Carlos Díaz Arcocha. El capitán de la Ertzaintza fue asesinado en 1985 al explotarle una bomba-lapa.

Genaro García Andoain. Jefe de la Ertzaintza, murió en 1986 en el tiroteo con el comando que custodiaba en la sierra del Gorbea a Lucio Aguinagalde, secuestrado por ETA.

Juan José Pacheco. ETA hizo explotar una bomba a su paso por el túnel de Legazpi, en 1988.

Luis Hortelano. El jefe de artificieros murió por la explosión de un coche bomba en Bilbao en 1989.

Alfonso Mentxaka. Murió en un tiroteo cuando trataban de desarticular un comando etarra en Bilbao.

Joseba Goikoetxea. Sargento mayor de la Policía vasca, un etarra le disparó cuando conducía su coche en Bilbao en 1993.

José Luis González y Jesús Mendiluze. Asesinados en 1995 por Mikel Otegi cuando fueron a requerirle por un incidente previo.

Ramón Doral. En 1996, ETA le colocó una bomba-lapa en su coche particular en Irun.

Txema Agirre. Tiroteado por un etarra cuando trataba de evitar la colocación de una bomba en la explanada del Museo Guggenheim de Bilbao, en 1997.

Jorge Díaz Elorza. Muerto en 2001 por la explosión de un coche bomba cuando escoltaba al consejero del Gobierno Vasco Fernando Buesa.

Iñaki Totorika. Muerto por la explosión de un coche bomba.

Mikel Uribe. Ametrallado en Leaburu en 2001 cuando aparcaba su coche.

Ana Isabel Arostegi y Francisco Javier Mijangos. Los dos agentes regulaban el tráfico en Beasain cuando fueron tiroteados por la espalda en 2001.

Los ertzainas han sido unas de las víctimas olvidadas de ETA. A la sombra en número de muertos comparando con policías españoles, guardias civiles, militares e incluso civiles, los miembros de la Policía vasca también han tenido durante décadas su ración de terror infligida por la ya disuelta banda armada. En total han sido 15 los er-tzainas asesinados, aunque el hostigamiento padecido entre mediados de los 80 y el año 2001 en el que puso por última vez en la diana a dos agentes, también se expresó durante décadas en forma de kale borroka y amenazas, incluso a sus familiares.

El primer atentado contra la Er-tzaintza fue contra el superintendente Carlos Díaz Arcocha, el 7 de marzo de 1985. Como de costumbre, paró a tomar un café en una cafetería junto a la Academia de la Ertzaintza en Arkaute. Apenas tardó diez minutos, pero fueron suficientes para que los asesinos colocaran una bomba lapa y la conectaran con un sedal a una de las ruedas del coche. La autoría de su asesinato sigue aún sin esclarecer. Año y medio después, el jefe de la Er-tzaintza Genaro García Andoain murió en la sierra de Gorbea en un enfrentamiento con el comando etarra que custodiaba al industrial alavés secuestrado Lucio Aguinagalde.

Con su asesinato ETA cruzó el Rubicón y se libró de ataduras ideológicas para atentar contra una institución que emana directamente del pueblo vasco. Confirmó su nuevo frente tres años después con la colocación de una bomba en el túnel de Legazpi, que fue activada cuando circulaba por allí el agente Juan José Pacheco. Al año siguiente, la banda hizo lo propio con Luis Hortelano, jefe de artificieros de la Policía vasca, que falleció en Bilbao al explotar una bomba, que también segó la vida de dos policías.

La explosión de un coche bomba también acabó con la vida del ertzaina Jorge Díaz Elorza en febrero de 2000 cuando escoltaba al consejero socialista en el Gobierno Vasco Fernando Buesa, que también falleció en el atentado. Tres años antes, el día de la inauguración del Museo Guggenheim de Bilbao, el ertzaina Txema Agirre fue tiroteado por dos etarras cuando intentaba evitar la colocación de una bomba en la pinacoteca.

tiroteado en bilbao Uno de los atentados contra la Ertzaintza más sonados fue el de Joseba Goikoetxea. El sargento mayor de la Policía vasca recibió varios disparos mortales mientras conducía su vehículo particular por el centro de Bilbao acompañado se su hijo pequeño. También los inspectores Ramón Doral y Mikel Uribe fueron colocados en la diana por ETA. El primero murió en Irun en 1996 como consecuencia de las heridas sufridas tras la explosión de una bomba-lapa en su coche particular; y el segundo fue ametrallado en Leaburu cinco años después cuando aparcaba su automóvil.

2001 fue un año fatídico para la Er-tzaintza. ETA había puesto sus ojos sobre los políticos pero también sobre los ertzainas y segó la vida de cuatro agentes. Además de Mikel Uribe, asesinó a Iñaki Totorika mediante la explosión de un coche bomba en Hernani. En noviembre de ese año se produjo el último atentado contra la Er-tzaintza. Los agentes Ana Isabel Arostegi y Francisco Javier Mijangos se encontraban regulando el tráfico en un cruce de Beasain cuando un etarra se les acercó y les tiroteó por la espalda causándoles la muerte.

Tras este atentado ETA siguió una década más con su actividad violenta, aunque no volvió a matar a ningún ertzaina más, pese a que lo intentó con atentados como el que perpetró contra la comisaría de Ondarroa con 100 kilos de explosivo que dejó diez agentes heridos. Mención aparte tiene el asesinato de los agentes José Luis González y Jesús Mendiluze que fueron asesinados por Mikel Otegi, en las proximidades de su caserío, en Itsasondo en 1995. Según la sentencia judicial que le condenó, Otegi era un militante de la izquierda abertzale que creía estar vigilado por la policía, razón que le llevó a matar a los dos ertzainas que fueron a su domicilio para requerirle explicaciones por un altercado.