bilbao - La noche electoral no se torció para el PNV y vio consumadas sus principales aspiraciones en cuanto a los apoyos recibidos, incluso más allá de lo que habría soñado. Los jeltzales se quitaron la espina que tenían clavada desde 2016 tras la victoria de Podemos, y consiguieron dar un vuelco a la situación ganando en votos y escaños en la comunidad autónoma de manera aplastante, algo que no sucedía desde 2004, y recuperaron su sexta acta en el Congreso de los Diputados. El PNV se impuso en los tres territorios e hizo historia en Álava, donde nunca antes había ganado en unas elecciones al Congreso de los Diputados. Además, también en ese territorio, logró representación en el Senado, algo que no se producía desde 1993. En total, consiguió seis escaños en el Congreso (uno más que ahora), y nueve en el Senado (donde actualmente tiene seis, incluyendo al senador de designación autonómica, Jokin Bildarratz; y ahora tendrá diez incluyendo al tolosarra). En campaña, había pedido ocho en el Senado. Los jeltzales lograron una victoria clara a una distancia cómoda de los socialistas, que se quedaron con cuatro escaños pese al riesgo de voto útil a Sánchez para frenar a la derecha, y terminaron a una distancia sideral de los jeltzales, de quienes los separan 150.000 votos. El PNV, con casi 400.000 apoyos, ha logrado que cale su mensaje a favor del autogobierno y el voto en clave vasca y ha sido la primera fuerza en Bizkaia, Gipuzkoa y Álava, y en Bilbao y Donostia. En Gasteiz, ha sido segundo. En 2016, solo logró imponerse en Bilbao y no triunfó en ningún territorio.

El contrapunto lo puso el escenario de las posibles alianzas, donde el panorama está mucho más abierto y, por lo tanto, PNV no tiene con tanta claridad una posición preferencial ni la llave para desbloquear la situación. La principal amenaza viene de la mano del pacto PSOE-Ciudadanos, que tendría una mayoría absoluta. Si el PSOE pactara con Unidos Podemos, no le bastaría con el PNV para alcanzar los 176 escaños de la mayoría absoluta, pero sí podría hacerlo con ERC, y los jeltzales serían prescindibles, aunque Sánchez quiere evitar a los nacionalistas catalanes y podría buscar soluciones creativas que no le den una mayoría absoluta. En los corrillos de Sabin Etxea se mencionaba ayer como una posibilidad muy real que Sánchez se lance a gobernar en minoría y busque apoyos puntuales y variables. Paradójicamente, el PNV tuvo ayer una noche de celebración por los resultados históricos, pero la calculadora de los pactos no acababa de cuadrar por los resultados en el Estado, donde la influencia de los jeltzales era más clara en la legislatura que ha terminado.

De lo que suceda en los próximos días va a depender la continuidad del calendario de transferencias que negociaban el consejero Erkoreka y la ministra Batet, que como todo su gobierno estará en funciones hasta que prospere una nueva sesión de investidura. El PNV, en cualquier caso, se consolida como voz vasca de referencia en Madrid, frente a los intentos de EH Bildu de ocupar esa posición. Los jeltzales, que se han presentado a las elecciones con la transferencia de la autopista AP-68 recién lograda, vuelven a conseguir grupo propio, frente a EH Bildu, que se ha quedado a las puertas con cuatro escaños, en la cuarta posición y casi con la mitad de votos que los jeltzales. Se desconoce si la coalición podrá formar un grupo más amplio con ERC, pero de todos modos no sería exclusivamente vasco.

El PNV ha consolidado su hegemonía tras el borrón de 2016. La repetición de los comicios que se habían celebrado en 2015 agravó la polarización entre la izquierda y el expresidente Rajoy y perjudicó al PNV, que perdió un representante por Bizkaia y se quedó con cinco, mientras que Podemos ganó en votos y escaños. Ahora, pese a que las circunstancias eran muy similares por el intento del socialista Sánchez de aglutinar todo el voto ante el miedo a la derecha española, y con una elevadísima participación y movilización de la izquierda, el PNV recupera ese sexto escaño y regresa a sus mejores registros en unas elecciones generales con su apuesta por un voto en clave vasca para blindar el autogobierno y evitar que Sánchez pacte con Ciudadanos. Únicamente llegó a superar esos seis escaños en ausencia de la izquierda abertzale y cuando los escaños que se repartían en la comunidad autónoma eran más. En 2008, los escaños pasaron a ser 18 y el PNV se estabilizó en los cinco o seis asientos. Los jeltzales vuelven no solo a garantizarse un grupo propio que les da autonomía a la hora de registrar iniciativas y decidir su sentido de voto, sino que superan los cinco representantes necesarios y el 15% de votos en cada una de las circunscripciones donde se han presentado, y logran seis actas como reconocimiento extra a su labor.

El PNV recibió ayer una inyección de autoestima en puertas de unas elecciones extremadamente importantes para Sabin Etxea: las municipales y forales de mayo. Los jeltzales llegan con una exhibición de fuerza y han logrado aplacar el voto socialista que, en el caso de haber sido desbordante en estos comicios, hubiera podido llegar con viento favorable de cola a los comicios municipales. El PNV logró superar su resultado de las generales 2016 en más de 100.000 votos. Los cerca de 400.000 apoyos conseguidos se sitúan en parámetros propios de situaciones históricas de especial movilización en el mundo jeltzale, y se han conseguido en contadas ocasiones, y menos aún en unas generales. En unas elecciones de esta naturaleza, el PNV solo logró un resultado superior en 2004. Además, la hegemonía es muy clara en Bizkaia y los socialistas casi no han logrado hacerse un hueco en el herrialde. El PSE solo ha podido imponerse en Barakaldo, Sestao, Portugalete y Ermua, algo que cabía esperar en unos municipios que responden en clave socialista en las generales. En Ortuella, se vivió una pelea de infarto entre el PNV y Podemos, y finalmente el municipio cayó del lado morado por tan solo cincuenta votos.

representación En Nafarroa, Geroa Bai vuelve a quedarse sin representación. Tampoco la ha logrado EH Bildu. La derecha española y navarra ha acudido con las filas prietas sumando fuerzas y ha complicado mucho la tarea a las fuerzas progresistas. En el Congreso repetirán por Bizkaia Aitor Esteban e Idoia Sagastizabal (se sumará Josune Gorospe), en Gipuzkoa reeditan sus escaños Joseba Agirretxea e Iñigo Barandiaran, y en Álava se mantiene Mikel Legarda. En cuanto al Senado, entrarán Nerea Ahedo, María Dolores Etxano e Imanol Landa (Bizkaia), Maribel Vaquero, Mertxe Garmendia y Luke Uribe-Etxebarria (Gipuzkoa), y Almudena Otaola, Juan Carlos Medina y Rosa Peral (Álava). Las tres derechas de PP, C’s y Vox, la combinación que el PNV veía como una amenaza por sus postulados contra el autogobierno y que lo hubiera condenado al ostracismo, no suma lo suficiente para gobernar.