Como sucede cada 14 de julio, el PNV ha rendido tributo este viernes a la ikurriña que fue creada por los hermanos Luis y Sabino Arana hace 129 años, y que con el paso del tiempo se convirtió en un símbolo socialmente asumido por todos más allá del partido jeltzale, lo que condujo a su reconocimiento como bandera oficial por parte de las instituciones. El homenaje, que en esta ocasión ha coincidido con la campaña de las elecciones generales del 23 de julio, llevó al PNV a trazar un paralelismo: si la ikurriña es el símbolo nacional de Euskadi, su grupo en el Congreso y el Senado es “el símbolo de la defensa de Euskadi en Madrid”, porque su trayectoria histórica en las Cortes estatales lo ha llevado a convertirse en la cara visible de las reivindicaciones vascas tras décadas de negociaciones, acuerdos y presencia continuada en el hemiciclo. El PNV vuelve a recurrir a su raigambre centenaria para presentarse como la opción original y con experiencia, frente a una izquierda abertzale que amenaza con hacerle la competencia pero que hasta su reciente incorporación había boicoteado las elecciones generales o bien había tenido una presencia esporádica. También se diferencia de los grupos que tienen otros intereses más allá de lo vasco, los partidos de obediencia estatal. 

El PNV se lanza a por el voto de todos aquellos que quieran poner en el mapa las reivindicaciones de Euskadi, y se presenta como un partido que simboliza el rostro de Euskadi en Madrid para toda la sociedad vasca, sean “nacionalistas o no, abertzales o no”.

El homenaje comenzó en el batzoki Bilbo Zaharra con la izada de la ikurriña y la interpretación del Eusko Abendaren Ereserkia. La kalejira se dirigió entonces a la calle Correo de la capital vizcaina, la antigua ubicación del Euskeldun batzokija donde se izó por primera vez en la historia la enseña vasca, hace más de un siglo. Los cientos de afiliados jeltzales se dirigieron después a la plaza del Teatro Arriaga para escuchar las intervenciones del presidente del EBB, Andoni Ortuzar, y del portavoz en el Congreso y candidato por Bizkaia, Aitor Esteban. El cabeza de cartel jeltzale sigue inmerso en una agenda frenética, y venía de haber participado la noche anterior en Madrid en el debate televisivo a siete, con una estrategia que consistió en aprovechar cada turno de palabra para colocar la agenda vasca y las reivindicaciones relacionadas con el autogobierno, frente a un discurso de EH Bildu más centrado en marcar perfil de izquierdas e internacionalista.

"La cara de Euskadi en Madrid"

Ortuzar hiló la izada de la ikurriña en 1984 con la presencia del PNV en Madrid. “Desde otra dimensión, se ha convertido ya en un símbolo con atributos: un grupo serio, trabajador, responsable, férreo en la defensa de lo vasco y de nuestro autogobierno, capaz de hablar con todas y con todos, y amigo de los acuerdos, sólido en la tribuna y en las negociaciones legislativas. Es lo que ha permitido al grupo del PNV convertirse en el Grupo Vasco y representar a Euskadi y a la defensa de los intereses de todas y todos los vascos en Madrid, sin excepción”, sostuvo. 

Lo contrapuso a “otros partidos que, o bien se debían a otros intereses más amplios por ser partidos estatalistas” (en una alusión velada a PP, PSOE y Podemos), o bien “boicoteaban la acción institucional en Madrid porque ir allí era traicionar al pueblo vasco”, en referencia a la izquierda abertzale, que solo se ha incorporado plenamente al trabajo en las Cortes durante el mandato de Pedro Sánchez y tras el fin de la violencia. “Pero sustancialmente sigue siendo el Grupo Vasco el que lleva el peso de la defensa de lo vasco”, puntualizó Ortuzar.

Aitor Esteban es hoy, para toda la sociedad vasca, sean nacionalistas o no, abertzales o no, la cara de Euskadi en Madrid, la persona que representa y simboliza lo vasco en Madrid”, añadió. Y cree que han puesto sobre la mesa no solo los asuntos vascos, sino que Esteban ha sido también en general un “referente en la lucha por los derechos humanos y las libertades civiles en esta legislatura” con la propuesta de reforma de la Ley de Secretos Oficiales para sacar a la luz episodios como la muerte de Mikel Zabalza, la reforma de la ley mordaza o las enmiendas para “mejorar todas las leyes sociales”.

Ortuzar apostó por mantener esta presencia para pelear por el reparto de los fondos europeos, respetar el autogobierno, garantizar el Concierto Económico... Y recurrió a las encuestas, que sitúan los resultados en un puño, para movilizar al votante: “Un voto arriba, un voto abajo, va a ser decisivo el día 23 a la hora del recuento, y después también en el Congreso, cuando haya que votar; todo se va a jugar en un pañuelo”.

"Un pueblo que no se deja vencer fácilmente"

Esteban trazó otra analogía entre la forma en que los símbolos vascos han perdurado pese a los vaivenes de la historia, la Guerra Civil y la dictadura, y la forma en que el autogobierno vasco está en juego igualmente en Madrid con el debate de cada ley y cada medida. “Fuimos nosotros y nosotras quienes, con nuestro surgimiento como partido y la creación de la ikurriña, cristalizamos la negativa de nuestro pueblo a disolverse, a ir pereciendo poco a poco junto con su lengua tras la abolición foral y la llegada de la modernidad”, dijo. Defendió que Euskadi “es un pueblo que ha sobrevivido a siglos y siglos de encuentros con otras gentes, que ha visto su tierra atravesada por unas y otras naciones, más grandes y poderosas que él, un pueblo que consiguió mantener su idioma, mientras todos a su alrededor desaparecían desarbolados por el poderío del latín y el imperio romano...”. “Un pueblo así no se deja vencer fácilmente”, avisó.

Esteban repasó cómo, en 1895, un año después de izar la ikurriña por primera vez, el PNV se constituyó como partido y, desde entonces, su trayectoria ha estado marcada por tres objetivos: “luchar por el autogobierno de nuestro pueblo, mejorar su vida y hacerlo desde una perspectiva democrática”. “Defender, pero no agredir. Morir si es necesario, pero no matar”, zanjó.

El candidato criticó el empeño de los estados español y francés en “imponer” lo que se debe sentir, y denunció también a quienes “desde dentro de Euskadi se empeñaban en acosar y derribar nuestras instituciones, llamándolas el gobierno vascongado o el conciertillo despreciativamente, y acosaban y amedrentaban violentamente”. Frente a los “vientos de recentralización”, apostó por “plantar una línea defensiva en Madrid, para defender el euskera, el Concierto y el Cupo con una voz “equilibrada, que no caiga en extremos ni demagogia”.