bilbao - Finalmente llegó la llamada de Moncloa a Sabin Etxea para cerrar la esperada y anunciada, pero no concretada, reunión entre Pedro Sánchez y Andoni Ortuzar. La cita será mañana a las seis de la tarde, pero en contra de lo que se había rumoreado no se celebrará en Bilbao sino en Madrid, en la sede del PSOE.
El presidente del Gobierno en funciones intentará convencer al líder del PNV para acordar el programa de 300 medidas “progresistas” que ha elaborado en las últimas semanas tras su ronda de conversaciones con colectivos sociales. El burukide jeltzale le recordará los compromisos ya adquiridos sobre el traspaso de las competencias pendientes a Euskadi, así como el capítulo de inversiones comprometidos en infraestructuras.
El PSOE anunció a principios de agosto que a mediados de ese mes Sánchez se reuniría en Bilbao con Ortuzar. La cita nunca se concretó y tampoco se produjo. Los socialistas no ofrecieron ninguna explicación, pero la semana pasada volvieron a fijar el encuentro para mañana, también sin concreciones. El PNV se enteró también esta vez por la prensa y el pasado fin de semana expresó su malestar por las formas empleadas y el trato dispensado desde Moncloa. En este clima recibirá Sánchez a Ortuzar, que no obstante le ofrecerá mano tendida para buscar el acuerdo.
Sin embargo, el PNV es un actor secundario en la negociación para una investidura de Sánchez. El papel principal lo juega Unidas Podemos, socio prioritario del PSOE. Tras semanas de una negociación encallada parece que algo empieza a moverse.. Según aseguró ayer el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, los equipos negociadores de ambas formaciones retomarán el contacto a lo largo de esta semana, después de que Pedro Sánchez presente hoy el documento de 300 medidas “progresistas” que serviría de programa de Gobierno si el presidente logra su reelección.
El contenido de este documento es básicamente lo que los socialistas quieren discutir con los de Pablo Iglesias, cuyas propuestas electorales han hecho suyas en el texto como elemento de presión. Así, Ábalos habló de sentarse a la mesa desde ya para abordar fórmulas de cooperación para un “programa común”, pero no desveló si habrá reunión entre Sánchez e Iglesias, a expensas de lo que ocurra en la negociación.
El PSOE celebró ayer la primera reunión de su Ejecutiva Federal tras el verano y mostró su disposición a retomar cuanto antes las conversaciones con Unidas Podemos. “Esta semana nos vamos a poner en contacto con Podemos para que los equipos negociadores puedan verse previamente y abordar ya la discusión de este documento”, expresó el ministro de Fomento en relación al nuevo programa socialistas que, además de iniciativas de la sociedad civil, asume gran parte del ideario de Podemos para intentar que la formación morada renuncie a entrar en el Consejo de Ministros. Ferraz intenta transmitir la idea de que Sánchez se mueve -después de las críticas por su parón total en el mes de agosto- y de que está dispuesto a volver a sentarse con sus antiguos socios.
Pero, más allá de coincidencias o discrepancias programáticas entre ambos partidos, el problema sigue siendo el mismo: la negativa total de los socialistas al Ejecutivo de coalición, a pesar de que hace dos meses llegaron a ofrecer a los morados tres ministerios y una vicepresidencia. Ahora, sin embargo, el PSOE reduce las opciones para un acuerdo con Podemos a un simple pacto programático en el que los de Iglesias hagan algunas aportaciones -siempre dentro de los compromisos acordados con Bruselas-.
podemos A este respecto, desde Ferraz proponen establecer un mecanismo de control de un pacto programático, mediante el cual Unidas Podemos pueda vigilar que un nuevo Gobierno monocolor del PSOE vaya cumpliendo con lo acordado. De esta forma, los socialistas lo fían todo a que sus potenciales socios terminen cediendo y permitan la investidura de Sánchez a cambio de un rumbo de izquierdas en las políticas de un nuevo Ejecutivo. En caso de no prosperar esta vía, la opción de unas nuevas elecciones no inquieta demasiado en el entorno del presidente del Gobierno, que se muestra confiado en que su partido podrá sacar réditos de la repetición de los comicios.