El veto de Pedro Sánchez a Pablo Iglesias para entrar en su Gobierno abrió una frenética semana de negociaciones entre el PSOE y Unidas Podemos que tuvo su momento culmen con el no del Congreso a la investidura y la decisión de Sánchez de descartar intentar de nuevo un Gobierno de coalición con Unidas Podemos.
Iglesias lanza el órdago que lo precipita todo
El 18 de julio -a falta de tres días para el inicio del debate de investidura-, en una entrevista televisiva, el presidente en funciones dijo que no se daban las “condiciones” para que Iglesias fuera miembro de su Ejecutivo, pero dejó abierta la puerta a la entrada de miembros “cualificados” de su partido para inaugurar lo que sería el primer Gobierno de coalición de la democracia.
Un órdago que vio el propio Iglesias 24 horas más tarde, en contra de muchos pronósticos, al anunciar en un breve vídeo su renuncia a entrar en el Ejecutivo para no ser más la “excusa” del PSOE para impedir un gobierno de izquierdas; no obstante, a cambio pidió que su partido pudiera elegir a sus ministros. El viernes acabó con una escueta respuesta del PSOE al movimiento de Iglesias, según la cual el candidato estaba dispuesto a escuchar pero “sin vetos ni imposiciones” y negociando “contenidos”.
Así comenzó un fin de semana, a 48 horas del arranque del debate de investidura, con esperanzas abiertas a un acuerdo también demandado desde los demás actores cuyos votos también eran clave para la elección de Sánchez, como ERC o el PNV.
En la mañana del sábado 20 la portavoz socialista, Adriana Lastra, se mostró “convencida” de que habría acuerdo, y por la noche la vicepresidenta en funciones Carmen Calvo -también integrante del equipo negociador junto a la titular de Hacienda, María Jesús Montero- confirmó que se mantenían conversaciones “sin parar”. El domingo 21 de julio arrancó con una optimista apreciación de la ministra portavoz en funciones, Isabel Celaá, para quien tras el paso atrás de Iglesias había “una posibilidad más cierta de desbloquear la investidura”.
Las conversaciones continuaron con la máxima discreción y contrarreloj por parte de los equipos negociadores, con Pablo Echenique al frente del de Unidas Podemos. Solo trascendió que sobre la mesa había una oferta programática “para un Gobierno social, feminista, ecologista, europeísta y progresista” avalada por la Ejecutiva del PSOE, junto al acuerdo firmado entre ambos partidos sobre los Presupuestos.
El optimismo del fin de semana se esfuma
Sin pacto se llegó la jornada de la investidura, y a pocas horas del discurso del candidato el optimismo se fue disipando al trascender discrepancias entre las partes, como la insuficiente “vicepresidencia simbólica” que según Podemos ofreció el PSOE para la portavoz del partido morado en el Congreso, Irene Montero.
Pedro Sánchez pronunció un largo discurso donde desgranó propuestas y pactos de Estado sin hablar expresamente en la crisis política de Catalunya, y aunque pidió apoyo a su “socio preferente” también solicitó responsabilidad a C’s y PP para que se abstuvieran y evitaran un Gobierno sujetado por de los independentistas. No gustó la alocución del candidato a Unidas Podemos y así se lo hizo ver Pablo Iglesias, con quien Sánchez mantuvo una dura confrontación que reveló recíprocos recelos y mutua desconfianza. El líder de la formación morada recriminó a Sánchez el “papel decorativo” de las ofertas del PSOE y reveló que no le dejaba asumir Hacienda, Igualdad, Trabajo, Ciencia o Transición Ecológica. El cara a cara de Sánchez e Iglesias, durísimo, revela la enorme distancia y desconfianza entre socialistas y morados.
El detalle de la abstención
La segunda jornada del debate, con la vista puesta en la votación, arrancó con dudas entre Unidas Podemos sobre si hacerlo en contra o abstenerse, mientras el PSOE prometía negociar hasta el límite y Calvo confirmaba una vicepresidencia social para Montero. Ya desde la tribuna, Sánchez admitió el “nulo éxito” de la negociación con el partido de Iglesias, que sin embargo pasó del no inicial a una abstención que dejó abierta una ventana al acuerdo; como estaba previsto, Sánchez no logró la mayoría absoluta exigida para ser investido en primera votación. Quedaban 48 horas para salvar su investidura y la vicepresidenta Calvo, tras una larga reunión con Sánchez, Montero y el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, llamó a Echenique para volver a negociar a partir de una nueva oferta; la cita quedó fijada para el día siguiente, el miércoles 24 de julio.
Se rompen los últimos puentes
Esa jornada fue decisiva, ya que la reunión celebrada por la mañana entre Calvo, Montero, Echenique y la portavoz adjunta de Unidos Podemos, Ione Belarra, acabó mal, con el PSOE plantado en una última propuesta; la negociación está colapsada y los acontecimientos se precipitan.
Por la tarde, Sánchez llama a Iglesias para confirmarle que no cederá las competencias en Hacienda, Trabajo, Transición Ecológica ni Igualdad y los socialistas exhiben las exigencias del partido morado, que alcanzan a cinco ministerios y una vicepresidencia de Derechos Sociales y Medioambientales. Podemos asegura que esa era una primera oferta negociable y el PSOE responde haciendo pública la que era su última propuesta: una vicepresidencia de carácter social para Irene Montero y tres ministerios (Vivienda y Economía Social; Sanidad, Asuntos Sociales y Consumo; Igualdad). El desencuentro en las negociaciones se va transmitiendo casi en tiempo real a través de los medios de comunicación, con reproches cruzados, hasta el punto de que a última hora el portavoz parlamentario de ERC, Gabriel Rufián, intentar mediar entre Iglesias y Ábalos.
Una investidura fallida anunciada
El día de la última votación en el Congreso comienza con declaraciones de la vicepresidenta Carmen Calvo y de la ministra Montero para presentar como inviables las demandas de Unidas Podemos. ERC y EH-Bildu anuncian que se abstendrán para facilitar un Gobierno progresista, dejando así en manos del partido de Iglesias la investidura de Sánchez, ya que por aritmética parlamentaria solo necesitaba sumar los votos morados a los del PSOE para tener más síes que noes y ser elegido presidente.
Dos horas antes del inicio de la sesión, Unidas Podemos mueve ficha y hace una contraoferta que hace pública: una vicepresidencia y tres ministerios, entre ellos Trabajo, con competencias para subir el salario mínimo y derogar la reforma laboral, junto a Sanidad y Consumo y Ciencia y Universidades. El PSOE la rechaza y dice que es “más de lo mismo”.
Comienza el pleno y el partido de Iglesias confirma su abstención, insuficiente para Sánchez, abocando la investidura al fracaso, del cual el candidato responsabiliza al líder de Unidas Podemos. Ya desde la tribuna, en el último minuto, Pablo Iglesias ofrece un pacto si en lugar de Trabajo el PSOE le cede las políticas activas de empleo, oferta desestimada por Adriana Lastra, quien le reprocha desconocer que están transferidas a las comunidades autónomas.
Finalmente, la Cámara rechaza la investidura de Sánchez por 155 votos en contra frente a 124 a favor y 67 abstenciones y se abre el plazo de dos meses tras los que se convocarán elecciones si no fructifica una nueva investidura. El Gobierno asegura que “no tira la toalla” aunque cierra la puerta a intentar un nuevo Gobierno de coalición con Podemos y apuesta ahora por explorar otras vías para impedir la repetición de elecciones. - Efe