Había patrullado casi a diario por las Ramblas y aún le impacta el silencio en que se sumió esta avenida el 17-A. “El tema del miedo lo piensas a posteriori. Ayudar a las personas es innato, te sale solo”, afirma Cristóbal García, uno de los primeros agentes de los Mossos d’Esquadra en llegar al lugar.
En una entrevista, justo en el punto junto al mosaico de Joan Miró en el que Younes Abouyaaqoub interrumpió hace un año el mortal recorrido con su furgoneta por las Ramblas, García asegura que a nadie le preparan para afrontar “un tema como este”, ya que es “imposible”.
Destinado en los últimos dos años al área de proximidad de la comisaría de los Mossos d’Esquadra en Ciutat Vella, García patrullaba habitualmente por las Ramblas, donde mantenía contacto frecuente con los comerciantes de la zona e intervenía en asuntos de seguridad ciudadana, hasta que el 17 de agosto del pasado año esta zona se convirtió en el epicentro de un atentado yihadista.
“Estábamos en la calle del Carme (situada junto a las Ramblas), haciendo labores de seguridad ciudadana, a las cinco menos diez de la tarde, circulando con el coche, cuando salió por la emisora que estaban atropellando a personas”, rememora el mosso. “Un compañero gritó muy fuerte por antena ‘¡por la calle del Carme!’ y ya supimos, por el tono de voz, que no se trataba de una cosa normal. Dejamos el coche patrulla cruzado en la calle para impedir que los terroristas pudieran seguir la marcha por esta vía y vimos a mucha gente saliendo corriendo, por la parte trasera del mercado de la Boquería, gritando que había gente disparando en su interior”, relata. Por este motivo, se dirigieron hacia la Boquería: “No sabíamos muy bien cuál era la amenaza, cuántas personas había, no sabíamos muy bien qué estaba pasando. Cómo la gente decía que estaban disparando, cogimos nuestra arma reglamentaria y entramos al mercado. Vimos a gente tumbada en el suelo por miedo, temblando, algunos se habían escondido dentro de las paradas, que estaban cerrando”, revive el mosso.
“¿Si tuvimos miedo? Cuando salía la gente de la Boquería y decían que había gente disparando... es imposible preparar a una persona para un tema como este. Cuando vas donde supuestamente están disparando, nosotros entramos dentro sin saber a qué nos enfrentamos, con el arma en la mano. Cuando vemos que entrando nos ponemos en riesgo es cuando tomamos conciencia de para qué estamos: para ayudar a las personas. Yo tengo que ayudar, esto sale innato, sale solo”, explica.
Tras cerciorarse de que no había disparos en el interior de la Boquería ni nadie herido, salieron hacia fuera, a la altura de las Ramblas, donde vieron una estampa que todavía no ha podido olvidar: “muchas personas tiradas al suelo, heridos, muertos, los equipos de emergencias atendiendo, taxistas ayudando, mossos y urbana colaborando”.
“Lo que más nos impactó de la escena que vimos en las Ramblas es que cuando vas a cubrir un incidente, se trata de un asunto concreto. Aquí era una cosa muy generalizada. No sabíamos muy bien qué había ocurrido, ni cuántas personas habían muerto, ni cuántas estaban heridas. Fuimos a ayudar y a sacar a gente”, subraya.
Como otros mossos que también actuaron en la zona e incluso algunos taxistas, García trasladó con su vehículo patrulla a una herida de poca consideración a un ambulatorio cercano, el Pere Camps, donde hicieron un recuento de heridos.
Una de las cosas que más le impactó cuando los Mossos lograron acordonar la zona fue el silencio que imperaba en las siempre bulliciosas Ramblas de Barcelona: “Es una cosa que posiblemente nunca más veremos igual, ojalá. En las Ramblas siempre hay vida. Aquel día fue impresionante, era un silencio molesto, que no tocaba”. “Al día siguiente procuré pasar por las Ramblas. En dos o tres días quise venir con mi familia para intentar recobrar la normalidad”, rememora el agente, que reconoce no obstante que al principio se le hizo “complicado” volver a esta avenida.
De hecho, tras intervenir en las Ramblas el 17-A, en una jornada que se prolongó hasta la mañana del día siguiente -en la que apenas pudo conciliar el sueño-, el agente recibió apoyo del equipo de psicólogos que se puso a disposición de los Mossos d’Esquadra.
En su caso, lo que más le preocupó fue que, tras los atentados, cuando acudía a cubrir un servicio, actuaba con “más distancia” de lo que era habitual. “No me hacía mío el incidente. La psicóloga dijo que era normal, que tras un impacto muy fuerte, hay unos días y un tiempo de enfriamiento y que quedas distante”, explica.
Una de las cosas que más le ayudó a recobrar el pulso habitual en su trabajo fue que en los días posteriores al atentado, como mosso del servicio de proximidad, recorrió las Ramblas arriba y abajo para hablar con los responsables de todos los comercios de esta calle: “Cuando hablas, sacas lo que tienes dentro y ayudas a la gente a sacarlo”.
Un año, a pleno rendimiento de nuevo en su labor policial en Ciutat Vella, el agente García destaca que esa experiencia sirvió para aprender lo que la gente puede llegar a dar en un momento así: “Cuando paso por las Ramblas pienso en los taxistas, los urbanos, los mossos, las ambulancias, todos éramos un equipo. Se tenía que ayudar”. - Efe / Foto: Efe