usko Alkartasuna vive desde hace meses un auténtico culebrón complicado de seguir para los no iniciados, pero que ha roto el partido en dos y amenaza con extinguir unas siglas históricas que tuvieron durante décadas un peso notable en la política de Euskal Herria. En resumidas cuentas, en la formación fundada por Carlos Garaikoetxea actualmente conviven de forma traumática dos sectores a quienes separa ante todo la concepción que tienen sobre el papel a jugar en EH Bildu.
Mientras que la Ejecutiva actual de Eba Blanco es partidaria de no replantear las relaciones con la coalición, la corriente crítica liderada por Maiorga Ramírez denuncia que la izquierda abertzale ha arrinconado a EA en el seno de EH Bildu y aboga por recuperar independencia como partido. Más allá de todo el ruido y de las acusaciones cruzadas entre los bandos, el quid de la cuestión en la fractura del partido es la forma de relacionarse con los de Arnaldo Otegi. Y en torno a este debate va a girar en buena parte el congreso que comienza hoy en Gasteiz.
El cónclave se prevé muy agitado por todos los vaivenes que han rodeado su preparación, mayormente relacionados con la expulsión del partido durante cuatro años a Maiorga Ramírez y a cuatro coordinadores críticos: Iratxe López de Aberasturi (Araba), Mikel Goenaga (Gipuzkoa), Miren Aranoa (Navarra) y Esther Korres (Iruñea). Los cuatro quedarán fuera de la formación el próximo lunes; es decir, un día más tarde de que se cierre el congreso. Lo que pueda ocurrir a partir de hoy en la capital alavesa es difícil de prever ya que solo se conoce que Eba Blanco aspirará a revalidar la secretaría general, mientras que los críticos no desvelarán su candidato hasta el último momento.
Pero la guerra interna en EA no es solo a través de los canales internos, sino que hace tiempo que ha pasado ya a la vía judicial. Así, el caso de las primarias de 2019 -que se convocaron tras la dimisión de Pello Urizar y de las que Ramírez fue excluido por no alcanzar los avales suficientes en Iparralde- se ha convertido en un largo contencioso en el que se han sucedido diversas sentencias. La última de ellas, la de la Audiencia de Araba, dio en buena parte la razón a la corriente crítica y abogaba por la repetición del proceso interno en el que la afiliación nunca llegó a votar -ya que solo fue proclamada como aspirante Eba Blanco-. Sin embargo, Blanco optó por recurrirla al Tribunal Supremo en octubre del pasado 2021, con lo que el pleito está todavía pendiente de dirimirse.
Lo que es notorio es que los socialdemócratas han perdido peso en una coalición en la que nombres de Sortu o independientes copan cada día más los puestos de relevancia. Cuando Bildu surgió en 2011 tenía en primera fila a un buen número de dirigentes de EA -Pello Urizar y Juanjo Agirrezabala en el Parlamento Vasco, Rafa Larreina en el Congreso o Lohitzune Txarola en las Juntas de Gipuzkoa-, pero actualmente cuesta encontrar miembros de la formación en responsabilidades institucionales más allá de Eba Blanco en la Cámara de Gasteiz o Maiorga Ramírez en el Parlamento navarro.
Los oficialistas defienden sin embargo que la impronta del partido sigue muy presente en EH Bildu a pesar de ostentar menos cargos de primer nivel en la coalición, mientras que los críticos acusan a los de Eba Blanco de haber extinguido la vida interna y los foros propios del partido, en un camino hacia la desaparición de las siglas y la disolución en el paraguas de Bildu.
El portavoz de la actual Ejecutiva, Iker Ruiz de Egino, niega dichas acusaciones de querer disolverse en EH Bildu y defiende la aportación de EA en la coalición. “Yo tengo claro que EA está muy viva y muy presente. Nunca hemos buscado estar en primera línea en la foto, lo que hemos aportado es trabajo, ideas, cultura, costumbres, política”, argumenta. Respecto al congreso, rechaza cualquier irregularidad en su organización y dice que se ha hecho en base al reglamento.
Todo lo contrario opina Koldo Amezketa -histórico militante que fue presidente interino de la formación en 2009-, que ve una “deriva” en EH Bildu y critica con dureza cómo se ha gestionado el congreso que arranca hoy. “El tema de afiliación es imposible saber por dónde se mueve. Solo lo sabe la dirección y actúan en consecuencia, en función de sus intereses. Han concretado la capacidad de decisión en cada vez menos gente y han eliminado que la afiliación directa tome cualquier tipo de decisión importante”, lamenta.
Desde fuera y con perspectiva ve el conflicto Begoña Errazti, que lideró de 1999 a 2007 un partido del que ya no forma parte. Sobre la integración o no en EH Bildu, Errazti -que fue siempre contraria a unir fuerzas con la izquierda abertzale- asegura que el problema se da desde el principio: “Para que una coalición sea exitosa tienes que tener la suficiente fuerza, suficiente capacidad de exigencia y las suficientes garantías de la otra parte. Pero en este caso esas garantías no existían de origen”.
Así las cosas, el congreso que comienza hoy determinará qué camino elige la formación socialdemócrata ante una encrucijada que amenaza su supervivencia a medio plazo. Pase lo que pase, parece tarea casi imposible recoser un partido fracturado en dos corrientes que se atizan con dureza entre ellas y se antojan ya irreconciliables.
Recela de Sortu. Si bien no acostumbraba a prodigarse en público en los últimos años, el lehendakari ohia y fundador del partido, Carlos Garaikoetxea, ha realizado en los últimos meses varias apariciones en actos de apoyo al sector crítico y para denunciar los expedientes de expulsión contra Maiorga Ramírez y los cuatro coordinadores. El pasado enero Garaikoetxea afirmaba en una entrevista con este diario que la Ejecutiva de Eba Blanco “ha confundido las cosas” en la forma de coexistir en EH Bildu. “La dirección de EA ha ido a una integración de facto que significa borrar la virtud principal de una coalición, que es la amplitud del espectro ideológico y por consiguiente electoral”, resumía, dejando clara su posición en el cisma interno.
Quejas por el formato de la cumbre. En otro orden de cosas, el formato mismo del congreso que comienza hoy ha suscitado muchas dudas en las filas de la corriente crítica. Así, desde el sector liderado por Ramírez han denunciado en los últimos días que el cónclave no se realice de manera íntegramente presencial. Además, aprecian irregularidades en el número de compromisarios, lo que la Ejecutiva ha negado en redondo.
El quid de la cuestión en la fractura del partido es la forma de relacionarse con EH Bildu, y en torno a este debate girará el cónclave
Parece tarea casi imposible recoser un partido fracturado en dos sectores que se atizan con dureza entre ellos y se antojan ya irreconciliables