¿Cree que habrá más acuerdos con EH Bildu tras el pacto presupuestario con el Gobierno Vasco, o es escéptico?
—Dependerá de Bildu más que de nosotros. Bildu ha cambiado de posición, probablemente porque no le quedaba más remedio. El tiempo dirá si es un cambio estratégico en la manera de afrontar su acción política, o si no le quedaba más remedio porque daba demasiado el cante que en Navarra y Madrid fuera posible un acuerdo muy normalito, no descollante, y en la comunidad autónoma vasca no. Por nuestra parte, vamos a seguir con la mano tendida. Tenemos mayoría suficiente pero, por la situación sociosanitaria y económica y porque son buenos los acuerdos transversales, hay que hacer un esfuerzo de negociación.
Si Bildu ha demostrado que es capaz de hacerse corresponsable de la gestión con los Presupuestos vascos y de la Mancomunidad de Durangaldea, ¿el PNV puede responder yendo de su mano en el nuevo estatus?
—Son dos ámbitos completamente distintos. Bildu utilizó el nuevo estatus como ámbito de ruptura con el PNV. Presentó en la comisión de expertos un texto que iba mucho más allá de las bases pactadas y, además, impedía el acuerdo con Podemos y el PSE. Fue Bildu la que se salió del consenso que tenía con el PNV. Bildu tiene que hacer ese viaje de realismo que está haciendo en otros ámbitos y traerlo también al autogobierno. Tiene que hacer esa perestroika. Es lo que hace el PNV. En nuestro texto en la comisión de expertos, no están los objetivos finales del PNV. Son unos pasos relevantes en el camino gradual de Euskadi hacia su soberanía, que se pueden dar ahora con el ordenamiento jurídico que tenemos. Ese ejercicio de gradualismo, de practicidad, es lo que debe hacer Bildu si de verdad quiere que haya un consenso en el que ella esté sobre autogobierno.
¿Esto se lo ha trasladado en privado a Arnaldo Otegi?
—Sí. Tenemos una relación bastante fluida y continuada. Y ya sabe cuál es nuestra disposición. Creo que la izquierda abertzale, en este momento, tácticamente, no ve la necesidad o la oportunidad de hacer ese recorrido. Bildu ve que en este momento de ruido político en Madrid va a ser muy difícil para el Gobierno español meterse en una negociación. Viendo eso, está cómoda con que no pase nada. Nosotros creemos que se podría explorar algo pero, para eso, necesitamos unas dosis mínimas de realismo por parte de Bildu para que esto pueda salir, para que sea viable legalmente, y para que no solo estemos Bildu y el PNV, sino que puedan incorporarse otras fuerzas como Podemos o, incluso, ojalá el PSE también.
El año 2021 se acaba. ¿El PNV va a hacer algún movimiento para reactivar la Ponencia de Autogobierno?
—Tenemos que seguir hablando entre partidos y ver los momentos. Se reactivará cuando veamos que merece la pena, no para ir cada uno a manifestar sus posiciones ya conocidas. Aquí la clave es que siga el diálogo político. Lo que podría desatascar este tema sería ese viaje al realismo de Bildu.
Usted en el Alderdi Eguna emplazó a Pedro Sánchez y le recordó que en el pacto de investidura se comprometió a hacer reformas legales. ¿No ha recogido el guante?
—Recientemente, además, he vuelto a insistir a Pedro Sánchez en la idea de que hay que dar cumplimiento a ese acuerdo. Yo creo que, en su fuero interno, le cuesta no por falta de voluntad política, sino más por ser temeroso ante un PP y a un Vox que están todos los días zumbándole en el Congreso, y ya tiene suficiente agenda de problemas como para incorporar el estatus. Pero sabe que, sí o sí, de esto tenemos que empezar a hablar. Si las elecciones españolas son en 2023, probablemente el inicio de la nueva legislatura española y el final de la nueva legislatura vasca en 2024 van a ser el momento en el que habrá que poner esto encima de la mesa. Ahí va a haber un semestre.
Cuando usted pide realismo a EH Bildu, ¿a qué se refiere?
—Gran parte del texto presentado por EH Bildu está fuera de la actual Constitución española. Pensar que hoy vamos a tener una mayoría suficiente en el Congreso para cambiarla es falta de realismo. Lo mismo que votan sí a unos Presupuestos con gasto para Defensa y la monarquía y apoyan leyes en un Congreso regido por la Constitución española, ese ejercicio deben hacerlo de cara a un proceso de construcción nacional gradual.
Si se produjera ese ejercicio de realismo, ¿el PSE también se movería?
—Claro, el PSE está cómodo con una Bildu en el monte. Pedimos dos viajes: del PSE para que se quite los miedos, y de EH Bildu al realismo.
El Sociómetro da dos escaños más a EH Bildu. ¿La política de acuerdos le da oxígeno?
