El horizonte se vuelve progresivamente más árido a medida que nos acercamos a ese lugar aún enigmático y poco conocido que es Carahunge. Desde la capital, Yerevan, a casi 3 horas de distancia y a 200 kms, vamos atravesando el país hacia el sur, hacia la provincia de Syunic. El trayecto nos va mostrando la variedad de paisajes que componen el país; desde grandes planicies de cultivos, a viñedos, bosques y altas montañas desnudas, sólo vestidas en invierno con el manto blanco de la nieve.
Temperaturas heladoras en invierno, y calor sofocante en verano. Ahora es verano. El sol brilla en lo alto y no hay una sombra a la vista. Tierra seca, caminos de piedras y poca vegetación. El vehículo que nos trae hasta aquí estaciona a una buena distancia. Toca caminar. A unos cientos de metros, según avanzo, puedo empezar a ver las primeras piedras, algunas son enormes, otras en cambio aparecen rotas o caídas… y de un primer vistazo, me recuerdan a otro lugar.
Este sitio arqueológico es conocido con diversos nombres; el más utilizado, Carahunge, que significa piedras parlantes, nombre que deriva de las palabras armenias kar (piedra) y hoonch (sonido), supuestamente porque aquellas que presentan perforaciones generan sonidos de diferente intensidad cuando el viento sopla fuerte y las atraviesa. Por otro lado, también se le conoce como Zorats Karer, cuyo significado es algo así como piedras verticales. Y el nombre popular es el de Stonehedge de Armenia, ya que sin duda recuerda de alguna forma a ese mítico lugar. Y como tal, la controversia surge entre quienes defienden que Carahunge es el más antiguo observatorio astronómico que se ha descubierto en el mundo, más antiguo aún que el propio Stonehedge (según dataciones realizadas, este lugar existe desde hace unos 7.000 años) y quienes lo consideran una gran Necrópolis de la Edad de Bronce.
También tiene similitud con otro yacimiento arqueológico europeo, el de Karnak, en la Bretaña francesa, que cuenta con la mayor acumulación de menhires del mundo, unos 3.000, colocados en línea en grandes extensiones de tierra. Aquí, en Carahunge, algunas de estas piedras son similares en aspecto y peso, excepto aquellas en las que en la parte superior aparecen las mencionadas perforaciones, agujeros a los que se les ha buscado diferentes explicaciones. y es que, a día de hoy, nadie sabe a ciencia cierta para que se realizaron estos orificios. Hay algunas hipótesis, naturalmente.
Observatorio Astronómico o Necrópolis
En esta gran explanada de casi ocho hectáreas hay 223 piedras de varias toneladas de peso diseminadas de distinta forma, por un lado brazos al norte y al sur, que parecen ser caminos trazados con una dirección, mientras que hay un área algo mejor definida, un óvalo en cuyo centro puede apreciarse perfectamente una pequeña necrópolis rodeada por unas 40 piedras. Ahí sí, la necrópolis parece evidente.
Aunque el yacimiento está actualmente algo olvidado por científicos e investigadores, y los últimos estudios serios datan de finales del siglo XX y comienzos del XXI, se acepta en su mayoría que este conjunto megalítico está relacionado principalmente con la observación astronómica. La hipótesis más aceptada es que la colocación de las piedras que tienen agujero, unas 80 de este tipo en total, forman parte de un método que consistía en observar a través de la abertura, hacia la piedra colocada delante, fijando la vista en su punto más alto, en el pico, para encontrar la posición exacta de una determinada estrella o constelación. Servirían pues como apoyo visual para hallar o posicionar unas u otras estrellas en el firmamento. Pero, aunque parece plausible, resulta imposible confirmar esa hipótesis a la luz del día, que es cuando tienen lugar las visitas turísticas.
En cualquier caso, es una bonita y aceptable explicación para un lugar que tras un primer vistazo, parece mucho más que un lugar destinado a un enterramiento.
Pero sí, hay, como decía, quienes creen que se trata de una antigua necrópolis, y basan su opinión y estudios en la existencia de esa tumba central rodeada por los 40 menhires, y en el hecho de que se han encontrado algunas piezas de cerámica, collares y puntas de flecha.
Lamentablemente lo cierto es que este bello y enigmático enclave, alejado de cualquier población habitada, no suscita hoy en día demasiado interés, ni a propios ni a extraños, excepto a los pocos turistas que cada año se acercan a esta zona, promovidos por las agencias locales en un intento de dar a conocer lo máximo del país. Armenia, ex república soviética desde el año 1991, no es un país rico precisamente y durante largos años ha mantenido conflictos con vecinos como Turquía o Azerbaiyán, con quien las disputas continúan por la inestabilidad en la zona de Nagorno Karabaj. Puede decirse que el país está hoy día en un momento agridulce, modernizando sus infraestructuras y acercándose cada vez más a esa Europa a la que quiere pertenecer y parecerse.
Así, en los últimos años, el turismo está creciendo y son cada vez más las personas que acuden a descubrir y contemplar su arquitectura, su naturaleza y su Historia, como cuna de una de las más antiguas civilizaciones del mundo. Armenia está llena de tesoros. Y Carahunge es sin duda uno de ellos, pero en el camino hacia la ansiada democracia, necesita invertir y enfocar sus recursos en otros campos y otros compromisos.
El misterio seguirá…
Tras poco más de una hora recorriendo el sitio, antes de marchar, una breve visita al pequeño museo, si así puede llamarse, ubicado a la salida/entrada del lugar. Apenas una pobre y desamparada edificación de 30 metros2 en donde se pueden ver o comprar algunos recuerdos, algún libro con la breve y poco conocida historia de esta zona, fotografías y algunas piezas encontradas en excavaciones cercanas; poco más…
Probablemente, el misterio de estas enormes y curiosas piedras y de quienes se esforzaron por llevarlas allí, seguirá vivo durante mucho tiempo.
