bruselas - El expresident Carles Puigdemont ha vuelto a poner a Euskadi en la picota y de por medio a la hora de criticar las decisiones que toma el Estado sobre Catalunya. El exjefe del Govern catalán, afincado en Waterloo desde que la Justicia española lanzara la ofensiva contra el referéndum de independencia, salió ayer al paso de las advertencias de Pedro Sánchez sobre la aplicación del artículo 155 para suspender el autogobierno catalán, y le recriminó que lo esté planteando por hipotéticos “indicios de violencia” cuando en Euskadi nunca se aplicó con “casi mil muertos” de ETA. “Indicios de violencia más graves que esos difícilmente los podremos encontrar”, zanjó en una entrevista en Catalunya Ràdio. No hubo 155 vasco, pero sí hubo Ley de Partidos, que a su manera también instauró un clima de excepcionalidad política en Euskadi al amparar la ilegalización de la izquierda aber-tzale. Y se da la circunstancia de que esa ley se aprobó con el beneplácito de la propia CiU. La antigua Convergència, formación antecesora del PDeCAT, permitió la aprobación de los cambios que introdujo el gabinete de Aznar en la ley en el año 2002.

No es la primera vez que Puigdemont saca a colación a Euskadi para tratar de armarse de argumentos contra el Estado, y no siempre para bien, como sucedió ayer. Cuando el PNV pactó los Presupuestos con el expresidente Rajoy tras saldar la discrepancia millonaria sobre el Cupo, Puigdemont lanzó que “hay quien cobra por ser español, y hay quien paga por serlo”. El lehendakari ya tuvo que salir al paso entonces para recordarle que el Concierto Económico es un sistema de riesgo unilateral, porque Euskadi depende de sus propios ingresos en impuestos y no puede pedir un rescate a España si tiene las arcas vacías. Y le recordó también que Catalunya rechazó tener un sistema similar durante la Transición. En cuanto a la polémica sobre ETA, el Gobierno Vasco prefirió ayer no cargar las tintas ni contribuir a la situación de tensión que se vive en Catalunya, donde admite que el soberanismo se enfrenta a una situación muy compleja.

Josu Erkoreka fue interpelado al respecto y dijo que no había tenido ocasión de escuchar sus palabras, pero añadió que, a la espera de contrastar el sentido literal, podría ser una afirmación “particularmente delicada y desafortunada”. Hasta ahí pudo leer. Fuentes del Gobierno Vasco tampoco quisieron echar leña al fuego. Y Urkullu no quiso hacer declaraciones en otro acto a la tarde. La fijación de Puigdemont con el caso vasco y con Urkullu en particular viene de lejos. La relación es inexistente desde que fracasó la mediación del lehendakari entre Puigdemont y Rajoy para evitar el 155, porque Puigdemont renunció a convocar elecciones y aprobó la declaración de independencia.

Puigdemont vinculó ayer las investigaciones sobre los CDR y los datos que intentan implicarlo a él con el deseo de reactivar una nueva euroorden en su contra.