Unas imágenes en las calles de varias ciudades de la provincia china de Liaoning han tenido en vilo a muchas personas, sobre todo en las redes sociales, desde finales de marzo. Lo que aparentemente se ve en un vídeo que se hizo viral son coches cubiertos de cientos de gusanos que han caído del cielo y que provocaban que la gente saliera a la calle con paraguas, pero la realidad es bien distinta.
Se llegó a hablar de “lluvia de gusanos” y se achacó a diferentes razones, como un “mensaje apocalíptico” de las Sagradas Escrituras o un fenómeno natural poco común. Varios medios de comunicación aseguraron que los gusanos habrían sido arrastrados por fuertes vientos fruto de una tormenta. Es lo que tienen las redes sociales, que dan pie a soltar cualquier teoría, por increíble que parezca, y siempre hay alguien que se la cree.
Esos supuestos gusanos, como los habitantes de esas ciudades tenían muy claro, no eran más que flores secas de álamo, un árbol muy presente en esa región. Esas flores alargadas, que tienen forma de oruga, al mojarse con la lluvia adquieren una textura pegajosa y caen por el peso y por el viento sobre las calles y los coches, asemejándose a gusanos.