Escuchar a Inés Arrimadas el relato del recibimiento que se hizo a la comitiva de Ciudadanos (C’s) por parte de algunos integrantes del desfile del Orgullo fue como la narración de un melodrama en el que los anaranjados hubieran sido sacados a patadas de la procesión. Rodeada de micrófonos y cámaras, la omnipresente portavoz de C’s gimoteó con su estridencia habitual calificando de fascistas a los que les increparon y poco menos que acusándoles de haberles sacado del desfile a bastonazos. Ya de paso, como suele, culpó a Pedro Sánchez y a su ministro del Interior del ultraje y el maltrato sufridos. Ante el cachondeo que merecieron los plañidos de Arrimadas, el partido de Rivera decidió presentar denuncia por delito de odio y malos tratos. Luego resultó que, según el informe policial, el maltrato consistió en increpaciones como “hipócritas”, “no tenéis vergüenza” o “fuera Ciudadanos” con las que fueron recibidos en el desfile. No importa. El caso es que del incidente, y de Ciudadanos, se ha hablado durante toda la semana y eso es lo que merece la pena, según ha quedado comprobado en el balance de gestión elaborado en documento interno tras el periodo electoral.

Ya se les veía de lejos el plumero a los de Rivera, ya olía a podrido eso de que Ciudadanos es un partido hueco, pura fachada, pura obsesión por salir en los papeles, por ocupar portadas y protagonizar supuestas gestas heroicas como intrépidos paladines del patriotismo y el constitucionalismo. Basta con una lectura atenta de las 67 páginas del informe de la estrategia durante el último ciclo electoral, informe aprobado, vaya por Dios, por unanimidad, para comprobar que Ciudadanos es solo ruido mediático y que la intención real en esa estrategia es que se hable, se escriba y se polemice de ellos y sobre ellos.

Habla el informe de los “actos especiales” llevados a cabo por su líder, Albert Rivera, a los que atribuye el mayor éxito y los titulares con más fuerza. Enumera como más significativos la manifestación de la plaza de Colón a pesar de las fotos junto a Abascal, y las visitas a Errenteria y a Ugao-Miraballes, pese a que el partido no se presentaba en esos municipios.

Ruido, puro ruido mediático, contenidos en prensa, eso es lo que el informe de C’s considera como más efectivo y la única intención que iba detrás de las visitas incoherentes de Rivera para ser abucheado, ojalá incluso para ser agredido, porque lo que interesaba era acumular protagonismo mediático. Rivera el líder, el héroe, el adalid, según el titular de El Mundo: “Rivera se planta en el pueblo de Ternera: Nunca nos callaréis”:

Una vez ocupadas portadas, titulares y telediarios, el informe constata la importancia de alargar, estirar la polémica sobre protestas y altercados en esas “localidades etarras” y, ya de paso, arremeter contra Pedro Sánchez por su tibieza, por sus (falsos) pactos, por no condenar con claridad esos ataques a quien exponía su seguridad en servicio a la patria y a la democracia.

Ciudadanos es eso, fachada, puro vacío, infatigable y desaprensivo equipo de comunicación obsesionado por llevar a su líder a copar páginas de prensa y programas audiovisuales, a viralizar las redes con sus ocurrencias y multiplicarse lo mismo en El Hormiguero, que con Bertín Osborne, o allá donde sea visto y recompensado por una audiencia millonaria. Curioso y significativo el detalle con que el informe cuenta y recuenta cuántas páginas, cuántas fotos, cuántas tomas televisivas ha ocupado Albert Rivera. No importa lo que diga ni lo que haga; importa solo que se le vea y se le oiga.

El informe hace una lectura triunfal, entusiasta y unánime del empuje de la política de comunicación de Ciudadanos. Están encantados con la vaciedad discursiva de su líder, aunque no haya logrado el sorpasso al PP ni un solo representante institucional en esa irredenta Euskadi a la que acudió a cuerpo limpio, valiente, intrépido, con la única intención real de ser increpado para luego poder ser contado. Hace falta desvergüenza para provocar reacciones en contra y aprovecharse de ellas para agitar la opinión publicada y ocupar espacio en los medios. Nadie puede creer que un equipo de comunicación tan eficaz y tan sin escrúpulos no tuviera bien en cuenta que la aparición de C’s en el desfile del Orgullo después de haber pactado con un partido homófono como Vox iba a provocar una nueva oportunidad de amplificarse en los medios.