Bilbao - El Gobierno Vasco aún conserva el recuerdo del fracaso de la última negociación presupuestaria, la prórroga de las Cuentas, la dimisión del consejero Darpón por el marcaje de la oposición, y algún que otro mal trago que le han generado su minoría parlamentaria y la ofensiva conjunta del PP, EH Bildu y Elkarrekin Podemos en asuntos como la prima de los funcionarios por jubilación anticipada. De ahí que, en puertas de que arranquen esta semana los primeros contactos preliminares sobre los Presupuestos para el próximo año, el Gobierno Vasco haya querido elevar la presión sobre los grupos para que abandonen cualquier intención de infligirle un nuevo castigo por razones ajenas a la discrepancia con el contenido presupuestario en la recta final de la legislatura, y en puertas de las elecciones autonómicas. El portavoz, Josu Erkoreka, avisó ayer de que “un boicot a estos Presupuestos no sería un boicot al Gobierno, sino un boicot seguramente a la propia sociedad vasca y a sus expectativas de consolidar el crecimiento económico, el empleo y los servicios públicos”.
El consejero de Hacienda y Economía, Pedro Azpiazu, iniciará pasado mañana con el PP y Elkarrekin Podemos una ronda de contactos muy preliminar. Todavía no se conocen los números de los Presupuestos, que se precisarán en octubre con las previsiones de recaudación del Consejo Vasco de Finanzas. EH Bildu se reunirá con el consejero el 2 de julio. Azpiazu les presentará las directrices presupuestarias para una negociación muy abierta y difícil por ser la última de la legislatura, y por el contexto político, con un deterioro absoluto de la confianza con EH Bildu tras el enredo del nuevo estatus de autogobierno, que convierte a la coalición en el socio más improbable. Pero el PP tampoco oculta sus recelos tras su desalojo de dos ayuntamientos alaveses y agita igualmente el estatus, mientras que se ha abierto un resquicio con Elkarrekin Podemos, que sí ha dejado esta vez una rendija al diálogo con unas declaraciones enigmáticas de Lander Martínez. Erkoreka volvió a pedir ayer a la oposición que haga abstracción de la contienda política y se centre en la bondad o no del proyecto presupuestario.
EH Bildu parece en este momento el socio menos factible. Con la coalición se negoció sin éxito el proyecto presupuestario para este año, el PNV ha dado señales de estar escarmentado y esperar muy poco de la bancada de Maddalen Iriarte y, además, la confianza ha tocado fondo con la crisis en el debate del nuevo estatus de autogobierno. Sin embargo, las directrices presupuestarias incluyen un guiño claro a una de las condiciones que planteó EH Bildu: la igualdad entre hombres y mujeres y la brecha salarial. En un salto cualitativo que supone un cambio de mentalidad, el Gobierno Vasco va a recabar información de todos los departamentos desde esa perspectiva antes de redactar las Cuentas.
Pero este enfoque puede satisfacer también a Elkarrekin Podemos. La sorpresa por la izquierda puede venir por parte del grupo de Lander Martínez, quien hace unos días reconocía de manera críptica las limitaciones que tiene hacer política a la contra y abría la puerta de ese modo a una apuesta por influir en las medidas, al mismo tiempo que su coalición admitía que, al menos a grandes rasgos y a falta de concretar las cifras, las directrices pueden sonar bien. Sin embargo, nadie alimenta las expectativas porque Podemos exhibe un modelo económico contrapuesto al jeltzale y ha tenido una actitud inclemente en la conformación de los ayuntamientos sin colaborar con ningún candidato del PNV. Este proceder contrasta con la posible imagen de un Gobierno español de cooperación entre el PSOE y Unidas Podemos que pueda ser respaldado por los jeltzales en Madrid, aunque esta colaboración también se produjo de alguna manera en la anterior legislatura y no añadió ninguna presión a Lander Martínez a la hora de definir su estrategia en la comunidad autónoma.
la vía fiscal El PP fue el partido que respaldó los dos primeros Presupuestos del actual mandato de Urkullu, y ahora está insistiendo en una rebaja fiscal que supondría retomar los parámetros y la senda de las condiciones que planteó en anteriores negociaciones que se saldaron con éxito, como sucedió con la reforma del Impuesto de Sociedades. Pero lo plantea en términos maximalistas como una “revolución fiscal” que puede generar fricciones entre PNV y PSE, que difícilmente accederá a otra reducción en puertas de las elecciones. En cualquier caso, en sentido estricto el PP no cierra del todo la puerta a hablar pese a su desalojo de los ayuntamientos de Bastida y Guardia, y se centra en que el Gobierno Vasco le garantice a futuro que no hará descansar la estabilidad en Bildu. El PP de Alfonso Alonso quiere recuperar la centralidad y la influencia, y marcar un perfil propio frente a la línea de Casado a nivel estatal. La secretaria general Amaya Fernández dibujó ayer este panorama en la cadena Ser, donde reiteró la apuesta por una “revolución fiscal” y su rechazo a la “voracidad recaudatoria”, además de que el Gobierno Vasco no pacte con Bildu. El mapa fiscal se debe revisar el año que viene.
Erkoreka no descartó que el Gobierno pueda seguir aunque haya prórroga porque no sería un drama, ante la tentación de que los grupos lo quieran abocar al adelanto electoral.