MADRID - El juez Manuel Marchena ha decidido erigirse en protagonista del juicio del 1-O ahora que el eco informativo ha decrecido tras haber testifico los principales señalados por el procés. El presidente del tribunal parece haberla tomado con los abogados de los encausados, a quienes dedica una bronca diaria. Ayer nuevamente le tocó a Benet Salellas, el letrado del presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, por el enfoque de las preguntas que estaba dirigiendo a un efectivo de los antidisturbios de la Policía Nacional, exigiéndole que interrogue sólo por hechos con trascendencia jurídica.
Según el testimonio de este agente, en un momento dado del operativo, en concreto durante el repliegue, vio cómo un civil era atendido por lesiones que habría sufrido en el enfrentamiento entre antidisturbios y manifestantes. Salellas le cuestionó si sus compañeros o él “se interesaron” por el estado del hombre, y el policía solo contestó que se marcharon de allí con rapidez y que ya no volvieron, dando a entender que la respuesta es negativa, si bien Marchena no dejó continuar ni al testigo ni al letrado.
Salellas replicó que este asunto está incluido en el escrito de defensa de Cuixart, pero el magistrado le cortó: “El objeto del proceso está claramente delimitado y si ha incluido en su escrito hechos que no tienen trascendencia jurídica.... Preguntar el sentimiento piadoso o no piadoso de un sujeto que está actuando como fuerza de intervención pública no tiene trascendencia jurídica, lo haya incluido o no en su escrito de defensa”. “No vamos a discutir usted y yo. Está perdiendo el tiempo y nos lo está haciendo perder a nosotros”, le espetó a Salellas el juez Marchena, que le interrumpió en más de una ocasión, ya que el abogado preguntó a otro agente por el tipo de lesiones que sufrieron votantes durante una intervención el 1-O.
Ya durante esta semana el magistrado había llamado la atención al equipo de defensa de Cuixart por el contenido de las preguntas que estaba dirigiendo a otros policías que actuaron el día del referéndum. Fue, en concreto, tras el reproche que hizo la fiscal Consuelo Madrigal, cuando advirtió de que esta vista “no es un juicio a la Policía”. Marchena tomó la palabra entonces para requerir a todos los abogados de los acusados que “no formulen sus preguntas partiendo de versiones que ellos consideran probadas o acreditadas”, después de lamentar que es algo que lleva pidiéndoles desde hace varios días, aunque “sin éxito”.
confusión Pero el show del juez Marchena no quedó ahí. Jordi Pina, quien ejerce como defensa de Jordi Sánchez, Jordi Turull y Josep Rull, advirtió de que uno de los policías ya había comparecido anterioremente como testigo. “Estuve el jueves pasado por la tarde”, reconoció el agente, por lo que el presidente del tribunal le dijo que podía marcharse no sin antes señalar, dirigiéndose al letrado: “¡Qué haríamos sin usted señor Pina”. Y prosiguió : “Esté usted atento señor Pina, para gestionar un posible non bis in idem”, en alusión al aforismo latino que impide en el derecho penal juzgar dos veces a una persona por unos mismos hechos. Marchena adujo que no es fácil gestionar las citaciones de los más de 500 testigos previstos en este proceso y que si la repetición de un testigo solo se ha producido una vez hasta la fecha, “todo va bien”.
La edad de los jueces. El abogado Jordi Pina protagonizó otra anécdota. Durante la testifical de un agente, éste explicó que en la primera línea de la resistencia de los votantes a la intervención policial siempre encontraban niños y “gente mayor”. El letrado le preguntó entonces a qué se refería con “mayor”. “Unos 50 ó 60 años”, respondió el testigo, a lo que Pina sonrió y miró hacia el tribunal porque tanto él como la práctica totalidad de los magistrados superan la cincuentena, lo que provocó risas en la sala.