Bilbao- El doctor en Estudios Vascos Pako Sudupe (Azkoitia, 1959) ha trazado la figura personal y política de una de las caras más reconocibles del abertzalismo del siglo pasado, Telesforo Monzón. Biografía repleta de detalles sobre la trayectoria del que fuera parte del PNV de la preguerra, la Guerra Civil y la posguerra, y posterior dirigente de Herri Batasuna, Sudupe glosa su figura sin echarse a los brazos de la hagiografía en las 322 páginas de Telesforo Monzon, aristokrata abertzalea.

Antes que nada, ¿por qué se decide a esbozar la trayectoria política de Telesforo Monzón?

-Porque considero que puede ser útil para clarificar y valorar los últimos cincuenta años de evolución política en Euskadi.

Su libro se llama ‘Telesforo Monzon: Aristokrata abertzalea’. ¿Aristócrata y abertzale?

-Nació en el seno de una familia de nobles o grandes, en una familia casi condenada a ser monárquica española. Pero le atrapó el Euskadi es la única patria de los vascos, y a partir de cumplir con el servicio militar (a partir de 1926 en Donostia), ofreció su vida a la patria, alejándose de la gente de su clase.

Monzón fue parte activa del PNV en la preguerra, en la Guerra Civil y en la posguerra. ¿En qué sentido?

-Hizo proselitismo de la patria vasca dando un total de 250 mítines junto a José Antonio Aguirre y Manuel Irujo de 1931 a 1936; de ellos unos 50 en Nafarroa (el 19 de junio de 1932, por ejemplo, para atraer a Nafarroa al Estatuto vasco). Manuel Irujo bautizó al trío Aguirre-Monzón-Irujo como el trío de la bencina. Una comedia alemana de 1930: tres chicos enamorados de la misma mujer, Aguirre-Monzón-Irujo enamorados de Nafarroa. Y en la posguerra, lo hizo manteniendo los cimientos del jeltzalismo (civilización cristiana-doctrina social de la Iglesia-libertad de la patria) o dando espacio a la socialdemocracia en lugar de la doctrina social, a los nuevos aber-tzales, a los nuevos gudaris de ETA. El PNV debía unirse primero a los nuevos abertzales, después con los que reconocían la autodeterminación? Y no a los socialistas de obediencia española.

Dice en su libro que Monzón era un “jelkide mitinlari”. ¿En qué sentido?

-Fue mitinlari, sobre todo en Nafarria, Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Hizo un discurso memorable el 5 de diciembre de 1935. Respondiendo a José Calvo Sotelo: cuando las colonias -Cuba, Filipinas, Costa Rica- reclamaron la autonomía a España, ésta la negó; pero cuando España ofreció la autonomía, las colonias solicitaron la independencia, y Euskadi igual.

Huyó junto al lehendakari Aguirre a Francia. ¿Cómo fue la relación entre ambos?

-Fue una relación maravillosa. Sobre todo estando Aguirre en Nueva York y Monzón en México, entre 1941 y 1946, estaban en total sintonía. Los dos estuvieron unidos en reforzar Galeuzca y en atraer a la obediencia vasca al Partido Socialista de Euskadi. Y pasando de la relación política a la personal, eran dos amigos que se quisieron y se admiraron.

Sufrió un largo exilio, durante el que salió del Gobierno del lehendakari Aguirre. ¿Abandonó Monzón el Gobierno Vasco o fue el Gobierno vasco el que le abandonó?

-Monzón abandona el Gobierno Vasco por dos razones. La más cercana, la más inmediata, es porque el Gobierno Vasco seguía unido a la legitimidad de la República de España perdedora de la guerra. La segunda era que el Gobierno Vasco no ayudaba demasiado al euskera y a la cultura vasca. Fue consejero de Cultura de 1946 a 1953; entre otros, fue organizador del séptimo Congreso de Eusko Ikaskuntza, y mientras tanto estuvo activo en el mundo teatral con el grupo Begirada de Donibane Lohizune.

