¿Por qué optó por no ser vicelehendakari ni dirigir un departamento?

—Porque, en estos momentos, el horizonte que tiene el partido en Euskadi es de crecimiento, y para poder dedicar tiempo al partido, evidentemente, tienes que estar muy centrado. Y también queremos mantener un discurso más autónomo y eso es más fácil desde fuera del Gobierno.

¿Cuando dice “más autónomo”, quiere decir sentirse más libre para criticar, si llega el caso, al PNV?

—No, no tiene por qué ser para criticar, tiene que ser para seguir manteniendo una autonomía que, muchas veces, si estás en el Gobierno, no la puedes mantener. Además, la bicefalia es una fórmula que ya funcionó muy bien en la legislatura pasada, con Idoia Mendia como vicelehendakari y consejera y yo como secretario general. En estos momentos nos conviene mantener esa fórmula.

¿Qué fue lo más complicado de la negociación con los jeltzales?

—Me atrevo a decir que no hemos tenido excesivas complicaciones. Ha sido sencilla porque ya teníamos una hoja de ruta marcada de legislaturas anteriores y porque ha sido fácil contrastar los programas y encontrar puntos en común. Creo que muy probablemente haya sido una de las negociaciones más sencillas de los gobiernos de coalición entre PSE y PNV.

Pero no me imagino que al PNV le fuera fácil cederles las políticas de memoria.

—Dentro de las conversaciones que mantuvimos, surgió la posibilidad de que gestionáramos Justicia y las políticas penitenciarias, y entendimos que, si eso era así, nosotros también debíamos asumir las políticas de memoria. Hicimos ese ofrecimiento, y el PNV aceptó a las primeras de cambio. 

¿De verdad cree que ha habido un sesgo en Gogora? ¿Cuál?

—Yo no creo que haya habido tanto un sesgo, sino que ha habido cosas que no han tenido un protagonismo. Siempre suelo decir que es muy importante hablar de las víctimas, y las víctimas seguirán siendo el centro de las políticas que haga Gogora, pero conviene hablar también de los victimarios. Y a mí me ha faltado muchas veces ese relato en torno a los victimarios, en torno a lo que ha pasado, pero sobre todo en quién lo ha provocado, tanto en las cuestiones que ocurrieron en la guerra civil, en la dictadura y en la transición, y también durante el periodo de ETA.

Sin olvidar, imagino, los GAL y el resto de organizaciones parapoliciales…

—Si hay una persona que ha exigido los principios de verdad, justicia y reparación respecto a los GAL, ese he sido yo. Por tanto, en estos momentos, no voy a cambiar.

También se han hecho con la política penitenciaria. ¿Tampoco les convencía el trabajo que se ha hecho desde que se asumió la competencia?

—En este caso no ha habido ningún tipo de problema. La ley está perfectamente definida y solo hay que cumplirla. Además, desde el anterior Departamento y desde el Gobierno de España, ha existido una relación muy estrecha y se ha trabajado muy bien en estas cuestiones.

¿Hacía falta un gobierno con quince carteras? ¿Por qué?

—Sí. Teníamos claro que había que cambiar la estructura heredada de un momento de crisis que, en algunos casos, impedía que las consejeros y los consejeros se centraran en cuestiones que entendíamos prioritarias. Y se habían generado cuellos de botella que creaban ciertas dificultades. Ha sido una decisión en torno a la eficiencia y la eficacia.

¿Qué le parecen los primeros pasos del lehendakari Imanol Pradales? Está teniendo una agenda muy intensa.

—No podía ser de otra manera. Yo tengo que decir que la interlocución del lehendakari con nosotros está siendo muy fluida. Preveo que la agenda seguirá siendo muy intensa porque hay muchos agentes sociales a los que escuchar y que quieren ser escuchados.

Una de las grandes prioridades, si no la mayor, es alcanzar un amplio pacto sanitario. ¿Comparte los plazos y la metodología que hemos conocido esta semana?

—Sí. Es algo que teníamos ya perfectamente definido en nuestro programa de gobierno. Este pacto nace con muy buenos mimbres. Yo creo que habrá voluntad de alcanzar un acuerdo por parte de la práctica mayoría de los grupos de la cámara.

