GASTEIZ - El lehendakari, Iñigo Urkullu, rechazó ayer pronunciarse sobre los acontecimientos registrados en Catalunya a raíz de la sentencia del procés, sobre los que considera necesario hacer una reflexión “sosegada”, aunque, en todo caso, se mostró dispuesto a “ayudar”.
Urkullu, en declaraciones a los periodistas a su llegada al Parlamento Vasco, afirmó que, antes de expresar su posición respecto a las protestas que se están produciendo en Catalunya contra la sentencia a los líderes del procés independentista, prefiere analizar lo ocurrido “de manera más serena”. En este sentido señaló que quiere hacer una reflexión con tranquilidad y “seguir los acontecimientos a cada momento, minuto a minuto”. A renglón seguido, el jefe del Ejecutivo vasco ofreció su ayuda ante lo que está ocurriendo en Catalunya, aunque no precisó en qué consistiría ni cuál sería el alcance de esa disposición a “ayudar”. El lehendakari ya se ofreció en 2017 para ayudar tras la convulsa situación abierta en Catalunya antes, durante y después del referéndum del 1 de octubre. También entonces hizo su oferta en el Parlamento Vasco, donde dijo que “no iba a esperar sentado” y que iba a ayudar en todo lo que estuviera en su mano. No tanto porque él lo pretendiera o se postulara para un papel protagonista como facilitador para superar la crisis catalana. Más bien fue un cúmulo de circunstancias lo que hizo que fuera la persona mejor posicionada para esa labor que el propio Urkullu calificó de “enlace” en su declaración el pasado marzo ante el Tribunal Supremo durante el juicio contra los líderes del procés.
Esta labor comenzó después de que el expresident catalán Carles Puigdemont le trasladara, el 19 de junio de 2017, la situación de “bloqueo absoluto” en las relaciones entre la Generalitat y el Gobierno español y le solicitó que tratara de “encauzar la relación para encontrar una solución pactada” entre los dos gobiernos. De entrada, el lehendakari mantenía abiertos desde tiempo atrás los hilos de comunicación con Puigdemont y el entonces presidente Mariano Rajoy. Esto le permitió situarse en una posición inmejorable para tender puentes entre ambos.
Durante el juicio, Urkullu quiso dejar claro que Rajoy siempre fue “renuente” a dar cualquier paso “que pudiera interpretarse como una negociación” y por tanto no le reconocía como mediador. Así las cosas, su labor encajaba más bajo el término “enlace” o facilitador. De todos modos, el entonces ministro de Justicia Rafael Catalá (PP) pidió al entonces conseller Santi Vila que le comunicara al lehendakari que el Gobierno español quería que intercediera ante las partes.