- El descalabro del PP fue aún mayor que el vaticinado. El PP se dejó 8 escaños y X votos, y se quedó en 3 diputados, el peor resultado de su historia, que lo envía directamente al Grupo Mixto. Su candidato, Xavier García Albiol, echaba la culpa de la incontestable derrota a Ciutadans por apelar al voto útil, y ahora todo apunta a que será sustituido al frente del partido por la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat.

“Es cierto que hoy las elecciones las ha ganado Ciudadanos, pero no hemos sido capaces de sumar una mayoría alternativa al independentismo”, lamentaba Albiol, que sobre su propia responsabilidad no iba más allá de asegurar que “tendremos tiempo en los próximos días de decidir lo que creamos conveniente”.

No cabe duda de que el resultado de Ciutadans tiene mucho que ver con el descarrilamiento del PP y de García Albiol en Catalunya. Resta comprobar ahora si el éxito obtenido se contagia a España, y los populares acaban perdiendo el capital ganado con el 155 en sus feudos ante el empuje de Albert Rivera e Inés Arrimadas.

Lo que sí está claro es que el PP ha desaparecido en Catalunya al poco de renacer. Tras unos años convulsos, en los que el proyecto de Josep Piqué para dar al partido un giro catalanista se fue al traste, Alicia Sánchez-Camacho tomó las riendas en 2008, después de que Daniel Sirera ejerciera como presidente durante tan solo un año. En sus primeras autonómicas, Sánchez-Camacho obtuvo 18 parlamentarios, que elevaban en cuatro los obtenidos por Piqué en 2007. El PP había superado sus mejores resultados en Catalunya, los de 1995, y los utilizaba para apoyar a Artur Mas.

Dos años después el PP de Sánchez-Camacho lograba batir su propia marca, sumaba un parlamentario más y rozaba el medio millón de votos. Eso sí, era 2012, el año de la Diada en la que arrancó el procés. Para cuando el independentismo se unió en torno a Junts pel Sí y llamó a la ciudadanía a las urnas el PP había perdido todo el capital acumulado en el último lustro. Once escaños, 349.193 votos y un 8,49% de los sufragios fue todo lo que pudieron llevarse los populares aquel año, que también fue el del primer golpe encima de la mesa de Ciutadans, una década después de su nacimiento.