Los números son parte fundamental en el ejercicio de la política. Marcan las posibles alianzas, el éxito o las debacles y, a veces, se dan paradojas como, por ejemplo, lograr importantes presencias institucionales con una representación mínima. Es el juego de la necesidad y del pacto.
Tras cumplir con nuestra obligación ciudadana del voto, la noche electoral nos vamos a la cama, tras atiborrarnos de datos y creyendo que, con los resultados, y si ha ganado o no quien recibió el nuestro, ya está. Ese mínimo esquema de cómo quedan las cosas dura hasta la mañana siguiente cuando comienzan las cuentas para conformar los gobiernos pertinentes. Ha pasado una semana y parece que llevamos haciendo combinaciones desde hace siglos.
Las elecciones han dejado una sensación agridulce. El PNV ganó en tres de las cuatro provincias de Hegoalde, EH Bildu y el PSOE (ayudado por el efecto Sánchez y sus marcas locales PSE y PSN), también obtuvieron unos resultados positivos. Por su parte, el bloque de la derecha recalcitrante también los ha logrado en Nafarroa y malos, muy malos, en los otros tres territorios. Pero en Nafarroa no se podrán volver editar los acuerdos actuales que hicieron posible la alternativa.
Por otro lado, ha quedado claro que la sociología política vasca es bien distinta a la que se da en España. Vox ni está ni se le espera y la representación de Ciudadanos conseguida en Nafarroa, gracias a Navarra Suma, es ficticia en cuanto a su presencia en la sociedad. Asimismo, se puede afirmar que los territorios vascos de Hegoalde tienen un perfil claramente progresista y abertzale.
Los próximos meses estarán marcados por la constitución de las instituciones que hemos votado. A los ayuntamientos les toca el próximo 15 de junio, tal como manda la Ley Orgánica del Régimen Electoral que determina que se deben conformar el vigésimo día tras las elecciones. Quedan pocos días para esos pactos municipales, más para el resto de las instituciones, aunque parece que en ellos y en Juntas Generales está bastante decidido, con acuerdos probables del PNV y el PSOE.
Otra cosa es el Gobierno de Nafarroa, donde los 20 escaños conseguidos por la derecha y los malos resultados de las marcas locales de Podemos han imposibilitado mantener el gobierno de Uxue Barcos quien ha demostrado que es posible gobernar bien y para todo el mundo , al contrario que la derecha ultramontana aliada históricamente con el PSN. En cualquier caso, es bueno recordar que, el Parlamento navarro es cada día más abertzale. De sus 50 escaños, en 1995, lo eran siete; en 1999, once; en 2003, ocho; uno en 2007; doce en 2011; en 2015 diecisiete; y hoy, dieciséis. Por su parte, el PSN ha pasado ahora de 7 a 11 (llegó a tener 20), y la derecha ha subido de 15 a 20 (su máximo han sido 23).
Veremos en qué queda esa intención de la socialista Chivite, pero ha empezado mal al descartar las conversaciones con Bildu. Sus 11 escaños más Geroa Bai (9), Podemos (2) e I-E (1) podrían permitir un gobierno de coalición. Es importante que no gobierne la derecha. Y Geroa Bai debería intentar negociar un buen acuerdo de coalición, pero que nadie se sorprenda si el PSN da la espantada y hace lo contrario de lo que se supone a quien se llama socialista.
Nafarroa, anai zaharra/kondairaren lehen sustarra/bego higan arbasoen/amets hura. (Navarra, vieja hermana, raíz de nuestra historia, permanezca en ti el sueño de nuestros antepasados).