La campaña que nos llevará a votar el domingo 28 se está desarrollando con la evidencia -no con la sospecha- de que hay una gran diferencia entre los intereses de quienes juegan con la camiseta española y quienes aguantamos desde la periferia aportando -eso sí- riqueza al PIB. Y para complicarla todavía más, se está desarrollando en un ambiente de polarización que dificulta conseguir el eco necesario a las propuestas de aquí y para aquí.

La gran escenificación de todo esto la tendremos en los debates televisivos de estos días. En ellos faltará la representación vasca, lo que es contrario al contraste democrático y demuestra la voluntad clara de guisárselo y comérselo en España y para España. Euskadi aparecerá para mal, como pim-pam-pum, y difícilmente oiremos alguna propuesta pensada para nuestro bienestar.

Me dirá usted que mi desconfianza es grande, tiene razón. Me apuesto lo que quiera a que, entre otras cuestiones a cuál peor, nuestros derechos históricos serán cuestionados y oiremos cómo se defiende la eliminación del Concierto y del Convenio con la falsa y perversa justificación de una pretendida insolidaridad de los territorios vascos de Hegoalde. En realidad, esconden una intención de recentralización a la que tampoco escapa el PSOE.

Todavía no me ha llegado toda la propaganda electoral, pero de las tres que he recibido, el sobre más llamativo es el de la ultraderecha, rojo y amarillo dentro y fuera -tienen derecho, les gusta su bandera-. Lo de dentro tiene tela: en un incorrecto lenguaje no igualitario y con verborrea populista ultra desgrana un montón de necedades entre las que destaco su petición de votarles con la valentía de un español.

La propaganda que de verdad me ha sorprendido es la segunda, la de Iglesias: llena de lugares comunes, atribuyéndose éxitos ajenos y redactada también, como Vox, en masculino. Indica una enorme contradicción al invisibilizar a las mujeres en el texto, si tenemos en cuenta que luego se denominan en femenino y dan carnets de progre. Por el contrario, la tercera, la del PNV, demuestra su compromiso con la igualdad en los textos y en las imágenes.

El domingo nos jugamos mucho en Madrid, por lo que nos toca votar para asegurar una presencia vasca potente que aproveche con inteligencia todos los huecos posibles que nos lleven a avanzar en nuestros derechos nacionales y sociales. Aquí, nosotros y nosotras a lo nuestro.