Ubicado en el corazón de la región vinícola de Navarra, Olite es una joya medieval que invita a sus visitantes a retroceder en el tiempo. Con su imponente castillo, sus estrechas calles adoquinadas y su vibrante cultura enológica, este pintoresco pueblo no solo es un testimonio vivo de la historia del territorio navarro, sino también un destino imprescindible para los amantes del vino y la arquitectura gótica.
Si partimos desde la capital navarra, el camino a Olite no es muy complicado, ya que en autobús es fácil llegar en unos cuarenta y cinco minutos, mientras que en coche no se tardan más de treinta y cinco por la AP-15. En caso de partir desde cualquiera de las capitales de Bizkaia, Gipuzkoa o Araba, el método más sencillo para arribar a Olite en transporte público es realizando una primera escala en Pamplona, para así poder llegar más directamente a la localidad. Si nuestra intención es acercarnos en coche, desde Gasteiz se tarda una hora y media aproximadamente por la AP-15, desde Bilbao unas dos horas y veinte también por la AP-15, y desde Donostia una hora y media por la A-15 y la AP-15.
Plaza Carlos III
Una vez en Olite, la primera parada no puede ser otra que la Plaza Carlos III, un espacio amplio y animado, rodeado de cafés y tiendas que invitan a detenerse y disfrutar del ambiente local. Las fachadas de las casas de estilo medieval, inevitablemente transportan en el tiempo a todos los que las observan, a la vez que el bullicio de los turistas y los lugareños llena el aire con una energía cuanto menos contagiosa. Continuamos el recorrido caminando por sus estrechas calles empedradas, que maravillan con la arquitectura tradicional tan propia de Olite. Con unos balcones adornados con flores y unas pintorescas puertas de madera, es inevitable sentirnos como si estuviéramos en un cuento de hadas. Y más aún si cada esquina revela una nueva sorpresa, desde pequeñas plazas escondidas hasta antiguas iglesias que recuerdan a guardianes silenciosos del pasado.
Iglesia de Santa María
La siguiente parada que les proponemos no podía ser otra que la iglesia de Santa María, una joya arquitectónica del siglo XII en la que al entrar no podemos evitar quedarnos impresionados por la grandeza de sus columnas y la belleza de sus vidrieras. Y más aún teniendo en cuenta el olor a incienso que impregna el aire, lo que crea inevitablemente una atmósfera de serenidad y contemplación.
Palacio Real de Olite
Ha llegado el momento de la verdad, por lo que nos dirigimos hacia el Palacio Real de Olite, una obra maestra del gótico y el mudéjar. Con unas imponentes torres y murallas, por un instante podremos sentirnos personajes de un cuento de caballeros y princesas, pues al recorrer sus murallas no es difícil imaginarse las celebraciones y los banquetes que habrán tenido lugar bajo sus techos en tiempos pasados. Sobre todo, si pensamos en que seguramente serían salones decorados con opulencia los que se encontraban en su interior.
Y es que cabe mencionar que sus torres se alzaban majestuosas hacia el cielo azul, por lo que al entrar en el recinto amurallado es imposible no quedarse sin aliento ante la magnificencia de la fortaleza. Sus patios interiores se encuentran decorados con exuberantes jardines y elegantes columnas, mientras que las murallas ofrecen unas vistas panorámicas espectaculares del pueblo de Olite.
Explorar cada rincón del castillo nos lleva a imaginar las intrigas y batallas que habrán tenido lugar entre sus muros a lo largo de los siglos. Con sus escaleras de caracol y sus arcos imponentes, aprovechamos las alturas de sus murallas para disfrutar del verdor de los campos que rodean el pueblo.
¿Conocían estas curiosidades de Olite?
Repleto de maravillas históricas y arquitectónicas, el famoso Palacio Real de Olite, que data del siglo XV, fue residencia de los reyes de Navarra y es uno de los mejores ejemplos de arquitectura gótica civil en Europa. Este palacio cuenta con numerosas torres, patios y jardines propios de la época medieval en que fue construido. Asimismo, Olite también destaca por albergar la iglesia de Santa María la Real, que es difícil de olvidar por su impresionante portada gótica. Además, este pueblo navarro es conocido por sus festivales y tradiciones, como la Fiesta de la Vendimia en septiembre, que celebra la rica herencia cultural vinícola de la región. El vino es, al fin y al cabo, una parte esencial de su cultura local, y es posible visitar diversas bodegas para degustar vinos navarros. Aparte, Olite también alberga un pasado romano, evidente en los restos arqueológicos y en el trazado de sus calles. Cabe destacar también el Convento de San Francisco que, aunque se encuentre en ruinas, añade un toque místico al paisaje común del pueblo.
Recomendaciones y normas a seguir
Para poder acceder al castillo de Olite es necesario reservar entrada para entrar en sus instalaciones. Recomendamos verificar los horarios de apertura, ya que varían según la temporada y reservar con antelación los fines de semana y en temporadas altas. A la hora de realizar la reserva, es posible elegir diferentes planes que se adaptan a las necesidades de cada visitante, habiendo algunos familiares, enológicos e incluso teatralizados. Es posible optar por visitas guiadas, cuya disponibilidad se encuentra en la página web oficial del Castillo de Olite. En cuanto a las normas, no está permitido fumar ni comer dentro del recinto del castillo, además de que es obligatorio utilizar las papeleras en todo momento. Aparte, es posible tomar fotografías en la mayoría de las zonas del castillo siempre que estas sean sin flash. Algunas de las áreas del castillo pueden no ser accesibles para personas con movilidad reducida, debido a la naturaleza histórica de la estructura. Recomendamos tener cuidado en las escaleras y terrazas, además de que está prohibido apoyarse o sentarse en las barandillas y en las estructuras históricas. Por último, los niños deben estar supervisados por un adulto en todo momento y las mascotas no están permitidas dentro del castillo, a excepción de perros guía.