En el Estado español el incremento de la incidencia ha pasado del 7% al 20%, una de cada cinco consultas. Y si se habla de trastornos del ánimo, las cifras estarían cercanas al 80%.
* De los cinco millones de personas infectadas por coronavirus, 500.000 estuvieron ingresadas en el hospital; el resto fueron tratadas y acompañadas por los médicos de Primaria (AP).
* El Estado español es uno de los países que más ansiolíticos y fármacos consume. Según la Agencia Española del Medicamento, solo Portugal supera a España, donde 91,07 de cada 100.000 personas los utilizan.
* Según la OMS, el 50% de los problemas de salud mental comienzan en la población antes de los 14 años y el 75% antes de los 18. Muy jóvenes.
Almudena Sánchez escritora y autora de la obra 'Fármaco': "Dialogaba con la muerte"
La escritora Almudena Sánchez, autora de la obra Fármaco, en la que relata su lucha para salir de la depresión, incide en la necesidad de naturalizar la enfermedad, pero también en darle la importancia que merece. "Hay muchos bulos sobre la depresión. No es una enfermedad que no se cure y tampoco es un cuento o una tontería. Hace falta más empatía y comprender, al fin, que la salud mental importa y daña, y para eso hay profesionales médicos". Sánchez recalca que los fármacos, a los que no hay que temer, "al igual que mitigan cualquier otra enfermedad física, también lo hacen con la depresión; la ciencia es importantísima y en cuanto a salud mental, cada vez avanza más, afortunadamente".
Sin embargo, es consciente de que muchas personas fracasan por falta de paciencia. "Cuando comencé a tomar los antidepresivos que me prescribió el especialista pensé que a los pocos días estaría bien. Entonces no sabía que había que esperar bastante tiempo a que hicieran efecto; los tratamientos tardan en dar resultados. Al año y medio empecé a sentirme bien. Por eso elogio a la ciencia y a los antidepresivos, que en mi caso me han devuelto a la vida. Sin ellos estaría muerta", asegura.
Sánchez, que trabaja con las palabras, el lenguaje, las emociones y la condición humana, reconoce que la depresión la había llevado a un intento de suicidio, que finalmente no logró consumar, pero que deja huella, y ahora ya curada estimula a todos para que se enfrenten a los procesos depresivos cuanto antes. "De estos temas hay que hablar, verbalizarlos con otras personas y pedir ayuda", incide.
Vivimos en una sociedad en la que la tristeza está mal vista, "y ser débil parece que tampoco está bien; hay que estar felices a toda costa. Por eso la tristeza se esconde, y todo esto es causa de muchas depresiones, de las que no está libre nadie; cualquiera puede sufrir un proceso de depresión que le lleve a situaciones extremas".
A pesar de su juventud, esta escritora tuvo que enfrentarse también a un cáncer de ovarios, "una enfermedad mucho más respetada que un trastorno mental. De hecho, estuve más cerca de la muerte con la depresión que con el cáncer", subraya visiblemente emocionada. "Dialogaba con la muerte y pensaba en todas las formas posibles de matarme", concluye una vez superados felizmente ambos procesos.