Iruña es nombre de mujer. Lo era ya de la capital de Navarra, pero también de la hija del gudari llamado Pedro María Urrutikoetxea, del batallón Padura, soldado sabiniano que imprimió sus memorias en un libro titulado La hora del ultraje, publicado por la histórica editorial Ekin y que estos días está de actualidad porque se ha reeditado de nuevo.
Iruña Urrutikoetxea es el nombre materializado de aquella promesa que hizo el gudari jeltzale cuando logró conservar la vida y disfrutar de la libertad al salir del Fuerte de San Cristóbal, donde fue preso de Franco. El soldado del lehendakari Aguirre lo detalla en el tomo. “Puedo resumir en un breve espacio la impresión global que recibí de aquella gente. Catorce años después de abandonar aquel fuerte navarro en el que sufrí prisiones y presiones increíbles, me nació una hija. La bauticé Iruña, como mi mejor homenaje a aquellos compatriotas, repito, incomparables”.
Desde Caracas, su hija opina al respecto y pone en valor la importancia de las mujeres navarras de la época de Emakume Abertzale Ba-tza. “Decía que aquellas mujeres de Navarra eran algo increíble. De una solidaridad sin límite. Les llevaban a los presos lo que no tenían y en condiciones infrahumanas en invierno. Aita aseveraba que los presos les debían la vida”, evoca. Y va más allá: “Es que su agradecimiento a ellas fue eterno. Algunos presos, como Juan Mari Pallín, se casaron con alguna de la navarricas. Aita no, era agradecimiento a todas en general”, valora Iruña. Enfatiza que si había algo que el gudari Urrutikoetxea siempre solía repetir era que “el día que Navarra sea patriota, Euzkadi será libre”. “Y no le gustaba nada que dijeran que Navarra no era vasca. Desde que llegó a Venezuela, iba cada año a Euzkadi. Cuando yo nací iba también y pasábamos unos días en un parador en Urbasa. Navarra, a donde fue por primera vez durante la guerra, siempre fue algo especial para él”.
Pedro María Urrutikoetxea Landajo nació en Bilbao, en concreto en la “República de Abando”, como reivindicaba. Era hijo de Pedro Antonio Urrutikoetxea, de Saldarian, “indiano porque emigró a Cuba y regresó”, y de Leonor Landajo, natural de Arrankudiaga.
Residió en Caracas, capital de Venezuela, desde 1952 hasta que murió en 1996, y allí llegó a ser presidente ejecutivo de Sud América Seguros Generales. “Falleció estando de vacaciones en Bilbao, en el Hospital de Basurto. Está enterrado junto a su padre y madre, y mi ama en el cementerio de Arrankudiaga”, matiza Iruña.
En el libro ahora recuperado, el vizcaíno acentúa que fue a la guerra voluntario, inscribiéndose en el cuartel de Castillo Elejabeitia (carretera de Zeberio), en el batallón Padura, en la compañía de ametralladoras. Su entrega contra el golpe de Estado de 1936 arrancó en el frente de Ubidea y Otxandio. A continuación pasó a lntendencia Militar y presenció los bombardeos de Durango y Gernika. Según narra, volvió a infantería y tras pasar por Azterrika se retiraron “atravesando la Gernika destruida”.
La hora del ultraje vuelve a ver, por tanto, la luz estos días. “Lo hemos reeditado porque a mí solo me quedaba una copia, mis tres hijas tenían la suya pero ya tengo tres nietos y no más libros. Entonces me dediqué a comprar ejemplares de segunda mano por Internet y al final decidí digitalizarlo. Por ahora es privado, pero espero hacerlo público. No he decidido la estrategia”, responde Iruña, quien no conoce más mujeres que se llamen como la capital navarra.
“Ninguna. A la nieta de una prima de mi aita la llamaron Irunia. Es el caso más parecido”, narra tras haber visitado este mismo verano el Fuerte de San Cristóbal. Ha viajado al terrible lugar en diferentes ocasiones. Primero, junto a su padre durante el franquismo. “Recuerdo que entonces estaba habitado, pero nunca nos dejaron entrar. Aita les decía, como excusa, que éramos venezolanos, que nos llamaba la atención esa construcción... Pero nunca pudimos entrar”, sonríe. A partir de entonces ha retornado dos veces más. “Está cerrado y en malas condiciones. Estando en Iruña en junio pasado, Hedy Herrero me dijo que se programan visitas. Espero poder ir a alguna”, asevera.
Pena de prisión Pedro María también sufrió las cárceles bilbaínas de Escolapios y Larrinaga. “La construcción del fuerte de San Cristóbal, como está dentro de la montaña, es muy sobrecogedor para mí. Aparte de la historia de aita, el lugar asusta, es tenebroso”, pondera esta venezolana licenciada en Comunicación Social que en 1996 comenzó a trabajar como periodista a través de Internet, labor que abandonó por una razón política.
“A partir de mediados de 1998, al ver cómo el teniente coronel golpista -en referencia a Hugo Chávez- ascendía en las encuestas como candidato presidencial, me enfoqué más que nada en demostrar que era un Castro comunista que nos llevaría a lo que hoy vivimos. Lo vi muy claro. Gracias a aita entendí que el fascismo y el comunismo son igualmente destructivos. Las palabras democracia y libertad eran vocablos repetidos constantemente por él”, valora la hija del gudari Urrutikoetxea.
A día de hoy, hay por lo menos 16 gudaris y milicianos del Euzkadiko Gudarostea con vida, todos ellos nonagenarios o centenarios. Iruña les envía un mensaje de agradecimiento. “¡Gracias! Porque hicisteis que este mundo fuera un poco mejor y disteis esperanza. Conocí a uno de ellos, José Moreno, del batallón San Andrés de STV, en junio en Artxanda, en el Gudari Eguna de La Huella. A él y a ellos, eskerrik asko!”.