BARCELONA - El divorcio entre JxCat y ERC cobra impulso después de que la socialista Núria Marín, alcaldesa de L’Hospitalet de Llobregat, fuera elegida presidenta de la Diputación de Barcelona gracias a los apoyos posconvergentes. “Habrá consecuencias. Por sus hechos les conoceréis”, advirtieron los republicanos pese al empeño de que este enfrentamiento no traspase al acuerdo de Govern. Unas diferencias que calan en la sociedad civil soberanista, como pudo comprobarse ayer en la concentración frente al ente supramunicipal de unas 200 personas que portaban esteladas y coreaban consignas como Independencia, Stop 155, Dignidad y Unidad.
Después de que hace una semana JxCat anunciara su pacto con el PSC, ERC le ofreció al partido de Carles Puigdemont este cargo si rectificaba pero los reproches mutuos hicieron imposible la vuelta atrás. Eso, y que esta vez se ha impuesto el sector moderado que abandera el PDeCAT. Incluso el vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès (ERC), se comprometió a ofrecer la presidencia de la Diputación si sellaban una entente soberanista junto a los votos de Tot per Terrassa. Sin embargo, los neoconvergentes exigieron sin éxito revertir todos los pactos locales con los socialistas, pensando en todas las ciudades en que ERC se ha aliado con la formación de Miquel Iceta en perjuicio de JxCat pese a que esta marca había vencido en las urnas. Sin duda, en la operación para mantener la alianza entre JxCat y el PSC ha tenido un papel relevante el máximo dirigente del PDeCAT, David Bonvehí, que se ha ocupado de preservarla a toda costa. Aunque sus representantes se fajan en señalar que la estabilidad del Ejecutivo catalán no peligra, este capítulo representa un dardo en la línea de flotación de la unidad independentista.
ERC presentó como candidato a Dionís Guiteras, alcalde de Moià, como último cartucho para poner en evidencia la elección de JxCat, ya que aritméticamente sumaban lo mismo: tanto los republicanos como el PSC tienen 16 diputados provinciales cada uno y hubieran hecho 23 con los posconvergentes pero estos no presentaron alternativa y optaron por Marín en la segunda vuelta, ya que en la primera votación ninguno reunió la mayoría absoluta exigida por la ley. Marín, segunda mujer que preside esta institución tras Mercè Conesa (PDeCAT), hizo una reivindicación del “diálogo” como “camino” a seguir para volver a tener un “horizonte compartido como sociedad”, que, como reconoció, vive “momentos difíciles”; y reclamó dejar la “confrontación política y partidista” del procés, que provoca una “división” del país fuera de la Diputación. “El mejor servicio que podemos hacer es evitar que lo que nos separa nos impida trabajar juntos en lo que nos une”, destacó la dirigente socialista.
El representante de JxCat Joan Carles Garcia eludió en su discurso esgrimir las razones del acuerdo con el PSC, más allá de apelar al “seny” y la “responsabilidad”, sin hacer referencia al proceso soberanista y muy centrado en el municipalismo. “La diversidad de ideas y proyectos, todos válidos, enriquecen la institución y la hacen mas fuerte”, recalcó Garcia, alcalde de Tordera. “Hacen falta grandes dosis de sentido común, confianza, realidad, conocimiento y reconocimiento, conocimiento del territorio, seny, un rasgo característico de los catalanes”, dijo. Pero Dionís Guiteras, de ERC, sí apuntó con el dedo a los posconvergentes sin que le haya sorprendido su postura: “Por sus hechos los conoceréis”. “Este pacto impide los anhelos de democracia y de libertad que quiere e impulsa nuestro pueblo”, afeó el republicano. Por su parte, Ciutadans y PP reprocharon que el PSC gobierne la Diputación de “la mano de Torra y Puigdemont”.