barcelona - La gestión de los incidentes provocados por una minoría independentista en Catalunya está obligando al Govern, y muy en concreto a su señalado conseller del Interior, a hacer equilibrios: si los Mossos d’Esquadra no contienen los sabotajes, cree que se expone a que el Estado tome el control en aplicación de la Ley de Seguridad Nacional; pero, al cargar contra los manifestantes, está provocando que los CDR pidan su dimisión e, incluso hay voces dentro de la propia JxCat, su propio partido, que cuestionan su labor. Al margen de la lectura política, hay dudas sobre actuaciones concretas del operativo de Miquel Buch, que se está investigando. El aludido vivió el sábado otra noche de vértigo con el lanzamiento de objetos contundentes contra la Policía española, las barricadas ardiendo y las cargas de los Mossos. Ayer hubo gabinete de crisis y compareció ante la prensa para explicar lo sucedido con esa batalla campal que dejó 44 heridos, 25 de ellos policías. El mosso herido grave fue dado de alta ayer, y habrá que investigar lo que sucedió con él, porque se fracturó la rodilla al caerse del furgón policial en marcha, en una maniobra conocida como carrusel, que consiste en dar vueltas en torno a los manifestantes para que se dispersen. Se abrirá investigación para cotejar si llevaba cinturón de seguridad o si la puerta del vehículo estaba abierta.
Buch defendió el dispositivo, aunque la situación de tensión tras la sentencia del procés está poniendo a prueba todos los protocolos. Atribuyó lo sucedido a una minoría que “atentó contra el derecho de manifestación”. Justificó las cargas en que las protestas tuvieron un carácter “alterado, de lanzar objetos contra la línea policial”. Sí anunció que se investigará lo sucedido con ese mosso, y que es “un elemento más de los que se deben valorar del dispositivo”, que es compejo, y “de una duración de muchos días”.
tras la sentencia La tensión que se está registrando con los incidentes tras conocerse la sentencia contra los líderes soberanistas empieza a provocar fatiga en el Govern y en el Cuerpo. Buch se presentó ayer en una entrevista concedida a La Vanguardia como un equilibrista porque, si los Mossos no cargan, la competencia catalana en materia de seguridad podría ser arrebatada por Madrid. Tras varios días en calma, los sabotajes se reactivaron el sábado en una convocatoria de los CDR posterior a la manifestación pacífica de la ANC y Òmnium. Todo empezó como un lanzamiento simbólico de pelotas de plástico a la Policía española, pero fue a más por parte de un grupo minoritario. Hubo siete detenciones.
La división de opiniones en el soberanismo se está haciendo pública. El vicepresidente del Parlament, Josep Costa, de JxCat, denunció la “violencia policial intolerable” en las cargas de los Mossos. “La violencia policial era intolerable el 1-O y lo es ahora. No depende del uniforme de quien la practica”, dijo. Los CDR pidieron a las bases de JxCat y ERC que aclaren si apoyan o no la “actuación desmedida” de los agentes y que presionen para que Torra cese a Buch. - M. Vázquez