—Lo menos relevante son los escaños. Lo relevante son los porcentajes de votación, porque lo otro es una lotería en función de los restos y la Ley D’Hondt. Si repara en el porcentaje de voto, el que sube de verdad es el PNV, casi un punto. Suben los socialistas, casi medio, y Bildu baja una décima, muy poco, pero baja. En las carambolas de la Ley D’Hondt, le tocan escaños. Otra de las claves es que el castillo de arena de Podemos se derrumba. Para disputarnos el liderazgo del país, a Bildu todavía le queda. Y el tripartito de izquierdas pincha.
¿El pacto presupuestario es una decisión política del PNV? ¿Pone sobre la mesa que ustedes también pueden pactar con Bildu, ahora que se especula con que lo haga el PSE?
—No ha sido un movimiento táctico, porque lo hicimos hace un año y hace dos. Intentamos que los proyectos salgan con el máximo apoyo. Podemos no ha querido. Pensábamos que Podemos tenía mejor disposición, y éramos escépticos con la posibilidad de que Bildu hiciera ese viaje. Podemos se estará arrepintiendo, tirándose del pelo por no haber entrado, porque le ha situado fuera del tablero. Bildu ha ocupado una parte importante de la centralidad de la política vasca.
¿Cree que hay margen para recomponer la relación con Podemos? En el Ayuntamiento de Gasteiz, sí ha habido un acuerdo presupuestario.
—Claro, y estuvo muy cerca en Bizkaia, pero tuvieron vértigo. Podemos tiene que superar el vértigo a pactar con el PNV. Con una visión muy maniquea e influenciados por parte de sus bases, creen que pactar con el PNV les viene mal. La sociedad vasca premia al que pacta. El que se queda en la esquina sin moverse pasa al ostracismo, como Podemos. Nosotros, desde luego, tenemos abiertas las puertas de la relación y de los pactos con Podemos como el primer día. Se lo he hecho saber yo a Pilar Garrido para todas las instituciones del país.
En el PSE, parece que su líder Eneko Andueza se ha echado atrás en relación a sus posibles pactos con EH Bildu. Ha aclarado que no es el momento de hablar sobre esto.
—Hablar de acuerdos tripartitos era tirar piedras contra su propio tejado en la política de comunicación, porque el PSE iba a ser segundón en la correlación de fuerzas. Otra cosa es lo que piense en su fuero interno.
¿Ha habido algo de cocina del PNV? ¿Le ha trasladado que esos comentarios debilitan su alianza?
—No, qué va. Cada uno es dueño de decir lo que tenga que decir, o incluso de equivocarse, que era lo que habían hecho hasta ese momento.
¿Qué espera de la reunión que tendrá con Andueza el miércoles?
—Continuidad. Eneko no es una persona nueva, ni el Congreso del PSE supuso una ruptura en su acción política. Yo tenía una relación muy engrasada con Idoia Mendia, y hay que retomarlo. No va a ser difícil porque, en los últimos tiempos, Eneko venía a las reuniones con el lehendakari, conmigo y Joseba Egibar. Hemos estado los cinco todo el tiempo. No auguro una reunión complicada ni mucho menos.
En la reunión que tuvo usted con Sánchez y el PSOE, ¿qué pasó para que de la noche a la mañana se desatascara el Tren de Alta Velocidad?
—Me reúno con los dirigentes del PSOE y con el presidente mucho más a menudo de lo que sale. Me suelo juntar por trimestres. Le hicimos ver al Gobierno que, si es verdad que el PNV es el socio estratégico, se tiene que notar. Las negociaciones del PNV no son cuatro enmiendillas más estéticas que reales. Son negociaciones de país, más complejas, y al Gobierno le cuesta más dar el paso. Hacía falta un impulso político al máximo nivel para que el Ministerio de Transportes y sus técnicos se movieran, por su cerrazón. Hubo que pegar un toque de atención, y ese toque produjo una llamada y un impulso político.
El Ministerio de Hacienda filtró que el PNV trasladó su malestar por los acuerdos de Sánchez con EH Bildu.
—No es verdad. Les trasladamos nuestro malestar por cómo estaban negociando con nosotros. Bildu ha hecho lo que ha podido, y tiene su valor, pero la inversión del TAV no es comparable, son 1.500 millones. Con el PNV no funcionan las negociaciones cosméticas. Le dijimos: oye, tú verás, pero si crees que tienes los votos del PNV conseguidos, estás muy equivocado. Ya dijimos hace tiempo que había que desatascar la transferencia del Ingreso Mínimo Vital, y lo logramos. En el TAV, tuvimos que mantener un pulso de fuerza, y logramos el acuerdo.
Pero, en la noche previa a presentar el acuerdo sobre el TAV, usted pedía el TAV y las transferencias. Y las transferencias no han llegado...
