Madrid - El Gobierno español fijó una serie de limitaciones a la familia de Franco para que la exhumación del dictador del Valle de los Caídos no se convirtiera en una ceremonia con honores de Estado o de exaltación de su etapa, pero es evidente que lo sucedido el jueves quedó también muy lejos de la actuación sigilosa, discreta, casi en secreto, que había prometido el presidente Pedro Sánchez. En una actuación en la que algunos partidos vieron un afán electoralista del PSOE, se retransmitió lo sucedido con señal en directo desde la llegada del helicóptero, pero más tarde se le pudo volver en contra a Sánchez, porque el traslado se vio acompañado por cánticos fascistas, y muchos nostálgicos aprovecharon el momento de su inhumación en El Pardo para exaltar su trayectoria. Incluso en el Valle de los Caídos, en un escenario más controlado y tasado por la Ley de Memoria Histórica, la familia del dictador se había descolgado con un “viva Franco”. El Gobierno español trató de quitar hierro ayer a estos episodios, no actuará contra la familia Franco en los tribunales y, por boca de Sánchez, pidió centrarse en el hecho de que el dictador ya no está enterrado con sus víctimas. Pidió fijarse en la luna, y no en el dedo, según sus palabras.
La gestión de la exhumación fue criticada con dureza por partidos como el PNV, que lamentaron los episodios de exaltación. También lo hizo Podemos. Lamentaron que la exhumación no fuera más expeditiva y discreta. Pero el Ejecutivo de Sánchez trató de restar importancia a lo sucedido, que deja en evidencia que la situación se le fue de las manos por momentos.
En una entrevista concedida a La Sexta, Sánchez no descartó que se pueda abrir un expediente sancionador a la familia por vulnerar la Ley de Memoria Histórica, pero dejó ver que su intención es pasar página. Apostó, “honestamente”, por no “mirar el dedo”, sino “elevar la mirada” ante la “gran victoria de la democracia española”. También rechazó que la retransmisión de la salida de Franco pueda interpretarse como un homenaje de Estado. El socialista se aferró a que en el entierro de 1975 estuvo arropado por una multitud y fue despedido con honores militares. “El jueves se vio a una familia recoger los restos de su abuelo, en silencio”, dijo Sánchez, para añadir después que “el respeto no significa homenajear a un dictador”.
El Gobierno español dejó claro ayer que la consigna es restar importancia a lo sucedido. También lo hizo la portavoz Isabel Celaá al término del Consejo de Ministros. No quiso entrar a valorar el “viva Franco” de la familia, y dijo que “lo esencial” es que los actos de exhumación e inhumación se efectuaron “en tiempo, forma y con toda la dignidad democrática”. “Las vivas de alguna gente están ahí y no vamos a entrar en ellas”, dijo. Tampoco quiso entrar en las críticas del PNV, ERC, Bildu y JxCat, que afearon los actos de exaltación.
A partir de ahí, el Gobierno español no tiene claro qué hacer con el Valle de los Caídos ahora que el cadáver del dictador ha sido exhumado. También está sobrevolando una nueva gestión sobre José Antonio Primo de Rivera, para situar su cuerpo en un lugar no destacado en la basílica del Valle. En este caso, el cadáver del fundador de La Falange no saldría del recinto, pero sí se buscaría que no presidiera el conjunto monumental. Según fuentes de la familia consultadas por Europa Press, sus allegados no se van a pronunciar hasta que reciban una propuesta en firme del Gobierno español.
futuro del valle Por otro lado, está por ver qué va a suceder con las familias que quieran desenterrar a sus allegados. Sánchez volvió a insinuar ayer que se les va a facilitar el trámite. Hay más de mil vascos enterrados en el Valle de los Caídos, y el Gobierno vasco lleva meses realizando gestiones con las familias que han tocado a su puerta. Por otro lado, el Ejecutivo español tiene la intención de convertir ese espacio en un centro de memoria, aunque es una propuesta que no despierta demasiado consenso y no está en absoluto concretada sobre el papel. Algunos partidos optan por la demolición en cuanto se saque del recinto a los combatientes allí enterrados. Al PNV no le interesa mucho este espacio ni su continuidad, y solo se preocupa por los gudaris y milicianos ahí enterrados.
Celaá solo acertó a decir ayer que su gabinete no ha profundizado en las opciones para el Valle de los Caídos, y solo tiene en mente un principio tan genérico que no indica nada por sí mismo: apuesta por un “espacio” que “ayude a la memoria de las víctimas” de la Guerra Civil y “no ofenda a nadie”. Admitió que el Ejecutivo aún no ha abordado la “reflexión” sobre el futuro del monumento. Hay muchos debates abiertos en torno a este espacio, empezando por el papel de la enorme cruz que lo preside, y donde tampoco hay consenso sobre qué hacer con ella. El debate es muy incipiente.