La Fiscalía sostiene que "la actividad delictiva" del excomisario José Villarejo es "un fiel reflejo de la corrupción" que desde hace años "habría infectado" a un grupo de comisarios de la Policía, que "se habrían convertido en una auténtica 'mafia policial'" en busca de su propio beneficio.
Así lo afirman los fiscales que investigan en casi una treintena de piezas los presuntos encargos de espionaje que el excomisario, en prisión preventiva desde 2017, habría realizado valiéndose supuestamente de su condición de policía.
Lo ponen de manifiesto en un reciente escrito, del pasado 10 de noviembre y al que ha tenido acceso Efe, donde piden la declaración de Villarejo, de su socio, Rafael Redondo -también investigado en varias piezas-, y del empresario Javier López Madrid como imputados por la supuesta contratación del excomisario para hostigar a la doctora Elisa Pinto.
Afirman los fiscales que a lo largo de la investigación, que dura ya tres años y en la que continúan abriéndose piezas, "se ha venido corroborando que la actividad delictiva" desarrollada presuntamente por Villarejo no puede ser considerada "como ocasional o puramente individual".
Estuvo guiada, dice la Fiscalía, "por la satisfacción inmediata y sin escrúpulos de un afán personal de lucro" y "aparece en la causa como un fiel reflejo de la corrupción que desde hace años habría infectado a un grupo" de policías.
Aprovechando presuntamente "el manto de protección" que les brindaba su condición de comisarios y contando con otros policías de menor nivel "que les serían incondicionalmente fieles", "se habrían convertido en una auténtica 'mafia policial'".
Según los fiscales, este grupo "actuaría para la exclusiva satisfacción de su afán de lucro, protegido por un alto poder de extorsión derivado del acceso a investigaciones e informaciones sensibles para la seguridad del Estado, información que además no dudarían en utilizar tanto para comerciar con terceros como para garantizar la impunidad de sus acciones antijurídicas".