- La invasión de Rusia contra Ucrania lo condiciona todo, también el manifiesto presentado ayer por el PNV para celebrar este domingo el Aberri Eguna. Los jeltzales abordan esta situación desde la empatía más absoluta con el sufrimiento de Ucrania, un pueblo oprimido ahora por Putin, que tiene derecho a decidir su futuro y cuyo presidente estableció un paralelismo con el bombardeo sobre Gernika. El manifiesto mantiene la apuesta por un proceso que es la razón de ser del PNV, el proceso de construcción nacional de Euskadi. Lo hace desde el pactismo y la visión pragmática al explicar que será “complejo y gradual”, y que deberá abordarse desde la unidad para que alumbre un autogobierno sólido y reconocido. Reivindica igualmente el “derecho de todos los pueblos a defender libremente su futuro”, trazando una comparación con Ucrania, y con una alusión al Sahara. Pero también se constatan las incertidumbres y los nuevos desafíos sociales y económicos, que condicionan mucho el manifiesto.

El partido de Sabin Etxea presentó este texto en un escenario simbólico, en Gernika-Lumo. En concreto, lo hizo ante el mural que replica el Guernica de Picasso, que retrata los horrores de los bombardeos durante la Guerra Civil. La secretaria del EBB, Mireia Zarate, y el burukide de Organización, Joseba Aurrekoetxea, hicieron público este documento aprobado por la Ejecutiva y plagado de paralelismos y solidaridad con Ucrania. El texto aboga por la “solidez” del modelo vasco, la justicia social, destila humanismo y un alegato de no violencia, y plantea acatar “la voluntad mayoritaria de la sociedad vasca” respetando a quienes piensan diferente.

El documento huye de las recetas mágicas. Con la Ponencia de Autogobierno aún en barbecho debido a los recelos del PSE y la apuesta de la izquierda abertzale por su propio texto, y en plena guerra en el este de Europa, el PNV reconoce las incertidumbres pero mantiene sus principios con una visión pragmática.

Plantea “construir sobre lo ya construido, sin pretender comenzar la historia”. “La construcción nacional, la hoja de ruta de Euskadi, está directamente vinculada a la capacidad de autogobierno y a la progresiva institucionalización de los derechos nacionales de Euskadi desde el diálogo y el acuerdo. Este proceso deberá estar enraizado en los valores democráticos más profundos, será complejo y gradual, pero exigirá la implicación del conjunto del país a través de una gobernanza colaborativa entre las instituciones públicas, el conjunto de los partidos políticos y la sociedad vasca. Solo de esta manera podremos lograr un autogobierno vasco sólido, ligado al proyecto europeo y reconocido a nivel global”, zanja.

El PNV justifica la necesidad de este autogobierno en cuestiones del día a día y del bolsillo que afectan a todos, como sucede ahora con la dependencia del suministro de materias primas. Por ello, aboga por “ser dueñas y dueños de nuestro destino”, “sin tutelas ni intermediaciones”. Defiende que “nuestro pueblo sea plenamente dueño de su destino en igualdad con el resto de pueblos de Europa y del mundo”. Para aclarar cuáles son los retos sociales y económicos que deberá abordar el nacionalismo vasco, aboga por escuchar a la ciudadanía, con Entzunez Eraiki.

“Luchamos por la libertad de Euskadi. La cuestión estriba en determinar cómo lo vamos a seguir haciendo en estos tiempos tan complejos. Y la respuesta siempre está del lado de la voluntad mayoritaria de este pueblo”, dice. Defiende dos premisas: la unidad ante la adversidad, y la confianza que se transmite de esa forma. El PNV defiende en esta declaración los derechos humanos, el derecho a la vida, a la libertad, a la decisión soberana de los pueblos, y dice “no a la guerra” sin dobleces.

El PNV vuelve a mostrar una solidaridad sin fisuras con Ucrania, un terreno en el que ya dio un paso al frente cuando defendió el envío de armas defensivas recordando la situación que se padeció durante la Guerra Civil en el caso del Estado español. Admite también el escenario totalmente incierto que se abre de ahora en adelante y lo que supone para Euskadi, que desde los albores vinculó su proyecto y su reconocimiento a la Unión Europea. En un ejercicio de memoria histórica, trae también a colación que el lehendakari Agirre, en el Manifiesto de Trucíos, durante la retirada del Ejército Vasco tras la ocupación de Bizkaia por los sublevados, zanjó: “El territorio habrá sido conquistado; el alma del Pueblo Vasco, no; no lo será jamás”.

El manifiesto recuerda que se cumplen 90 años desde el primer Aberri Eguna, repasa el sufrimiento padecido desde la sublevación militar y la dictadura, y pone de manifiesto que todavía existen fosas comunes y la obligación de recuperar esos cuerpos. Sobre la guerra de Putin, la condena como una “agresión injustificable, y que constituye una vulneración del Derecho Internacional, basado en la prohibición del uso de la fuerza para violentar la voluntad popular soberana de un pueblo y ocupar su territorio”.

En materia económica, constata que no ha habido recesión, pero sí una “desaceleración” de las previsiones que se habían realizado. Aboga por mitigar las consecuencias “de la mano de un sector público que lidere” y con justicia social. Y se abre una nueva era con nuevos retos: el demográfico, la cohesión social, la digitalización, el cambio climático, y garantizar el desarrollo de la identidad, la cultura y el euskera en un contexto cada vez más abierto. Vuelve a situar en el centro la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible. Reivindica en ese contexto el “modelo vasco” del PNV, y la apuesta por acatar la voluntad mayoritaria de la sociedad vasca, huyendo de “visiones sectarias”.

“El proceso exigirá la implicación del conjunto del país; solo así se logra un autogobierno sólido”

Manifiesto por el Aberri Eguna