Euskadi vive una etapa dorada en su proyección internacional. Las instituciones vascas están recibiendo una inyección de autoestima con la designación de Bilbao como sede del secretariado de la coalición de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, y el viaje oficial que está realizando el lehendakari en París para participar en los actos del Tour 2023 que partirá desde Bilbao, y para presentar la nueva delegación del Gobierno vasco en la capital francesa. 

En un momento en que la propia esfera internacional concede un protagonismo creciente a los territorios, Iñigo Urkullu ha aprovechado este miércoles para pedir un salto cualitativo. Insistió en que se conceda un estatus especial en la Unión Europea a los territorios con competencias legislativas, el estatus de región asociada, para que puedan participar en la gobernanza y la toma de decisiones. Es una demanda que comparten 16 territorios agrupados en la iniciativa RLEG, incluidos gobiernos socialistas. Ese estatus supondría ser consultados en la elaboración de leyes y que su participación no quedara al albur de la decisión del Estado correspondiente, sino que fuera un mecanismo europeo consolidado.

Urkullu también pidió una vez más que Euskadi tenga un asiento en el Ecofin que reúne a los ministros de Finanzas de la Unión Europea, porque cuenta con unas haciendas forales propias. Además, lamentó la gestión centralizada de los fondos europeos por parte del Estado, en la línea de su apuesta por una mayor implicación de los territorios. La petición de tener voz la formula el lehendakari ofreciendo como garantía que Euskadi es europeísta y no es ningún caballo de Troya que vaya a dinamitar este proyecto, sino que estuvo comprometida desde el principio, desde la etapa del lehendakari Aguirre y la creación del club comunitario.

"Planteo el reconocimiento de estatus de región asociada para las regiones con voluntad de autogobierno y comprometidas con Europa"

Iñigo Urkullu - Lehendakari

Para afrontar la crisis

El lehendakari ha viajado a París llevando en su maleta su documento de aportaciones para la Conferencia sobre el Futuro de Europa, una conferencia que culminó hace unos meses y que espera que desemboque en una convención europea para reformar los tratados. En París, ante una mesa de expertos organizada por el Instituto Jacques Delors, uno de los think tank más potentes de Europa, Urkullu lanzó dos mensajes en una doble dirección: por un lado, ante los nuevos desafíos, ve necesario impulsar a Europa como actor relevante por encima de los estados, y apoya el debate que se está generando para crear una Comunidad Política Europea que agrupe también a los países vecinos y permita sumar todos los esfuerzos posibles; y, por otro lado, esa nueva Europa debe dar su espacio a los pueblos para responder a los retos más locales.

Urkullu cree que el contexto y las crisis que se han desatado en los últimos tiempos refuerzan su tesis, porque se ha demostrado que “los Estados son demasiado pequeños para los problemas de gran alcance, y demasiado grandes para resolver los problemas más locales, domésticos”. Mencionó la pandemia, la guerra en Ucrania, el envejecimiento de la sociedad, el reto de limitar el calentamiento global... Y llegó a una conclusión: es necesario afrontar esta crisis contando con el mayor número de manos posibles, con el multilateralismo, con las Naciones Unidas y la Unión Europea. 

“Entiendo Europa como unión de los pueblos que la componen, asentada en el principio de subsidiariedad y con una gobernanza multinivel. Una Europa que construya sus consensos desde abajo hacia arriba, otorgando un espacio a los pueblos, naciones, sociedades y gobiernos que conformamos la sociología europea. La eventual convocatoria de una convención europea para la reforma de los tratados nos ofrece una gran oportunidad”, recalcó.

Presencia en el Ecofin

Urkullu deslizó una crítica hacia el papel que se están arrogando los estados. Denunció la “escasa participación de las autoridades regionales y locales en la definición de los planes nacionales de recuperación y resiliencia” que “ponen en riesgo el éxito” de los fondos europeos. También apostó por “articular un mecanismo de participación de las instituciones vascas en los foros de decisión de la Unión Europea, en especial, el Consejo de Economía y Finanzas, el Ecofin, dado que contamos con competencias exclusivas en política fiscal”. 

El Estado sigue sin responder. Euskadi quiere entrar en el pleno del Ecofin, con el resto de ministros europeos, y no solo en los grupos de trabajo que preparan los dosieres de las reuniones, como sucede hasta ahora con una representación de las diputaciones forales. Se ha encarrilado la oficialidad de las selecciones vascas de pelota y surf, pero no hay movimientos en este campo. Más allá de que la presencia de Euskadi sea una aspiración abertzale, Urkullu lo plantea para que Europa gane legitimidad democrática ante los ciudadanos.

"Una unión entre pueblos"

Urkullu reconoció que la Unión Europea ha evolucionado desde la “ceguera regional” hasta un reconocimiento “creciente, aunque limitado”, de las regiones. Opinó que “urge arbitrar un adecuado encaje de las regiones, en especial las regiones constitucionales con competencias legislativas y aquellas que representan a realidades nacionales sin Estado”. Retomando la tesis del exparlamentario europeo Alain Lamassoure, pidió “el reconocimiento del estatus de región asociada de la Unión de los pueblos y naciones sin Estado que, históricamente, vienen expresando una voluntad de autogobierno y se muestran comprometidas con la integración europea”. “No estamos formando coaliciones entre estados, sino una unión entre pueblos”, parafraseó a Jean Monnet.