Desde que los romanos llegaron a la península Ibérica el nombre de Cantabria ha estado presente en la historia denominando a una zona donde vivía el pueblo cántabro. Su importancia fue tal que se extendió también al dar nombre al mar que baña sus costas, el Cantábrico, y se extiende desde el cabo Ortegal, en A Coruña, hasta la desembocadura del río Adour en la ciudad de Baiona.

Pero también nombro al sistema montañoso que trascurre paralelo a la costa, la cordillera Cantábrica, en cuyo centro se encuentra los montes Cántabros. Aunque es la costa el principal foco de atracción de visitantes esta comunidad autónoma, sus montañas y los pueblos que se encuentran en sus laderas merecen más de una y de dos visitas.

Estos son cinco municipios de la montaña de Cantabria, de la Cantabria interior, que podrían estar en cualquier lista de lugares con encanto, de localidades más bonitas, de pueblos que hay que conocer sí o sí. Pero de camino entre ellos hay otros tantos que pueden entrar en esas listas.

Liérganes

Escultura que recuerda a Francisco de la Vega Casar, protagonista de la leyenda del Hombre Pez de Liérganes. Freepik

Declarado bien de interés histórico artístico en el año 1978, Liérganes cuenta con un núcleo urbano que alberga una impresionante muestra de la arquitectura clasicista de los siglos XVII y XVIII. En la que destaca el barrio de El Mercadillo, en la que destaca la Casa de los Cañones. En su proximidad también se puede disfrutar de otras casonas antiguas como la Casa Rañada Rubalcaba, la Casa Rañada y Portilla y la Casa de la Cuesta del Mercadillo. Otra visita merece la iglesia gótica de San Sebastián y San Bartolomé, un edificio levantado entre los siglos XIV y XV y que los 27 de junio celebra la romería de San Bartolomé. Además, su balneario de aguas ofrece una interesante opción a los amantes del turismo de salud, mientras que los buscadores de historia podrán conocer la leyenda del Hombre Pez, un aprendiz de carpintero natural de este pueblo que de desapareció en el mar en Bilbao y apareció cinco años después en Cádiz con el cuerpo cubierto de escamas. Una escultura lo recuerda.

Santillana del Mar

Fachada de la colegiata de Santa Juliana, uno de los principales monumentos de Santillana del Mar. Freepik

Una de las localidades cántabras más conocidas, aunque sea solo por el mote del pueblo de las tres mentiras. Pero ninguna de ellas hace referencia a la riqueza histórica que encuentra el visitante. Su patrimonio traslada a quien pasee por sus calles al esplendor de la Edad Media, con sus luces y sus sombras. La colegiata de Santa Juliana, las torres de Merino y Don Borja, las casas del Águila y la Parra, los palacios de Velarde, Barreda, Tagle y Villa son algunos de los edificios que van saliendo al paso del visitante. La parte oscura la pone el Museo de la Tortura y la Inquisición, donde se recoge diversos aparatos de tortura y de castigo utilizados entre los siglos XV y XIX. Para aliviar pesares , también se puede acudir al Mueso de Altamira y a la Neocueva así como el Zoo y Parque del Cuaternario de Santillana del Mar.

Bárcena Mayor

Una de las casonas montañesas tradicionales que caracterizan Bárcena Mayor. Freepik

En el valle de Saja se encuentra Bárcena Mayor, un pequeño pueblo tradicional cántabro en el que las casa de piedra con balcones de madera son las protagonistas. Conjunto histórico-artístico desde 1979, no hay que dejar de visitar la iglesia de Santa Maria, del siglo XVII, las antiguas casas rectorales, y recorrer sus calles para admirar las típicas casonas montañesas populares, con amplias solanas y soportales abiertos por arquerías de sillería. Su entramado de calles es peatonal, por lo que hay que dejar en los aparcamientos exteriores. Las actividades de turismo activo son su principal atractivo, además de caza y pesca, el senderismo y las rutas para bicicletas de montaña ofrecen numerosas posibilidades.

Carmona

Las casas de grandes sillares y los balcones de madera encandilan en Carmona. Freepik

Otro pueblo de montaña tradicional es Carmona, en el valle medio del Nansa. Conserva su viejo trazado urbanístico muy concentrado con gran número de casas rurales propias de la zona. El edificio civil más señalado es el palacio Díaz Cossío y Mier, construido en el siglo XVIII y actualmente reconvertido en alojamiento turístico. Su fachada la componen un cuerpo central flanqueado por sendas torres cuadradas. Por lo que respecta a la arquitectura religiosa, la iglesia parroquial de San Roque y las ermitas de Nuestra Señora de Guadalupe y de Lindes, todos del siglo XVIII, completan un interesante conjunto declarado también histórico artístico. Los interesados en la artesanía de madera encontraran varios talleres en los que se fabrican las tradicionales albarcas de madera.

Potes

Uno de los varios puentes que cruzan el río en Potes. Freepik

Conocida como la villa de los puentes y las torres, es una de las paradas del Camino Lebaniego, el que lleva hasta el monasterio de Santo Toribio de Liébana. Este año 2023, el 16 de abril, festividad de santo Toribio, cae en domingo por lo que está declarado año jubilar. Los peregrinos que busquen ganar este jubileo y el resto de los simples viajeros que arriben a Potes podrán admirar en su casco urbano, entre otras, las torres del Infantado y la de Orejón de la Lama, las principales de la localidad. Pasear por sus callejuelas parece un viaje en el tiempo hacia el medievo mientras se conocen las historias de enfrentamientos entre las familias Mendoza y Manrique.