Lo veo optimista. La sanidad es un asunto muy goloso para hacer oposición…

—Sí, pero lo cierto es que la pasada legislatura hubo mucha crítica pero hubo muy pocas propuestas. Pero ahora sí pienso que es factible porque creo que en estos momentos conviene que seamos responsables y firmemos ese acuerdo. A partir de ahí, la oposición tendrá la oportunidad de criticar si el gobierno no gestiona bien, pero me da la sensación de que no les vamos a dejar mucho flanco para que puedan hacerlo.

También se pondrá el acento en la vivienda, que gestionan ustedes y con un recurso a la ley estatal que sigue su curso. ¿Habrá choques en esta materia?

—No. Yo creo que, una vez que se resuelva ese recurso, no se va a producir ningún tipo de choque. Yo en ningún momento le di mayor importancia al recurso y solo espero que se resuelva lo antes posible y así tengamos clarificadas las posiciones y la herramienta que nos brinda la ley para poder gestionar de la manera más eficaz posible.

Otra de las cuestiones que vuelve a estar sobre la mesa es la renovación del Estatuto. ¿Es impresión mía o usted se pone a la defensiva cuando se plantea el asunto?

—No. Yo siempre digo que tenemos que centrarnos en lo que nos une y no en lo que nos separa. Y lo que nos une es más que lo que nos separa. Lo vimos hace dos legislaturas, cuando se activó la Ponencia de Autogobierno y comprobamos que en más de un 80 por ciento teníamos un amplísimo consenso. Me parecería absurdo que otra vez algunos sacaran del cajón el acuerdo que firmaron en su momento y abocaran al fracaso a ese pacto estatutario.

¿De verdad cree que PNV y/o EH Bildu quieren emprender algo parecido al ‘procés’?

—Yo espero y deseo que no. A la vista de lo que ha ocurrido en Catalunya tenemos muy buen ejemplo de en qué nos tenemos que centrar. Si nos centramos, tenemos un buen trabajo ya avanzado en lo que hicimos la última vez que se activó la Ponencia de Autogobierno.

En todo caso, en el acuerdo para la investidura de Pedro Sánchez, el PSOE y el PNV consensuaron una hoja de ruta que incluía el debate sobre el reconocimiento de la nación vasca. ¿Comparte el PSE ese planteamiento?

—No le veo mayor problema en la medida en que ese reconocimiento ya está hecho en unos cuantos estatutos como el de Valencia o incluso Andalucía. Si la fórmula es similar, todos aceptaremos ese reconocimiento de la nacionalidad que, por otra parte, ya está en la Constitución española. 

¿Qué le parece que el PNV haya anunciado que hará una ronda para encauzar el nuevo pacto estatutario?

—Está en su perfecto derecho. Con nosotros ya tiene un recorrido hecho. Somos socios y nosotros, evidentemente, iremos con la mejor disposición para conseguir ese pacto estatutario cuando la ponencia se abra.

¿Qué pensó cuando el portavoz de EH Bildu, Pello Otxandiano, le pidió al lehendakari un ámbito particular de confianza solo con él en ese terreno?

—A las primeras de cambio, ha querido excluirnos de la negociación. Parece que no ha aprendido absolutamente nada de su primer fracaso político, que fue querer excluirnos del pacto en Educación. Parece que quiere repetir la experiencia.

En paralelo a ese trabajo, habrá que terminar de cerrar todos los traspasos pendientes. ¿En qué plazo cree que se conseguirá?

—Hay materias en las que no será fácil. Pero la voluntad política de ambos partidos y ambos gobiernos está clara. Me consta que muy pronto el departamento y el ministerio mantendrán contacto personal para seguir profundizando y trabajando.

¿Y se materializarán todas, incluyendo la gestión económica de la Seguridad Social?

—Pues yo esa la veo un tanto complicada. Creo que tenemos que ser muy cuidadosos porque la demografía que tenemos en Euskadi es la que es y tampoco podemos podemos poner en riesgo la estabilidad económica. Creo que todos somos conscientes de las dificultades que conllevaría asumir esa gestión.

¿Cómo está viendo los primeros posicionamientos de Pello Otxandiano tras la formación del gobierno? Está teniendo discursos muy conciliadores…

—Sí, constantemente apela a los espacios compartidos, pero a las primeras de cambio, siempre nos excluye a los que no pensamos como él, a los que no somos independentistas. Quiere hacer un discurso conciliador, pero en cuanto rascas, le sale su vena excluyente.