Barcelona - Ciudadanos fue el partido más votado en las elecciones catalanas, pero no tiene ninguna opción de gobernar porque las formaciones soberanistas mantienen su mayoría absoluta en el Parlament catalán. Por ello, Inés Arrimadas ha renunciado a la posibilidad de presentarse a una investidura que sabe que será fallida y solo provocaría su desgaste político y el de sus siglas. No obstante, sí dará la batalla por la presidencia de la Mesa del Parlament, un cargo que tiene la potestad de ordenar los debates y los turnos de intervención en la Cámara, y que tiene voto de calidad en caso de empate a la hora de decidir qué iniciativas se admiten a trámite y se pueden someter a votación. Para comprender la relevancia de este cargo, que no es un puesto meramente honorífico o simbólico, basta con recordar la controversia de la anterior legislatura, donde la Mesa fue clave para admitir a trámite las leyes del referéndum y de transitoriedad, o las resoluciones a favor de la vía unilateral. Estuvo sometida a la presión constante de los constitucionalistas y los tribunales, y Ciudadanos quiere ahora ocupar la presidencia para dar un vuelco a la actuación de la Mesa y actuar como contrapoder del Govern, aunque no hay demasiadas opciones de que triunfe y de que el órgano tenga mayoría constitucionalista.

Arrimadas aseguró ayer en una rueda de prensa que es “clave” que su formación presida el Parlament para “evitar las barbaridades” de la anterior legislatura, y desterrar las “incertidumbres” y las “ilegalidades”. Como fuerza más votada, C’s “va a reivindicar lo que por votos y escaños le corresponde”. A su juicio, es muy importante que la Mesa la presida “un partido que respeta las normas”, porque daría “tranquilidad” a los “sectores empresariales” y a los ciudadanos.

Ciudadanos no tiene demasiadas opciones. Debería producirse una carambola: que no estén presentes en la votación de la constitución de la Mesa los cinco huidos (Carles Puigdemont y cuatro consellers cesados) ni los tres encarcelados (entre ellos, Oriol Junqueras), que no pueden delegar su voto en otro compañero. Los soberanistas perderían su mayoría absoluta al bajar de 70 a 62 escaños, y C’s no solo podría pelear por la presidencia, sino por una Mesa de mayoría constitucionalista, aunque es complicado imaginar a En Comú Podem en esa estrategia. Suena como candidato naranja José María Espejo-Saavedra. La sesión de constitución del Parlament y su Mesa será el día 17, y en ámbitos constitucionalistas creen que pueden tener opciones de ganar en este trámite si los soberanistas no consiguen resolver la situación de sus huidos y encarcelados para esa fecha.

El órgano lo componen un presidente, dos vicepresidentes y cuatro secretarios. Es muy probable que el reparto quede con dos miembros para JxCat, ERC y C’s, y el séptimo representante sea para el PSC o En Comú Podem. La mayoría en el órgano volvería a ser soberanista. La presidencia, que en la anterior legislatura fue ocupada por Carme Forcadell, se encarga de dirigir los trabajos de la Mesa y los turnos de intervención en los plenos. Tiene voto de calidad en caso de empate, algo que podría suceder solo si algún miembro de la Mesa se ausentara. Forcadell es una de las autoridades catalanas investigadas por un presunto delito de rebelión por permitir el debate de las iniciativas soberanistas. Siempre ha defendido que no podía censurar el debate porque el reglamento no se lo permite.

Ciudadanos quiere hacerse fuerte en la Mesa, un cargo que, además, le daría visibilidad política. También quiere evitar una eventual modificación del reglamento para permitir votaciones o investiduras telemáticas desde Bruselas. En ese sentido, Arrimadas opinó ayer que Puigdemont “vive en una realidad paralela” porque “se sigue pensando que es el presidente de Catalunya”.