- Pablo Casado debe seguir rumiando qué ha salido mal. Su particular sudoku para alcanzar cuanto antes La Moncloa tenía como punto de partida mantener el poder en Castilla y León aunque con mayoría absoluta, desprendiéndose de Ciudadanos y sin depender de Vox, una plan que reforzara su liderazgo en Génova, relegara a Isabel Díaz Ayuso a un plano secundario y que acelerara el nuevo ciclo electoral con Andalucía como próxima estación.
La campaña ya dio señales de que su estrategia estaba cogida con alfileres porque, al margen de un triunfo que casi se daba por hecho, las expectativas que él mismo se había marcado podían saltar por los aires. Al final, solo ha cambiado de compañero de viaje y el horizonte en clave de política estatal se le presenta embarrado en tanto que Ciudadanos no es lo mismo que Vox, que ya le exige entrar en las Cortes de la comunidad que seguirá liderando Alfonso Fernández-Mañueco, imponiendo su agenda más regresiva y sin intención de ponerle alfombra verde a la formación conservadora.
Casado se resiste a una coalición con la ultraderecha que su candidato no rechaza y buscará explorar un gabinete en solitario, primero tanteando a las plataformas y marcas adheridas a la España Vaciada y, por qué no, olvidando sus palabras gruesas, ofensivas, mirando de reojo al PSOE. Pero desde Ferraz ya le han cerrado la puerta aunque haya voces, como la del pucelano Óscar Puente, que abogan por facilitarle la investidura al PP con una abstención.
El escudero de Santiago Abascal en esas tierras, Juan García-Gallardo, a quien el líder de Vox ya da tratamiento de vicepresidente de la Junta, ya anunció ayer que su partido tiene “el derecho y la obligación de integrar” el Ejecutivo de Castilla y León, y no tardó en imponer sus primeras condiciones: la derogación de la normativa autonómica contra la violencia de género y sobre memoria histórica. Una muestra de lo que la extrema derecha podría desarrollar cogobernando a mayor escala.
La ultraderecha reclama recibir “el mismo trato” que hasta la fecha el PP le había dado al moribundo C’s. “Ni más ni menos que a otros”, espetó el líder regional de Vox, cuyo perfil de Twitter le describe como una persona de tintes homófobos, racistas y antifeministas. De su lado están los números. En la pasada legislatura los de Francisco Igea, único superviviente naranja, accedieron al Gobierno con una vicepresidencia y tres consejerías con un resultado inferior al suyo. Cualquier negociación pasará por hablar de “derogar toda la legislación de izquierdas”, manifestó García-Gallardo, que afeó a Mañueco que prefiriera telefonear antes a los socialistas. En cualquier caso, insistió en que no se abstendrán ni van a regalar sus votos al PP porque “no han venido a ser la muleta de nadie”.
Mañueco ansía esa gobernanza en solitario, que es como la cuadratura del círculo, aunque asume que deberá “dialogar y negociar” con otras fuerzas, sin descartar a Vox. “Efectivamente”, contestó al ser preguntado por si el secretario general del PP, Teodoro García Egea, puede opinar pero no decidir. El presidente popular en funciones repelió la opción de la repetición electoral, que no se le pasa por la cabeza, rechazando hablar de “líneas rojas” respecto a la ultraderecha. Para más inri, no tiene fácil entenderse ni con la Unión del Pueblo Leonés, históricamente enfrentada al PP por la cuestión identitaria, ni con Soria ¡YA!, puesto que Mañueco es preso de sus palabras cuando comparó abiertamente a las formaciones localistas -incluía a Por Ávila- con los partidos “separatistas” a nivel del Estado.
El PSOE ya le ha dicho que con ellos no cuenten, desautorizando de paso al alcalde de Valladolid y exportavoz socialista, partidario de la abstención. “No vamos a facilitar un gobierno que a partir de marzo tiene una agenda ante los tribunales por casos de corrupción”, expresó el portavoz de la Ejecutiva Federal, Felipe Sicilia, que se consoló con haberse quedado a 15.000 votos de los populares. “El PP ha obtenido una victoria pírrica. Ha perdido 60.000 votos y depende absolutamente de Vox si quiere gobernar. Este escenario lo propiciaron ellos con el único objetivo de reforzar a Casado y trasladar la idea de un cambio de ciclo político que no existe”, expresó. Vamos, que arreglen en Génova el problema que ellos mismos han fabricado.
Llegar a un pacto con la ultraderecha supondría un punto de inflexión en las estrategias políticas que iría mucho más allá de la conformación del nuevo Gobierno para Castilla y León. No en vano, serviría de argumento a los partidos ante los comicios que aguardan próximamente. En 2018, tras su auge en las elecciones andaluzas, España dejó de ser la excepción europea vacunada contra la extrema derecha, sucumbiendo a una tendencia que llevaba años consolidándose en Europa y que vio en la crisis financiera de 2008 y en la migratoria de 2015 su gran revulsivo. Probablemente por su traumático pasado, Alemania es el único país que nunca le ha quitado el cordón sanitario. Con ellos “ni se negocia ni se pacta”, zanjó sin ambages la excanciller Angela Merkel. Ese “miedo a Vox” están convencidos de que daría al PSOE réditos electorales. Por el momento, los resultados del 13-F parecen haber frenado que se vaya a adelantar unos meses la convocatoria de elecciones en Andalucía y dejarlas para finales de año, cuando tocan. A Casado se le ha torcido el relato y la estratagema que diseñó ha desembocado solo en servir de catapulta a su alter ego radical. Algo que inquieta en todo el Estado.
“Tenemos la obligación y el derecho de integrar el Gobierno, no vinimos a ser la muleta de nadie”
Candidato de Vox en Castilla y León
“Es la hora de dialogar y negociar. No puedo descartar un acuerdo con ninguna fuerza”
Candidato del PP en Castilla y León
“No vamos a facilitar nada a quien tiene una agenda por corrupción ante los tribunales”
Portavoz de la Ejecutiva Federal del PSOE
“Yo sí sería partidario de ofrecerle una alternativa al PP para evitar males mayores”
Alcalde de Valladolid