¿Monzón pudo haber sido lehendakari, aunque fuera en el exilio?

-Jesús Mari Leizaola le dejó muy claro a Monzón que él era el siguiente lehendakari tras la muerte de José Antonio Aguirre. Para que Monzón fuera lehendakari, Leizaola, Irujo, Solaun y los líderes del PNV debían realizar un cambio de política. No olvidemos que Monzón presentó su dimisión en septiembre 1953.

Tiene también su vertiente en la cultura vasca. Canciones, obras literarios, teatro? Desde luego, fue un hombre renacentista.

-Era un hombre de cultura popular. “¿Que la mejor forma de llegar a los vascos era el teatro? Puede ser. Pues entonces me dedicaré al teatro”. Por lo demás, tenía cualidades propias para el teatro. No sé como presentador, pero como director de teatro debía de ser muy bueno. Otro tanto en cuanto a la canción. Conoció a Pantxoa eta Peio en un recital de canto en 1968 o 1969 y les comenzó a ofrecer sus canciones y letras. Comía a menudo con ellos en el restaurante Arcé de Baigorri.

Para entonces ya estaba asentado en Donibane Lohizune. ¿Su casa era centro neurálgico de los abertzales huidos del franquismo?

-Decir centro neurálgico sería excesivo. Por allí estuvieron Txillardegi, Benito del Valle y algunos otros; después Peixoto, Argala y otros. Lo más importante es que quienes se alzaron contra Franco eran héroes para él, y por supuesto abertzales, y el PNV debía de hacerles un sitio.

Hay quien dice que Monzón es uno de los padres ideológicos de ETA...

-No, de ninguna de las maneras. Txillardegi, Benito del Valle, Julen Madariaga, Manu Agirre y demás pusieron los cimientos de ETA, y Monzón no tuvo nada que ver en ello. Editaban la revista Zutik, y Monzón tenía otra ideología, aunque confluyera en el abertzalismo.

Fundador de Herri Batasuna, aunque con un papel independiente. ¿Seguía Monzón siendo un jelkide, aunque escorado al socialismo?

-Sí. Desde 1968 en adelante decía que el PNV no se podía convertir en un partido de ricos; que salvo los comunistas, todos los abertzales tenían su sitio en partido, incluso los socialdemócratas, y que, aún en partidos diferentes, se debía conformar un frente abertzale, el Frente Abertzale.

46 años después vuelve al Congreso. ¿Cómo fue la vuelta de Monzón a Madrid? ¿Qué panorama político se encontró?

-Políticamente vacío, tan solo de sentimientos y recuerdos personales. Dónde se sentaban entonces, asuntos así? pero a nivel personal-sentimental. Recordaba vivamente aquello que los entonces parlamentarios españoles de la Segunda República decían a los jelkides. “Si sois españoles, respetad las reglas de juego de este Congreso; si no lo sois, ¿qué hacéis aquí?”.

Territorialidad total, del Aturri al Ebro. Totalidad de habitantes de Euskal Herria. Euskera. ¿Son los tres vértices del testamento de Monzón?

-Sí, en sentido metafórico el Arrano Beltza (bandera de los reyes navarros del siglo XVII en adelante), de Iruñea a Gernika y Donibane Garazi, del Ebro al Aturri, en voz de jilguero y no de canario, cada pueblo debe de hablar en su idioma.

¿La trayectoria de Monzón nos puede servir para conocer mejor la actualidad política en Euskadi?

-Sí. Antes se decía que en España se podría conseguir cualquier cosa en democracia sin la lucha armada. Lo de Catalunya nos muestra que no, y echando la vista cincuenta años atrás, Monzón decía que, en caso de que se reconociera la autodeterminación, él reconocería cualquiera de las decisiones de los vascos, pero que siempre lucharía por la independencia. Era un demócrata vasco.