MADRID - Pablo Casado quiere colocar a su leal compañero de filas Javier Maroto en un lugar visible en el nuevo mapa institucional que terminará de completarse tras la constitución de los parlamentos y gobiernos autonómicos. El dirigente vasco del PP salió mal parado de las elecciones generales del 28 de abril en las que de nuevo se topó con EH Bildu, su bestia negra, que volvió a dejarlo con la miel en los labios por un puñado de votos, en esta ocasión sin acta de diputado para el Congreso.

Fue un mal trago para el propio Maroto, que vio truncado de nuevo su intento de ser profeta en su tierra; y también lo fue para Casado, que contaba con él para altas encomiendas en el organigrama del PP e incluso para portavoz de los populares en el Congreso. Las urnas castigaron a Maroto en la misma medida que a su partido, que vio reducida a la mitad su número de diputados en el Congreso (de 134 la pasada legislatura a 66 en esta) y quedó a tan solo cinco del sorpasso de Ciudadanos, que ya le echa el aliento al cogote. Casado ha salvado los muebles tras las elecciones del 26 de mayo con la recuperación de la alcaldía de Madrid y de algunas otras capitales, y puede maquillar aún más aquella debacle si como parece logra la presidencia de la Comunidad de Madrid y de otras regiones, aunque sea yendo de la mano de Ciudadanos y Vox.

Maroto fue uno de los responsables de la campaña electoral del PP en las generales. Aún así, Casado mantiene su confianza en él y no piensa en relegarlo por los malos resultados electorales. Parece que todo lo contrario. El número tres del partido suena fuerte como portavoz del grupo parlamentario popular en el Senado, cargo que ahora ocupa en funciones Ignacio Cosidó.

La vía para hacerlo senador sería la designación autonómica. Descartada la opción del Parlamento Vasco (el PP de la CAV no tiene senador autonómico), son varias las opciones que barajan en Génova: Castilla y León, Castilla-La Mancha y Valencia. Son opciones poco naturales, pero los conservadores han ido preparando el terreno las últimas semanas argumentando que es una fórmula utilizada en el pasado por diferentes partidos.

El PP abrirá el proceso en la primera quincena de julio en una reunión de la Junta Directiva Nacional, el máximo órgano entre congresos, que aparte de ratificar los distintos pactos poselectorales en los territorios tendrá que aprobar los nuevos portavoces para el Congreso, el Senado y el Parlamento Europeo. La prerrogativa le compete a Casado que, salvo fuerte oposición interna que le obligue a torcer el brazo, parece decidido a dar a Maroto la portavocía del grupo parlamentario en la Cámara alta.

ÁLVAREZ DE TOLEDo Para la portavocía en el Congreso de los Diputados suenan los nombres de Cuca Gamarra, exalcaldesa de Logroño y vicesecretaria general de Política Social del PP, y Cayetana Álvarez de Toledo. La diputada por Barcelona fue la apuesta fuerte de Casado para la candidatura del partido en la ciudad condal las elecciones del 28 de abril y apunta como favorita, aunque su perfil duro levanta suspicacias en el partido. Casado encontrará resistencias a su nombramiento desde algunos sectores internos y barones populares que abogan por una mayor capacidad de diálogo.

Más allá de los cambios en la cúpula del partido, el PP deberá afrontar un ajuste en su plantilla de trabajadores, sobre los que pesa hasta la posibilidad de un ERE tras el brusco recorte de fondos por la pérdida de representación parlamentaria. En total, los populares recibirán 112.000 euros mensuales menos por sus 66 diputados, la mitad de los 249.092 euros al mes en subvenciones que tuvieron en la anterior legislatura, con 134 escaños.

En cuestión está incluso el mantenimiento de la actual sede de los populares, el número 13 de la Calle Génova, un edificio que se ha convertido en símbolo en la anterior etapa del PP. Por eso, hay quien dice en el partido que es mejor abandonarlo, más allá de los condicionantes económicos.