La denominada fiebre por virus del Nilo Occidental es una enfermedad que apareció por primera vez en Europa en los años 50. La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que el virus "se aisló por vez primera en 1937 de una mujer del distrito del Nilo Occidental en Uganda". En 1953 se identificó en aves (cuervos y palomas) del delta del Nilo. En el Estado español, según datos de Sanidad, entre los años 2010 y 2016 se notificaron focos en diversas explotaciones equinas de Sevilla, Cádiz, Huelva, Málaga y Córdoba, así como en puntos de las provincias de Ciudad Real, Badajoz, Cáceres y Ávila.

El transmisor de esta infección al ser humano suele ser un mosquito del género Culex. Estos mosquitos se infectan cuando pican a aves infectadas. "El virus pasa a las glándulas salivales del mosquito, que cuando pica puede inyectar el virus a los seres humanos y los animales, en los que luego se multiplica y puede causar enfermedad", señala la OMS.

Síntomas

Aproximadamente el 80% de las personas infectadas son asintomáticas; en el 20% restante causa fiebre, dolores de cabeza, cansancio, dolores corporales, náuseas, vómitos y, a veces, erupción cutánea (del tronco) y agrandamiento de ganglios linfáticos.

En los casos más graves puede derivar en una encefalitis o meningitis, causando dolores de cabeza, fiebre elevada, rigidez de nuca, estupor, desorientación, coma, temblores, convulsiones, debilidad muscular y parálisis.

Aunque la enfermedad puede presentarse en personas de cualquier edad, la OMS precisa que los mayores de 50 años y las personas que han recibido algún trasplante son las que tienen más riesgo de padecerla. El periodo de incubación suele durar entre 3 y 14 días.

Tratamiento

Respecto a su tratamiento, hasta la fecha no hay vacuna ni antivirales específicos para esta infección. En los casos más graves "hay que recurrir a medidas de sostén, tales como hospitalización, administración de líquidos por vía intravenosa, apoyo respiratorio y prevención de infecciones secundarias", apunta la OMS.

Los casos leves se tratan con analgésicos para reducir la fiebre y aliviar algunos síntomas.