El lehendakari defiende que se respete el autogobierno vasco y que Euskadi tenga voz en Europa, porque está convencido de que las instituciones más cercanas a los problemas de los ciudadanos son las que ofrecen una respuesta más eficaz. Pero no significa que plantee que Euskadi sea una isla, sino que aboga por la cooperación con otros territorios en un momento de grandes desafíos como la crisis energética y alimentaria que se puede avecinar por la guerra en Ucrania. Esta doble vertiente de su reivindicación ha quedado clara este martes en la Asamblea General de la Comisión del Arco Atlántico en Donostia, un órgano que agrupa también a territorios de Irlanda, Portugal y a Cantabria. La comunidad autónoma vasca ejerce la presidencia desde 2020 y ha renovado su liderazgo por otros dos años más.
En el ámbito de la cooperación con otros territorios, el lehendakari defendió un “espacio atlántico fuerte” y que los estados aceleren el proceso para conceder a este foro el estatus de macrorregión marítima atlántica. Supondría dar un marco político a esa cooperación. Para ello, es necesario que los estados pulsen la tecla, y que el Consejo inste este proceso ante la Comisión Europea. En cuanto a la voz vasca, compartió la propuesta para la reforma de los tratados que presentó Lehendakaritza en la Conferencia sobre el Futuro de Europa ya finalizada, pero que podría desembocar en una convención y plasmarse en cambios.
Urkullu inauguró la asamblea, donde confirmó que se votaría la declaración política para pedir a los estados que aceleren el proceso para poner en marcha una macrorregión atlántica. Pidió igualmente que se impulse el corredor atlántico, una infraestructura que le parece clave para el proceso de integración europeo. Urkullu puso en valor, asimismo, que la declaración subraya el compromiso de ciudades y territorios con Europa. Puso sobre la mesa desafíos como la salida del Reino Unido de la Unión Europea, la pandemia “aún por superar”, o la guerra en Ucrania, “con unas consecuencias difíciles de determinar”. “Estos acontecimientos reafirman la necesidad de trabajar juntos”, dijo.
OTRO ESTATUS EN EUROPA
Presentó también el documento de Lehendakaritza sobre el futuro de Europa. El documento insiste en “articular una nueva categoría de regiones” para que sean sujetos activos en las políticas de la Unión, a imagen y semejanza de la figura de las regiones asociadas que defendía Alain Lamassoure. Se defiende un foro interinstitucional donde los territorios con poderes legislativos puedan seguir el proceso de elaboración de leyes y participar en cooperaciones reforzadas que les afecten.
Además, solicita la reforma del Comité Europeo de las Regiones para que se amplíen las materias sometidas a consulta y se dote de fuerza vinculante a sus dictámenes. Se contempla que los territorios estén legitimados para recurrir a la justicia europea y que, si un tercio de ellos llega a un acuerdo sobre una iniciativa, se les reconozca su capacidad para lanzar el debate legislativo en Europa.
El documento propone que los estados con estructuras complejas garanticen la participación de sus territorios en las formaciones del Consejo que afecten a sus competencias. Se cita de manera expresa un mecanismo de participación para las instituciones vascas en el Consejo de Economía y Finanzas. Hasta ahora, Euskadi solo participa en los grupos de trabajo, y no tiene un asiento en el pleno del Ecofin, codo a codo con los ministros de Hacienda, aunque en principio le correspondería por tener haciendas propias.
SOBERANÍA
Se aboga por establecer mecanismos para garantizar a nivel de la Unión Europea el respeto a los acuerdos alcanzados entre un estado y uno de los territorios que lo componen para decidir su estatus de soberanía. Se recrimina la “escasa o nula participación” de los territorios en el reparto de los fondos europeos, y se exige una revisión del tratamiento de la deuda de los estados ante las nuevas circunstancias.