La Mesa del Congreso se convierte en ocasiones en un agujero negro en el que quedan atrapadas las iniciativas más delicadas de los partidos nacionalistas vascos y catalanes. La prórroga para registrar enmiendas, un mecanismo al que recurren habitualmente los partidos estatales, deja esas iniciativas en un limbo permanente, durmiendo el sueño de los justos y sin llegar al debate y votación en pleno. La semana pasada estuvo a punto de cuajar la posibilidad de que el PNV entrara en la Mesa del Congreso, el órgano de control que se encarga de ordenar el debate de la Cámara de los diputados y tramitar las iniciativas y preguntas al Gobierno español, pero finalmente el PSOE y Sumar tomaron la decisión de no ceder puestos a los nacionalistas vascos y catalanes para garantizarse el control total de la situación. El portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, ha constatado este martes en Radio Euskadi que la presencia de los jeltzales hubiera “dado garantías a las fuerzas nacionalistas” para mover sus agendas y que no quedaran sumidas en un letargo, pero PSOE y Sumar decidieron “que no, que ellos iban a ocupar esa mayoría”.

Pero, ¿qué sucedió exactamente en torno a la negociación de la Mesa? La presencia del PNV en el órgano, paradójicamente, no la alentó de manera pública el partido jeltzale, sino que lo hicieron más bien otras voces como la de Coalición Canaria, e incluso algunos ámbitos catalanes. Coalición Canaria llegó incluso a plantear que el PNV presidiera el órgano. Esa presidencia no se la llegó a plantear el Euzkadi Buru Batzar en sus reuniones internas, pero sí es verdad que se planteó tener un asiento, como ha ocurrido ya en tres legislaturas. El PNV le veía tres virtudes: por un lado, la presencia del nacionalismo vasco o catalán podía ser positiva en la medida en que estas fuerzas están llamadas a tener un protagonismo especial en la próxima legislatura, y el PNV podría ser de entre todas ellas la que mayor equilibrio aportara en la Mesa; además, se trataba de mover las agendas nacionalistas en el Congreso y también de generar un clima de confianza entre Pedro Sánchez y sus posibles socios; y, por último, la Mesa es para estos partidos un órgano muy opaco y les parecía positivo tener un emisario en la forma del PNV para comprobar cómo influyen en Euskadi, Catalunya, Galicia o Canarias distintas iniciativas y preguntas a debate.

Ya durante las últimas legislaturas se ha comprobado que la ampliación del plazo para registrar enmiendas es un mecanismo del que en ocasiones se abusa, aunque afecte a iniciativas que en teoría el PSOE respalda, como las reformas de la ley mordaza o de los secretos oficiales planteadas por el PNV, que estuvieron varadas durante meses en ese trámite. La posibilidad de que los jeltzales entraran en la Mesa llegó a estar bastante madura, a juzgar por las reflexiones públicas que se hicieron al respecto. Pero el PSOE comprobó que iba a lograr la presidencia de la Mesa con independencia de que hiciera este gesto o no, es decir, tenía garantizados los respaldos necesarios, incluido el de Junts. El PNV y EH Bildu también votaron a favor de la socialista Francina Armengol. Por lo tanto, ceder un asiento se convertía ya en una cuestión de pura voluntad política y no de necesidad. Y, en ese escenario, el PSOE y Sumar decidieron no mover ficha y asegurarse cinco asientos frente a los cuatro del PP, para que nada escapara de su control. Los apoyos se los aseguraron con otro compromiso, el de dar vía libre al uso de las lenguas cooficiales en la Cámara.

Sin presencia

Esta decisión se ha recibido sin dramatismo porque han sido muchas las legislaturas sin presencia nacionalista vasca y catalana en las mesas. Pero sí queda como una oportunidad perdida en una legislatura en la que, si Sánchez logra amarrar los respaldos necesarios para repetir como presidente español, deberá apoyarse nuevamente en vascos y catalanes.

La presidencia de la Mesa del Congreso se la ha asegurado el PSOE con Francina Armengol. Tiene además otros dos puestos (la vicepresidencia primera, con Alfonso Gómez de Celis, y una secretaría). Sumar tiene una vicepresidencia (Esther Gil) y una secretaría. Entre ambos suman cinco, la mayoría absoluta en este órgano sobre un total de nueve asientos. El PP logró el resto de puestos y no cedió ninguno a Vox. Tiene dos vicepresidencias ocupadas por José Antonio Bermúdez de Castro y Marta González, y dos secretarías.

Senado

La Mesa del Senado se la reparten PSOE y PP, mientras que en la anterior legislatura el jeltzale Imanol Landa fue secretario segundo. Fue clave para tratar de forzar debates como la rebaja del IVA en peluquerías.