Las reuniones públicas no suelen ser las más decisivas, y el propio PNV reveló la semana pasada que, en realidad, de manera discreta, las negociaciones con el PSOE para la investidura de Pedro Sánchez como presidente español han empezado ya. Pero a nadie se le escapa la expectación que genera el primer encuentro público que van a mantener este martes Sánchez y el portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, a las 12.45 horas en la Cámara. Los cinco escaños del PNV son imprescindibles para que repita como presidente y para que salgan adelante sus leyes y Presupuestos, a pesar de que, en los primeros compases de estas conversaciones, los guiños hacia el soberanismo catalán hayan brillado más en público. 

Como es habitual en el caso de los jeltzales, las fuentes consultadas por este periódico no han querido adelantar lo que va a trasladar este martes Esteban en privado a Sánchez. En cualquier caso, el PNV no ha ocultado en las últimas semanas su intención de exigir a Sánchez que cumpla los compromisos que asumió en la anterior legislatura y que no llevó a término (entre ellos, las transferencias que recoge el Estatuto de Gernika, como la de trenes y la gestión del régimen económico de la Seguridad Social), abordar el reconocimiento nacional de Euskadi y una relación bilateral que ponga fin a la erosión del autogobierno y las invasiones de competencias, y que el programa legislativo del Gobierno español sea en cierto modo compartido por los socios que lo van a apoyar y no incluya leyes que se interpreten como una agresión, como ha sucedido con la Ley de Vivienda y podría suceder previsiblemente con la de Cohesión Territorial.

En paralelo, el PNV ha puesto el foco también en la agenda democratizadora para mejorar el control sobre el trabajo que realizan los espías del Centro Nacional de Inteligencia, y ha pedido reformar la Ley de Secretos Oficiales para arrojar luz sobre episodios como la muerte del joven Mikel Zabalza tras su detención en Intxaurrondo. Son cuestiones que tampoco llegó a encarrilar Sánchez, al igual que otros debates trascendentes para Euskadi en el plano económico como el blindaje de los sistemas de previsión de las cooperativas vascas.

Esteban ha ido preparando el terreno para un proceso largo y ha dado a entender que la investidura de Sánchez, si es que no se repiten las elecciones, va para largo. La fecha límite para que Sánchez consiga la confianza del Congreso es el 27 de noviembre. Si no lo lograra, el 14 de enero se celebrarían unas nuevas elecciones. 

No molestar a los socios

¿Ha asumido el PSOE la petición de que su programa no ofenda a los socios? No hay una respuesta clara, aunque los socialistas parecen asumir cada vez con mayor claridad que sus socios tienen más fuerza, necesitan todos sus votos y, además, han asumido el marco de que la negociación debe abarcar la estabilidad de toda la legislatura. Por un lado, el propio Sánchez y la ministra María Jesús Montero sí han confirmado que no se limitarán a buscar un acuerdo de investidura, sino que también quieren un acuerdo para que la legislatura aguante cuatro años, una petición que le habían formulado de manera expresa tanto el PNV como el lehendakari Urkullu. Los jeltzales habían avisado a Sánchez de que va a necesitar todos los votos de sus socios todo el tiempo, al contrario de lo que sucedía en la anterior legislatura, donde podía echar mano de Bildu y esquivar a otros aliados que le pusieran más objeciones en materia competencial, como sucedió con la Ley de Vivienda. 

Ahora, todas las leyes tendrán que contar con el aval de PNV y Junts, lo que, a su vez, resta margen de maniobra a Sumar, que ya no podrá apretar tanto a Sánchez en este terreno y en otros similares. Algo de todo esto parece sobrevolar en el ambiente, porque ya la semana pasada se filtraron algunas informaciones que apuntaban a que el PSOE estaba frenando algunas peticiones de Sumar que podrían chocar con otros socios. En ese contexto, Yolanda Díaz avisó de que el acuerdo está lejos. Varios grupos, entre ellos el PNV, ya venían avisando de que esta legislatura será muy difícil y Sánchez tendrá que saber encajar las propuestas. El propio Esteban repitió la semana pasada en Radio Euskadi que “hay que centrarse en aquello en lo que podamos estar de acuerdo todos, y dejar para otro momento las cosas en las que no”. “Vamos a ver si somos lo suficientemente inteligentes para que las cosas vayan avanzando”, alentó.

Vivienda

Pero, por otro lado, se mantiene el escollo de la Ley de Vivienda. Esteban explicó que parece que está en fase de arreglo interpretativo, y lo que haría falta es un arreglo legislativo, un retoque, ante los recursos que han materializado ya el Parlament catalán y las comunidades del PP. Euskadi espera alcanzar un acuerdo que evite el recurso al Tribunal Constitucional. Pero las palabras de la ministra Raquel Sánchez avisando de que la ley seguirá en vigor no han ayudado nada y preocupan al lehendakari, porque parecen alejar una solución dialogada. Donde sí rectificó el Gobierno español, por boca del ministro Albares, fue en la idea de priorizar el uso del catalán en Europa.

Mientras tanto, el debate político en el Estado sigue girando en torno a la figura de la amnistía para las personas implicadas en el procés, un asunto que sigue azuzando el PP para engordar su saca de votos ante una hipotética repetición electoral. El PSOE trató de quitarse la presión este lunes y aseguró que no solo los catalanes le piden esa amnistía, sino también 57 diputados entre los que contabilizó al PNV. Esteban constató la semana pasada que están circulando borradores, aunque desconoce si Junts va a plantear un paquete negociador que vaya más allá.