—Las transferencias vendrán. Ya hay llamadas. El Gobierno español está un poco desorganizado. Reconocen que van a salto de mata. No hay una relación estructural bien definida con las instituciones vascas. Yo espero que, a partir de que se apruebe el Presupuesto y empiece enero, las cosas comiencen a funcionar. De hecho, sé que ya ha habido llamadas telefónicas entre ambos gobiernos para ir poniendo sobre la mesa los temas.
¿El IMV llegaría en enero?
—Con la aprobación del Presupuesto, se aprueban unos cambios en la Ley del IMV que creíamos innecesarias, pero en los que Escrivá se empeñó. Es cuestión de muy poco tiempo.
Pero, en los fondos europeos, el Gobierno Vasco se sigue quejando de que no hay respuesta...
—Lo del Gobierno de Sánchez no es por falta de voluntad política o que no tenga a Euskadi en consideración. Está desorganizado. En los fondos europeos, van a golpe de anuncio. Pedimos seriedad y transparencia.
Puede haber avances en la reforma laboral. Yolanda Díaz se ha reunido con Aitor Esteban, y está sobre la mesa que los convenios vascos prevalezcan sobre los estatales.
—Bueno, el Gobierno entiende nuestra posición, pero algunos de los agentes sociales no. Vamos a tener que trabajar con ellos para que esto tenga un buen fin. No podemos aceptar que se vacíe de contenido la especificidad de nuestro marco, ese acuerdo interprofesional que ya tenemos en Euskadi desde 2017. Somos partidarios del marco autónomo de relaciones laborales en Euskadi. Si no se consigue salvaguardar eso, es difícil que el PNV pueda apoyar la nueva reforma.
Supongo que se refiere a que la patronal no quiere romper la unidad de mercado. ¿Va a tener que tocar el PNV su puerta?
—¡Si son las mismas patronales! No se sienta una patronal distinta a negociar el convenio de Euskadi. Se sienta Confebask, que es parte de la CEOE. No hay ninguna ruptura de mercado. Esto es tomar en consideración las relaciones laborales en entornos geográficos concretos. ¿Qué tienen que ver la realidad social y económica de Extremadura y Euskadi? Nada.
El PNV ha sido el primer partido al que ha citado Díaz para tratar la reforma laboral. ¿Se le está dando un trato prioritario al PNV? Bildu sí se quejó al principio de desatención.
—No tenemos ninguna queja del trato de Yolanda Díaz. Está siendo muy leal, y tenemos una relación muy estrecha. Han descubierto en el PNV un socio fiable, que no cambia por el ruido de la calle. Gran parte de los interlocutores sociales ven al PNV así, más como un factor de equilibrio que otros partidos.
¿Usted pondría la mano en el fuego por que la legislatura vaya a aguantar hasta su último día?
—No, no se puede poner. Pero creo que para Sánchez lo más inteligente es llevarla lo más lejos posible.
Pero, ¿están todos de acuerdo en eso? Yolanda Díaz está mostrándose hiperactiva ante los medios...
—Tiene una reputación bien conseguida de mujer dialogante, pero nadie la ve aún como candidata a la presidencia. Tiene que subir un poco a la peana, y para ello hace algunas cosas que sorprenden, como la reunión con el Papa. Le está provocando tiranteces con su entorno, con Podemos. Si va a ser candidata, va a serlo con todas las consecuencias y, si ella no lo ve claro, se bajará de la peana.
¿El PNV tiene apalabrada la reforma de la ‘Ley Mordaza’ con el Gobierno español? Se va a reactivar la ponencia la semana que viene.
—Ya no sé qué decir sobre ese tema. Hacen el ridículo con este juego infantil en el que vive Podemos y donde el PSOE cae también por la disputa del espacio de la supuesta progresía. Están dando vueltas a un texto cuando tienen sobre la mesa el nuestro, que los juristas han dicho que arregla los 44 problemas de la ley. Lo único que hacen es ralentizar todo. Y la derechona aprovecha para hacer presión con los sindicatos policiales.
El Tribunal Constitucional estudiará la Ley Municipal y el uso del euskera. ¿Tiene un mal presagio el PNV y por eso pone el foco en la necesidad de revisar el TC?
—No hay materia, y espero que el TC no haga ninguna tontería. Pero no ha sido el desencadenante de la crítica. Criticamos al TC porque su forma de conformarse prejuzga el resultado de sus sentencias.
Los planteamientos del PNV sobre la Ley Audiovisual van más allá de lo que ha pactado ERC con Sánchez. ¿Les sabe a poco?
—Respetamos lo que negoció ERC, pero la parte relevante es cómo y quién gestiona los nuevos espacios radioeléctricos audiovisuales. Nuestra prioridad es salvaguardar la especificidad que solo tiene Euskadi: el artículo 19 del Estatuto de Gernika, que dice que Euskadi tiene derecho a mantener sus propios medios de comunicación públicos.