Están más que hartos de la situación, que ha llevado a la muga a convertirse en una ciudad fantasma durante los últimos días y, por ende, ha vaciado sus comercios. “Se ha creado muchísimo miedo y no hay nadie en la calle. Pero es que es normal. Ayer -por el viernes-, unos radicales tiraron un árbol y le dieron fuego en la carretera que baja a Behobia. La gente oye estas cosas y prefiere quedarse en casa”, cuenta el presidente de los comerciantes de Behobia.
Con las calles vacías, las tiendas no presentan un aspecto mejor. “Aquí estamos hablando los unos con los otros, porque no hay nada de trabajo”, explica. Algunos hasta han echado la persiana, ante el temor a que se produjeran incidentes en las manifestaciones de la contracumbre. “El estanco lleva cerrado desde el día 19, porque tenían miedo de que les hicieran algo”, cuenta Fraile.
Otros han abierto, tras mucho debatir. “Hace unas semanas nos juntamos con miembros del Ayuntamiento, de la Ertzaintza y de la Policía municipal y nos comentaron que no preveían grandes incidentes. Entonces decidimos reunirnos con gente de Sortu y con organizadores de la contracumbre y nos comentaron su idea, que querían que fuera una cosa pacífica, muy familiar. Al final hemos abierto. Lo poco que trabajemos será mejor que nada”, se resigna este comerciante.
Enfrascados en plena vorágine del G7, los dueños de los establecimientos de la muga no ven el momento de que llegue mañana y la normalidad regrese a la zona, aunque reconocen que para ellos, ya es tarde. “Nos han fastidiado gran parte de la temporada. El de este año podía haber sido uno de los mejores agostos de la historia y al final va a ser un mes malo. Nos han hecho una putada”, dice sin pelos en la lengua.
Además, al contrario que a los establecimientos de Biarritz, al resto de municipios afectados no se les compensará económicamente. “Nadie nos da la posibilidad de reclamar nada”, dice. Un agosto negro que Fraile y sus compañeros tardarán en olvidar.